Algunas firmas japonesas que todos conocemos, crearon divisiones de alta gama –o premium, como les gusta a decir– para competir en uno de los mercados más complejos del mundo, Estados Unidos, contra las marcas ya establecidas, como era Mercedes o BMW: El caso es que los japoneses, cuando se proponen algo, pueden hacerlo muy bien y efectivamente, así lo hicieron. No fue algo instantáneo, pero finalmente llegaron a lograrlo.
Esas divisiones de lujo ya las conocemos todos: Acura –Honda–, Infiniti –Nissan– y Lexus –Toyota–. Además, se crearon en este orden, al tiempo que la única que ha sido capaz de establecerse fura de Estados Unidos ha sido la última Lexus, aunque Infiniti lo intentó. No acabó por cuajar, una verdadera lástima, porque cuando intentó establecerse en Europa, trajo coches como el Infiniti G37, un modelo que se ofrecía con carrocería sedán, como también con carrocería coupé y descapotable, opciones que curiosamente compartían la misma batalla de 2,85 metros, pero no la longitud, pues el sedán se iba hasta los 4,77 metros y el coupé recortaba la longitud hasta los 4,66 metros.
Obviamente, el más atractivo, al menos en cuanto a diseño, era el coupé, que presentaba una línea bastante lograda, con formas y volúmenes bien trabajados, sin estridencias, con una combinación de elegancia y agresividad muy japonesa. De hecho, en general, el coche desprendía personalidad japonesa por todos sus tornillos, desde la mirada de su frontal hasta las soluciones empleadas para el habitáculo, la parte técnica o para la mecánica. Era, sin duda, un coche muy interesante.
El Infiniti G37 ocultaba bajo su capó una única opción propulsora, un bloque V6 de 3,7 litros –3.696 centímetros cúbicos– de aspiración natural, distribución variable y capaz de entregar 320 CV a 7.000 revoluciones y un par de 360 Nm a 5.300 revoluciones, el cual, se podía combinar con un cambio manual de seis relaciones o uno automático. Era un motor, como se ve por sus cifras, con un talante bastante deportivo, pero también era extremadamente refinado en su funcionamiento, con una entrega de potencia muy suave, aunque con una capacidad para subir de revoluciones notable. Y por su puesto, era propulsión.
Había un sistema que hacía de los Infiniti G37 coches muy ágiles, el llamado 4WAS, que se trata de unas ruedas traseras direccionales, que entraban en funcionamiento a partir de 40 km/h y las suspensiones, de tipo independiente en todas las ruedas –paralelogramo delante y multibrazo detrás–, se fabricaban con elementos de aluminio.
Sobre el papel es un conjunto muy interesante, pero nunca acabó por cuajar. Infiniti acabó por abandonar Europa y nos dejó sin coches como el G37. Las pruebas de aquellos años –allá por 2008– lo definían como un coche muy eficaz y deportivo, al tiempo que muy agradable de conducir, aunque se comentaba que su presentación interior le faltaba un punto para estar a la altura del resto de rivales del mercado. En 2011 recibió un pequeño restyling que se centró, básicamente, en temas estéticos y de equipamiento. Pero no logró que Infiniti lograra establecerse en Europa.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS