Para el automovilismo japonés hay un punto de inflexión crucial a finales de los sesenta. Un momento en el que sus marcas dejaron atrás un panorama dominado casi en exclusiva por los pequeños utilitarios urbanos para presentar amplias gamas adecuadas a los gustos propios y occidentales. De esta forma, Mazda, Nissan y Toyota se lanzaron a la conquista del mercado occidental usando la imagen deportiva como uno de sus reclamos más potentes. Una estrategia en la que aparecieron el Datsun 240Z o el Toyota Celica. Abriendo el paso a una identidad deportiva propia por la que han transitado modelos como el Honda Prelude.
Uno de los vehículos que mejor entendieron la idea nipona de modelo deportivo popular, poniendo al alcance del conductor común un coche atractivo en lo visual y muy divertido a pesar de no ser especialmente prestacional. Además, la saga del Prelude contó con ciertas innovaciones técnicas bastante reseñables a lo largo de sus 23 años en producción con 5 generaciones diferentes. Para empezar se insistió bastante en la ligereza a partir de la segunda generación, la cual también contaba por primera vez con faros escamoteables. Antaño tan atractivos como hoy inseguros para el peatón.
Una estética con toques futuristas bajo la cual se escondía el innovador sistema Four Wheel Steering (4WS) a partir de la tercera generación, totalmente mecánico en sus primeras versiones. Capaz de hacer girar las ruedas traseras en el mismo o diferente sentido que las delanteras según la velocidad, mejorando así el paso por curva, el manejo y la estabilidad del Honda Prelude. Algo perfecto para su público objetivo: gente joven o de mediana edad con gusto por la deportividad pero sin experiencia en pilotaje. De esta forma se llegó a la quinta y última generación en 1997, posiblemente la más atractiva del Prelude.
A pesar de ser un modelo relativamente popular en el espectro de los deportivos, Honda no renegó de incorporar en él sistemas tan adelantados como el 4WS en el eje trasero
Honda Prelude, diversión con tracción delantera
En cierta medida, el automovilismo japonés siempre ha compartido valores con el motociclismo. No sólo porque varias de sus marcas de coches también sean referencias en el mundo de las dos ruedas, sino también porque ha insistido en dotar a sus coches de agilidad en el comportamiento y alegría a la hora de subir de vueltas el motor. De esta manera, deportivos japoneses como el Mazda MX-5 o el propio Honda Prelude se pegan a la carretera exhibiendo un comportamiento noble en la trazada al tiempo que sus motores piden más y más en la sucesión de marchas al alza.
En este sentido, el motor del Honda Prelude de quinta generación tiene el corte en las casi 7.000 vueltas. Un dato nada desdeñable para un deportivo de su clase, el cual tiene como propulsor al Honda H Series. Un tipo de motor estrenado por la marca en los noventa, ampliamente probado en carreras de turismos durante toda la década logrando importantes éxitos en Japón. Alegre en su comportamiento y moderado en sus cilindradas, las cuales van desde los 2 hasta los 2,2 litros. Variante esta última sólo disponible en Japón, donde se ofertó la versión más potente del Honda Prelude con 220 CV.
Respecto a las versiones ofertadas en los mercados europeo y americano los caballajes se quedaban en una horquilla de 135 CV a 200 CV pasando por una variante de 185 CV. Datos prometedores para un coche de bastidor ágil con facilidad para echarse al suelo en materia de suspensiones, mejorando el buen agarre que ya de por sí exhibe de serie gracias a su generosa anchura y baja altura. De hecho, las suspensiones son uno de los puntos fuertes del Honda Prelude de quinta generación. Montando un sistema heredado del Honda NSX y la experiencia de la marca en F1 basado en las suspensiones independientes con doble brazo oscilante.
Con el tiempo, el Prelude MkV ha quedado como un deportivo perfecto para aquellos aficionados que deseen iniciarse de forma sencilla al mundo de los modelos japoneses
Un punto muy competitivo, el cual sin embargo contrasta con la tracción delantera en un modelo que muchos hubieran esperado con propulsión trasera. No obstante, y a pesar de no contar con el típico empuje proveniente de atrás, el Honda Prelude exhibió un comportamiento deportivo que además podía combinarse con el día a día gracias a su configuración 2+2 y consumos ajustados para este tipo de coche. En suma, un deportivo con todo el toque y eficacia de lo japonés.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Un poco escaso el artículo.
Josep, ¿qué tal? La idea de la sección “coche del día” es recordar coches interesantes, modelos que habrán sido el sueño de muchos, algunos olvidados… a veces salen artículos largos y otras veces, más escuetos como este. Si quieres uno en profundidad del Honda Prelude, estaré encantado de preparar uno o de pedírselo al equipo. Solo dínoslo.