El primer miembro de la familia de la Clase A de Mercedes tuvo una gestación parecida a la de un elefante, ya que pasaron cuatro años desde que se presentó en el Salón de Frankfurt de 1993 como un prototipo llamado Mercedes Vision A93, siendo su comercialización definitiva en el verano de 1997. Durante estos cuatro años el producto sufrió una serie de modificaciones, pues Mercedes quería sacar al mercado un producto totalmente diferente a sus clásicas berlinas y dirigido a un segmento de clientes más joven y con un nivel de ingresos más modestos que su clientela habitual.
A medio camino, en 1995, recibió su nombre definitivo, Mercedes Clase A, pero no sería hasta 1996 cuando empezaron a concretar su línea definitiva y dando al público una información general, sin datos técnicos. Por fin, en el verano de 1997, en el correspondiente Salón de Frankfurt, fue cuando la criatura de mamá Mercedes vió la luz.
Asistimos al nacimiento de un monovolumen compacto, con una línea dotada de continuidad de principio a fin; era uno de los aspectos que lo diferenciaba del resto de sus hermanos, que eran todos berlinas. Su longitud exterior era solamente de 3,58 metros y se fabricó únicamente en versión de cinco puertas, con un espacio interior que daba cabida a cinco pasajeros y un respetable maletero de 390 litros. Su gran amplitud se debía a varios factores, como el uso por primera vez por parte de Mercedes de motores de disposición transversal y tracción delantera, eliminando el voluminoso túnel central que provenía de la propulsión trasera, y al uso de la técnica sandwich para la realización de un suelo con doble piso, el superior totalmente plano y el inferior para alojar órganos mecánicos.
En su interior, su diseño estaba claramente dominado por las líneas horizontales, destacando un gran velocímetro de clara lectura. Y hablando del interior, ya empezábamos a encontrarnos con las primeras críticas, algo común en las marcas premium que ofrecían versiones “básicas” de sus modelos: la calidad de los materiales, que no eran las mejores para un coche de marca elitista. Eran plásticos de calidad mediocre al tacto y a la vista, la calidad percibida dejaba que desear. Pero el precio sí era premium, y tenía como contrincante, entre otros, el Audi A2, del que hablamos hace poco.
Recibió mecánicas de gasolina -1.387 cc y 82 CV, 1.598 cc y 102 CV- con el nombre de A 140 y A 160, con caja de cambios de cinco velocidades, manual y automática. En gasóleo solamente se ofrecía un bloque de 1.689 cc con turbocompresor e inyección directa y caja de cinco marchas, con potencias de 60 CV y 90 CV, denominadas A 160 CDI y A 170 CDI. Cabe destacar una versión posterior de 1.898 cc y 125 CV en gasolina.
El concepto de modularidad empezaba a tener significado en este modelo, ya que podíamos extraer todos los asientos excepto el del conductor, pasando de una capacidad de maletero de 390 litros en su versión cinco pasajeros hasta una gran furgoneta de 1.740 litros; incluso se ofrecían 72 diferentes combinaciones de posiciones de los asientos. En 2001 se ofreció una versión de cuerpo largo con ganancia de espacio sobre todo para los ocupantes traseros.
De todos es conocido el problema que tuvo esta primera generación con la prueba del alce, también conocida como maniobra de esquiva, y que consiste en esquivar cualquier animal de gran envergadura -véase alce- realizando una “S” en nuestra trayectoria, girando el volante hacia la izquierda y a continuación procedemos al contravolante para recuperar nuestra posición en la vía y evitar chocar de frente con otro vehículo por invadir el carril contrario o salirnos de la vía. Esta prueba se hace a una velocidad mínima de 60 km/h.
Pues bien, el primer clase A de Mercedes reunía varios requisitos para que esta maniobra fuera un desastre: una altura de 1.575 mm, que unido a la estructura de doble suelo tipo sandwich que comentamos anteriormente elevaban mucho su centro de gravedad; añadimos unas vías muy estrechas -1.503 mm delante y 1.452 atrás- con una corta batalla de 2.423 mm y de postre unos neumáticos de perfil relativamente alto -195/50 R15 T- , pues ya tenemos todos los ingredientes para el fracaso, como así sucedió.
En el clase A que se utilizó para la prueba sus cinco plazas iban ocupadas, y la prueba fue más bien cortita, pues volcó enseguida. Los ocupantes sufrieron solamente contusiones leves, pero el coche si sufrió desperfectos. Mercedes paralizó la producción -con el gran coste que conlleva- para realizar cambios que lo hicieran más seguro. Se tuvieron que reforzar las soldaduras del pilar A, montar unos neumáticos de perfil más bajo, se rebajó y endureció la suspensión y se montó de serie el control de estabilidad (ESP), incluso a las unidades que ya estaban en poder de sus clientes. A partir de entonces, todos los Mercedes-Benz han salido de fábrica con ESP. El vídeo ya muestra el comportamiento del coche tras todas esas correcciones.
Se produjeron en total 882.661 unidades de la versión normal y 204.212 unidades de la larga. En 2004 apareció la segunda generación, el llamado A W169, pero esta ya es otra historia…
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...El mejor de todos fue el A190 Twin, con un motor para cada eje y 250 cv en total.
Aunque tal vez el A32 AMG, con un 3.2 V6 turbo y 350 cv al tren trasero lo superase