Brian Lister fundó su compañía automovilística en 1954 en la ciudad de Cambridge, y su única obsesión metida entre ceja y ceja era fabricar el mejor coche de carreras del mundo, el Lister Storm. Décadas después la realidad impuesta era otra: el dominio aplastante y la tiranía ejercida por Ferrari, McLaren, Mercedes y Porsche. Mister Lister murió en 2014 a la edad de 88 años sin poder ver cumplido su sueño.
Durante la década de los 50 Lister obtuvo cierto éxito en el mundo de la competición británico y entre los compradores la rancia aristocracia del país. Pasada la dolorosa crisis del petróleo de los 70, el ingeniero Laurence Pearce resucitó la idea con el diseño de un nuevo modelo poderoso y exclusivo, movido por un propulsor V12 de 6.996 cm3 de origen Jaguar, situado en posición delantera y enviando la potencia a las ruedas traseras.
La versión de calle, diseñada por Mike Hughes, tenía una longitud de 4.547 mm y 1.981 mm de anchura, con una batalla de 2.590 mm. Sus bonitas llantas de 18 pulgadas dejaban entrever unos poderos frenos de disco que le otorgaban una capacidad de frenada sorprendente. Recordemos que bajo el capó había una cilindrada más propia de autobuses o camiones.
En sus entrañas latía un V12 de 7 litros de origen Jaguar. Sus 550 CV de potencia y 790 Nm de par le permitían alcanzar los 340 km/h, aunque su manejo era cuando menos delicado
No menos impresionante y una clara declaración de intenciones era su nombre: Storm, “tormenta” en inglés. Tuvieron que pasar bastantes años hasta situarnos en la década de los 90, concretamente en 1993-1994, cuando se empezó a fabricar las unidades matriculables.
Su espectacular V12 de 7 litros y 24 válvulas rendía aproximadamente 550 CV a 6.000 RPM de potencia y un par igual de bestial de 790 Nm a 3.450 RPM. Iba asociado a una caja de cambios manual de la casa Getrag de seis velocidades.
Con semejante caballería esta soberbia máquina podía alcanzar los 340 km/h y realizar el 0-60 mph (96 km/h) en 4,1 segundos, todo un logro teniendo en cuenta su peso de 1.664 kg. Era el vehículo de calle más rápido construido hasta la fecha. Solo tenía dos “problemillas”: un manejo cuanto menos delicado y un precio desorbitado, unos 250.000 euros a mediados de los 90.
Laurence Pearce llevó a reconvertir el Storm de calle en un coche de carreras viendo la dificultad que tenía para encontrar compradores para un vehículo tan exclusivo. Dicha “operación quirúrgica” tenía como objetivo ganar las 24 Horas de Le Mans, las 24 Horas de Daytona y las 12 Horas de Sebring. Ambición no le faltaba al señor Pearce.
El siguiente capítulo de la historia es el Lister Storm GT, exclusivamente diseñado para competición. Del Lister Storm de calle solo se fabricaron cuatro unidades.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS