Lancia regresará al mercado como una firma premium, Así lo anunciaron desde Stellantis como si fuera algo superespecial, cuando resulta que Lancia, allá por los años 90, ya ofrecía productos en el segmento premium. En realidad ofrecía productos de un elevado nivel mucho antes, pero resulta más sencillo posiciona al Lancia Kappa Coupé que a otros modelos. Sobre todo, porque si echas un vistazo a las publicaciones de la época, puedes comprobar como el Kappa Coupé tenía un precio superior a los siete millones de las antiguas pesetas, algo más de 42.000 euros sin sumar inflación.
Ese precio es para un coche del año 1997 y sirve para mostrar el posicionamiento que buscaba el sello italiano antes del cambio de siglo. Y lo hacía con un coche que no dejaba, ni tampoco lo hace ahora, indiferente a nadie, o te gusta o lo odios, pero no hay término medio. Al menos, nosotros no conocemos un término medio. El Lancia Kappa Coupé tiene uno de esos diseños polarizantes, pero también una personalidad desbordante, tanta, que no caló en el mercado y apenas se superaron las 3.000 unidades, aunque también es justo reconocer que los rivales de la época eran coches logradísimos: Peugeot 406 Coupé, Mercedes CLK y Volvo C70. Ciertamente, es una selección que haría las delicias de cualquier coleccionista de “nuevos clásicos”.
La presentación del Lancia Kappa Coupé se llevó a cabo en el salón del automóvil de Turín, en 1996, mientras que la producción comenzó al año siguiente. Comparado con el sedán, su diseño podía considerarse un tanto particular, pues a los 12 centímetros que se recortaron en longitud, hay que sumarle diferentes necesidades por ahorro de costes, que provocaron que su imagen fueran muy particular. No es fea, o al menos no nos parece un coche feo, pero como bien decía un titular en su época, es arte renacentista.
Según se cuenta, las formas del Kappa Coupé fueron encargadas a Pininfarina, pero fueron modificadas porque Cantarella, entonces CEO de Lancia, obligó a emplear el frontal del sedán para contener costes, así como algunos elementos adicionales. Eso, unido al recorte en la distancia entre ejes, dio como resultado el coche que todos conocemos. Esto provocó que el entonces director del centro de estilo de la firma presentara su dimisión, al tiempo que Pininfarina impidió que su emblema apareciera en la carrocería.
La gama contaba con algunas versiones muy interesantes, como una equipada con el motor turbo del Lancia Delta Integrale y otra con un V6 3.0, pero para la ocasión nos vamos a quedar con una de las versiones de acceso, una de las más vendidas: el Lancia Kappa Coupé 2.4. A finales de los 90, los motores turbo se reservaban para las variantes más prestaciones y por lo general, había muchos más motores atmosféricos que hoy día, cuya ausencia en el mercado generalista se evita en segmentos urbanos; el resto lleva turbo.
El Kappa Coupé 2.4, además, no hacía uso de un “vulgar” cuatro cilindros en línea, en su lugar optaba por un motor de cinco cilindros, cuya culata tenía cinco válvulas por cilindro accionadas por dos árboles de levas. El hecho de tener un número impar de cilindros, llevó a los ingenieros a montar un eje de equilibrado. El cubicaje de este motor era de 2.446 centímetros cubicos y podía rendir 175 CV a 6.100 revoluciones y 230 Nm a 3.750 revoluciones, que se enviaban a las ruedas delanteras mediante un cambio manual o un cambio automático.
No era un coche veloz para su potencia, aunque en realidad, el planteamiento del Lancia Kappa Coupé no era el de ser un coche deportivo, sino el de ser un Gran Turismo de lujo con un elevado confort. Por eso contaba con un equipamiento muy elevado, que influía en el peso final del conjunto: 1.425 kilos. Así, la relación peso-potencia de 8,14 kg/CV no es de coche deportivo y las prestaciones son algo justas y no supera los 215 km/h, mientras que el kilómetro con salida parada lo completa en 30,3 segundos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".muy elegante