Coche del día: Mazda2 1.3 Active+ (DE)

Coche del día: Mazda2 1.3 Active+ (DE)

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Tiempo de lectura: 5 min.

El Mazda 2 1.3 Active+ pertenece a la segunda generación del conocido utilitario. Sufrió un radical cambio de imagen, pasando de ser una especie de mini monovolumen con una alta capacidad de carga a convertirse en un urbano atractivo enfocando al conductor joven. Parece ser que acertó en el cambio.

No se podía negar el origen nipón del modelo, con sus grandes faros delanteros, grupos ópticos traseros rasgados y sus formas compactas y redondeadas. Sus paragolpes también redondeados se integraban perfectamente en la carrocería, con una línea de cintura de línea muy ascendente y una amplia rejilla frontal. Se ve que en este país nos gustaba -y nos gusta- más una atractiva estética que el espacio y la polivalencia.

Para sus contenidas dimensiones (3,90 m de largo y 1,69 m de ancho tanto 3p como 5p), gozaba de un gran espacio interior

Utilizó soluciones inteligentes, como unas puertas de poco grosor, o un salpicadero que se tumbaba mucho hacia adelante para dar la sensación de mayor espacio longitudinal. Los pasajeros delanteros contaban con 134 cm de anchura a la altura de los hombros, y 127 cm en las plazas traseras; en ellas se podían alojar dos adultos de 1,85 metros con la condición de que no fuesen totalmente erguidos. La capacidad del maletero oscilaba entre 250 y 787 litros.

Mazda2 1.3 (DE)

El puesto de conducción resultaba muy agradable y adaptable para la mayoría de los conductores, tan solo achacarle la falta de regulación en profundidad del volante. La posición de los mandos tenía una estudiada ergonomía, encontrándose todos a mano, destacando la posición de la palanca de cambios, alta y cercana al volante. En acabado Active+ incluía, entre otras cosas, climatizador, airbags laterales delanteros y de cortina, retrovisores con plegado eléctrico, ordenador o mandos del equipo de sonido en el volante.

Al otro lado de la balanza dos ausencias inexplicables, como la falta del testigo de temperatura del refrigerante y el de la reserva de combustible.

En su interior encontrábamos desde un revistero en la guantera hasta una guantera de gran tamaño en la consola central, aparte de multitud de pequeños huecos repartidos por todo el habitáculo. La visibilidad trasera era escasa debido al tamaño de los pilares C.

Mazda2 1.3 (DE)

Este pequeño Mazda estaba animado por un motor de cuatro cilindros en línea, 1.349 cm3 y cuatro válvulas por cilindro, con un bloque hecho en aluminio. Entregaba una potencia máxima de 86 CV a 6.000 RPM y un par motor máximo de 122 Nm a 3.500 RPM. Este motor tenía un buen tacto, con unas prestaciones algo peor de las esperadas a pesar de la “estrategia del gramo” para reducir al mínimo su peso.

Respondía con presteza al toque del acelerador, resultando más agradable que rápido. Sus 86 CV son suficientes para jugar por carretera, pudiendo mantener una velocidad relativamente alta, reduciendo sin problemas si era necesario realizar una maniobra de adelantamiento en una carretera de doble sentido o afrontar una rampa empinada.

Llevaba un sistema de admisión variable con variador de fase en el árbol de levas de admisión, denominado por Mazda como sincronización secuencial de válvulas (S-VT). También llevaba una válvula (de tipo “tumble”) que limitaba el área de entrada de aire cuando el motor funcionaba a poca carga, para aumentar la turbulencia.

Mazda2 1.3 (DE)

Su caja de cambios manual de cinco relaciones contaba con un tacto preciso y de recorridos cortos, por lo que se disfrutaba con su manejo. Si añadimos la rapidez de su dirección encontramos ese puntito deportivo que Mazda mostraba en todos sus productos. Sus consumos reales oscilaban entre los 6,6 litros en conducción (suave) por ciudad, sus alrededores y en recorridos interurbanos, mientras que por autopistas/autovías a velocidades legales se conformaba con 7 l/100 km.

El tipo de suspensión era el habitual en este tipo de coches, con sistema McPherson delante y eje torsional detrás, resultando algo seca al pasar por grandes baches. La rigidez de los casquillos variaba según la dirección del esfuerzo, que se aprovechaba para inducir un cierto ángulo en las ruedas. En las ruedas delanteras variaba la convergencia para conseguir una frenada más estable, y en las traseras evitaba que la rueda exterior perdiese convergencia cuando había un apoyo fuerte que tendía a doblar el brazo de la suspensión.

La carrocería balanceaba poco en las curvas, con una estabilidad lineal escasa, pues en firme roto era necesario coger el volante con fuerza para corregir la trayectoria, y la dirección perdía precisión en apoyos fuertes. A su favor el chasis podía aguantar un buen puñado de caballos más y aumentar su disfrute por carreteras sinuosas de montaña. El equipo de frenos también era el acostumbrado en este segmento, con discos delante y tambores detrás. Las llantas eran de chapa, de 15 pulgadas de diámetro.

Mazda2 1.3 (DE)

Como no podía ser menos este pequeño de Mazda nos deleitaba a todos aquellos que disfrutábamos con una conducción alegre. A ello contribuía el tacto de la caja de cambios, una dirección rápida y precisa y el cambio de carácter que experimentaba el motor cuando giraba alto de vueltas.

A bajo régimen y acariciando el acelerador se comportaba con una suavidad casi extraordinaria, pudiendo salir desde muy bajas vueltas sin dar tirones, saliendo casi desde parado, sin tocar el embrague

En cambio, si lo subíamos de vueltas mostraba una agilidad increíble. Por carretera se quedaba algo corto, reduciendo de marchas más de lo deseado, como comentamos anteriormente, tarea que se hacía sin disgusto gracias al excelente manejo de la palanca.

Resumiendo, nos encontramos ante un pequeño urbanita que respondía de maravilla en ciudad por comportamiento gracias a su pequeño tamaño y a su buena mecánica, con un gran atractivo visual. Su amplitud era suficiente para cuatro personas, aunque corto de espacio para el equipaje, y con un comportamiento dinámico de primer orden en carreteras con buen asfalto, solo como Mazda sabe imprimir a sus vehículos.

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Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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