Aunque el Lancia Y10 Turbo pueda ser visto como un modelo sin raíces, esto no puede estar más alejado de la realidad. De esta manera, nuestro protagonista se inserta dentro de una tradición deportiva enfocada en el segmento A muy presente en las marcas del Grupo FIAT. Y es que ahí está la clave, en el plural. No en vano, desde 1971 – e incluso antes – se puede seguir la pista a este hilo, aunque nunca a través de un camino sencillo donde no cambie ni el modelo ni la marca. Lejos de ello, en este devenir de casi cuatro décadas hay que dar no pocos saltos que se complican aún más según la dirección liderada por Gianni Agnelli fue dando un sentido y una misión a cada marca. Veamos.
Para empezar, desde que en 1955 saliera a la luz el 600 y dos años más tarde el más espartano 500 – en vez de llevar un bloque de cuatro cilindros en línea montó un más escueto bicilíndrico – preparadores como Abarth colaboraron de forma muy estrecha con FIAT de cara a ofrecer versiones prestacionales. Así las cosas, huelga decir que los Abarth TC y TCR fueron verdaderas leyendas de los rallyes, subidas en cuesta e incluso circuitos de resistencia al hablar de las cilindradas más bajas. Bueno, incluso le podían dar sustos considerables a automóviles más potentes, ganándose así una merecida fama de “ matagigantes “.
Tras esto, para la década de los setenta ya podemos empezar a hablar de una tradición bien consolidada en el Grupo FIAT con modelos deportivos con motor delantero del escueto segmento A. Sí, rabiosos deportivos urbanos, un escalón por debajo de la altura que a finales de los setenta y comienzos de los ochenta empezarían a ocupar los compactos con el Golf GTI como cabeza y referente. En este sentido, el primero – y sin duda antecedente directo del Lancia Y10 Turbo – fue el Autobianchi A112 Abarth. Presentado en 1971 con la característica de ser el primer modelo del Grupo FIAT bendecido por la preparación de Abarth tras la absorción definitiva del preparador por el gigante turinés.
En algunos países se empezó a comercializar bajo la marca Autobianchi y en otros bajo Lancia, aunque finalmente fue ésta la que se apropió de este modelo con la capacidad de sintonizar plenamente con su filosofía de marca
Lancia Y10 Turbo, la garra de lo más pequeño
Llegados a este punto, el Autobianchi A112 se sigue produciendo con diversas actualizaciones mecánicas y de equipamiento. Situación que ya no da más de sí avanzados los años ochenta, sustituyéndose en 1985 por el Autobianchi Y10. Punto en el que puede venir la confusión, ya que dentro de la reorganización de sus marcas emprendida por FIAT justo en aquellos años este modelo pasa a ser comercializado por Lancia fuera del mercado italiano.
De hecho, al tiempo el Y10 pasó enteramente a ser un modelo de la histórica casa absorbida por FIAT en 1969. Y la verdad es que este hecho encajaba perfectamente con la tradición de Lancia. Al fin y al cabo, el Y10 era un pequeño y practico urbano del segmento A. Sí. Pero dotado de un toque de elegancia y distinción presente especialmente en los acabados del interior, estando por tanto en sintonía con la pincelada de buen diseño y confort ofrecida por los modelos menos deportivos de la marca desde los tiempos del Aprilia.
Así las cosas, si al Lancia Y10 se le dotaba de una versión con turbo el encanto vendría en bandeja. Uniendo la garra del antiguo Autobianchi A112 Abarth con la finura de los Lancia alejados de la competición. Eso sí, en lo que respecta al efecto del amplio equipamiento montado en este modelo hay que reconocer cómo el peso se va por encima de lo que se podría esperar. No obstante, imaginemos un Bentley Turbo R. Obviamente no es un deportivo extremo, ¿verdad? Y tampoco lo ha de ser, pues sólo se trata de dar un empuje extra a un automóvil con objetivos muy diferentes a la radicalidad de un modelo preparable para las carreras.
Ya sea bajo Autobianchi, Lancia, FIAT o Abarth el conglomerado de los Agnelli lleva décadas ofreciendo interesantes modelos del segmento A con preparaciones deportivas
Pues bien, el Lancia Y10 Turbo – haciendo una voltereta en materia de comparativas – es lo mismo que el británico pero ajustado a los muy diferentes límites del modesto segmento A. Donde, dicho sea de paso, éste jugaba el papel más fino de entre todas las opciones disponibles. Respecto al motor, la acción del turbocompresor elevaba la potencia del cuatro cilindros con 1,8 litros hasta los 86 CV a 5.500 revoluciones por minuto con una velocidad máxima de 176 kilómetros por hora. No está nada mal, especialmente si lo insertamos dentro de su misión: servir como segundo coche para el día a día. Un papel que jugarían muy bien sus sucesores, esta vez ya con el símbolo de FIAT en la parrilla. Los Cinquecento y Seicento Sporting. Dos pasos más en aquella tradición deportiva que comentábamos tan presente en el Grupo FIAT y sus diferentes marcas desde hace décadas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS