A la hora de ver cómo un determinado automóvil es o no capaz de enganchar al público, existen multitud de factores. Uno de ellos es lo que evoque el nombre de la propia marca. En ese sentido, lo cierto es que el Ford Sierra Cosworth 4×4 tiene menos tirón que el BMW M5. Sin embargo, yendo a la objetividad de la mecánica esta berlina afinada por el preparador británico es una pieza que, para algunos, guarda incluso más interés que la reina germana de las berlinas deportivas. De hecho, echando un vistazo comparativo rápido con los rivales de la época, sin duda este Sierra es capaz de sacar los colores a casi todos.
Especialmente en lo que se refiere a una de las características más difíciles de lograr en todo diseño: el equilibrio entre las partes. Así las cosas, aunque en el mundo de las berlinas deportivas de los ochenta y noventa – la época dorada de estos vehículos – haya nombres con más proyección, lo cierto es que el Ford Sierra Cosworth 4×4 desplegó una eficacia sobrada en diversos tipos de trazados. Es decir, no sólo era un coche excelente para larga rutas por autovía.
Sino que también permitía enlazar alegremente curvas en trazados revirados, a la par que cumplía con todas las necesidades diarias de un coche usable en la vida cotidiana. Además, por su seguridad – considerablemente aumentada por la eficacia de la tracción total – era un vehículo en el que se podía confiar. No un deportivo de carácter extremo e impredecible para cualquiera que no fuera un consumado piloto.
Quizás no fuera la más espectacular, pero posiblemente sí era la más equilibrada de todas las berlinas deportivas del momento
Ford Sierra Cosworth 4×4, la berlina deportiva con pleno equilibrio
Eso sí, la tan sola referencia a la casa británica Cosworth ya nos remite al brío del mundo de los rallyes. Es más, a todo el contexto de la competición pues, no en vano, la relación entre Cosworth y Ford comenzó allá por 1959. Año en el que el preparador comenzó a desarrollar sus propios motores para las carreras, basándose en bloques del conocido Ford Kent de un litro. A partir de ahí llegaron las modificaciones en el bloque del Cortina orientadas a las carreras de resistencia, especialmente a todo lo relacionado con el Campeonato Británico de Turismos.
Un peldaño más prestacional que rápidamente dio el salto a la F1, llegando a ser uno de los proveedores mecánicos más notables en la historia de la categoría reina. Firmado por Cosworth, el propulsor de este Ford Sierra era un cuatro cilindros en línea con 2 litros de cilindrada. Eso sí, potenciado por uno de los sempiternos turbocompresores de la época. En este caso un Garrett T03B que hacía despegar el caballaje hasta los 220 CV a 6.000 revoluciones por minuto.
Todo ello para lograr una punta de 238 kilómetros por hora y un cero a cien marcado en tan sólo 7 segundos. Eso sí, logrando un consumo promedio de poco más de 8 litros. No estaba nada mal. Además, llama la atención el buen partido que se le sacó al Garrett, ya que si comparamos las prestaciones del Ford Sierra Cosworth 4×4 con las del XR4 nos encontramos con que este último – atmosférico – entregaba un máximo de 150 CV aún llevando un bloque Cologne V6 que apuntaba maneras hacia los casi tres litros.
Su deportividad estaba fuera de toda duda, pero al tiempo supo conciliarla con unos buenos consumos y una agradable docilidad para el día a día
En lo referido al par, nuestro protagonista llegaba hasta los 285 Nm mientras que el XR4 se quedaba en 228 Nm. De esta manera, sin duda el Ford Sierra Cosworth 4×4 se presentaba como una opción de lo más interesante si se estaba buscando una berlina no sólo prestacional, sino también con una decidida capacidad deportiva aplicada a terrenos muy distintos. Además, la carrocería berlina le daba una mayor utilidad que la dos puertas del RS, el cual llamaba bastante la atención de todo el mundo debido a su más que vistoso alerón. Por ello, mientras éste se presentaba como un coche de rallyes puesto en la calle, la opción de la berlina combinaba las prestaciones propias de Cosworth con la utilidad de un vehículo usable en el día a día. Una combinación ganadora a la que añadir lo que más caracteriza al modelo: su equilibrio entre las diferentes partes y facetas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS