En la prolífica historia de las 24 Horas de Le Mans, el Matra MS670 fue un verdadero destello de éxito gracias a sus tres victorias consecutivas desde 1972 hasta 1974. Uno de esos automóviles dominantes que, salidos casi desde la nada, llegan para ejercer su ley durante un tiempo y luego desaparecer sin aviso de vuelta. Peor vayamos por partes. Para empezar, Le Mans a comienzos de los años setenta seguía estando en una de sus mejores épocas. No en vano, los años sesenta habían cerrado con el dominio de los Ford GT40 – cuatro victorias consecutivas – tras la dura pugna con Ferrari, la cual provocó tal desgaste en los de Maranello que los obligó a salir del Campeonato Mundial de Marcas para centrarse así, únicamente, en la F1.
Tras esto, en 1970 Porsche lograba su primera victoria gracias al 917. Uno de los diseños mas icónicos en toda la historia del automovilismo deportivo, esencialmente unido a la carrera de Le Mans gracias, también, al cine. Y es que, en 1971, se estrenó la película protagonizada y guionizada por Steve McQueen bajo el mismo título que la carrera. Una de las mayores odas a la competición automovilística jamás rodadas, con escenas espectaculares donde el 917 – decorado con los colores de la escudería JW Gulf Automotive – juega un papel tan crucial como visualmente poderoso.
Un prólogo excelente a lo que sería el dominio ejercido por la casa alemana durante los años ochenta gracias a los 956 y 962. Sin embargo, durante los años setenta algunas marcas con escaso o nulo historial en Le Mans consiguieron despuntar gracias a la desbandada de Ford y Ferrari junto a las dificultades de Porsche a la hora de lograr la completa hegemonía logrado algo más tarde. Así las cosas, el Matra MS670 apareció en 1972 con el claro objetivo de conquistar las 24 Horas de Le Mans. Y sí, lo hizo a la primera. De hecho fue la única carrera del Campeonato Mundial de Marcas en la que se inscribió aquella temporada, evidenciando lo claro que el equipo tenía su objetivo.
Tras el impacto generado por el Porsche 917, este Matra asentó la imagen de los Sport Prototipo con el habitáculo abierto, abriendo el camino a no pocos modelos de los años setenta
Matra MS670, tres años de dominio y un fin abrupto
Aunque en este momento la estemos analizando desde la óptica automovilística, lo cierto es que Matra no tuvo nunca en las cuatro ruedas su principal vía de negocio. Lejos de ello, esta empresa francesa nació enfocada a la aeronáutica, fabricando no pocos aviones tanto militares como civiles al tiempo que hacía importantes progresos dentro del diseño aeroespacial con satélites, cohetes y componentes para transbordadores. Sin embargo, durante los años sesenta quiso entrar en el mercado de los automóviles deportivos produciendo el Matra Djet.
Un vehículo en primer lugar producido por Bonnet y que, además, cuenta en su haber con ser el primer modelo deportivo con motor central-trasero fabricado en serie. Sin duda, un alarde tecnológico por el cual Matra se sintió atraída, queriendo distinguirse por la producción de automóviles altamente tecnológicos y sofisticados. Llegados a este punto, obviamente vieron en Le Mans una oportunidad perfecta de cara a promocionar su gama futura, entre la cual se encontraron opciones tan originales como el Bagheera de 1973 con su habitáculo de tres asientos.
Así las cosas, la asociación con SIMCA puso las cosas más fáciles para la aparición del Matra MS670, caracterizado por un motor V12 de tres litros unido a una caja de cambios manual con cinco relaciones. Todo ello bajo una carrocería altamente aerodinámica – Matra contaba con un enorme conocimiento en el tema gracias al desarrollo de sus aviones – donde el piloto se albergaba en un habitáculo abierto tal y como vendría a ser común en los Sport Prototipo de los años setenta.
La aparición de Matra fue una de las más breves pero al tiempo interesantes en la historia de las 24 Horas de Le Mans, consiguiendo la victoria en todos y cada uno de los años en los que estuvo presente con este modelo. Eso sí, sólo fueron tres
Respecto al pilotaje, la victoria en Le Mans 1972 corrió a cargo de la dupla formada por Graham Hill – ganador del Mundial de F1, las 500 Millas de Indianápolis y las 24 Horas de Le Mans – junto a Henri Pescarolo, quien se haría también con las ediciones de 1973 y 1974 con Gérard Larousse como compañero de volante. Una racha sensacional para el Matra MS670, responsable también de ganar el Mundial de Marcas tanto en 1973 como en 1974. Un éxito que podría hacer pensar en lo fácil que el equipo Matra podría haber tenido continuidad en el mundo de las carreras de resistencia aunque, en verdad, éste se retiró en lo más alto justo al acabar su tercera temporada. A partir de aquí, el sueño de crear una gama deportiva bajo el sello de esta empresa francesa también se difuminó y, de hecho, los dos siguientes proyectos automovilísticos de Matra fueron diseñar para Renault el Espace y el Avantime. No obstante, resulta imposible borrar el recuerdo del MS670 como uno de los mejores diseños en toda la historia de las 24 Horas de Le Mans.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS