Si a este texto le tuviéramos que poner un titular sin duda le pondríamos el de “ Ford Fairlane, el coche que quería ser Torino “. Y es que, cuando en 1969 se introdujo el modelo en la Argentina éste se debía haber llamado justo así, Torino. Sin embargo, ya que IKA estaba usando ese mismo nombre para uno de los vehículos más afamados y queridos en toda la historia automotriz del país sudamericano, Ford decidió usar el nombre de Fairlane. Al fin y al cabo, una denominación bastante manida entre su gama en los Estados Unidos.
Pero vayamos al principio de todo para entender adecuadamente las razones de este vehículo dentro del mercado argentino. Para empezar, hemos de trasladarnos hasta 1913. Año en el que se funda la Ford Motor Argentina, en primer lugar para producir el popular Model T pero posteriormente para posicionarse en la gama media y alta del mercado local. Y así siguieron las cosas hasta los años sesenta, cuando la versión argentina del Ford Falcon copó los segmentos más exclusivos en Argentina con tal éxito que se dio una paradoja.
La paradoja de que, a pesar de ser tan exclusivo, se había vendido tanto que incluso había pasado a ser un automóvil bastante común. Es decir, si Ford quería seguir siendo la referencia en los segmentos más lujosos debía lanzar un nuevo modelo que complementase – y superarse – al Falcon en la cima. Para ello se fijaron en la variante sedán del Torino norteamericano, queriéndola traer a la fabricación en la planta de Ford en General Pacheco. Momento en el que se produjo el problema de la denominación comercial, decidiéndose usar la de Ford Fairlane.
El Ford Falcon se había asentado en lo más alto del automovilismo nacional, pero al venderse tan bien se hizo un coche no popular pero sí relativamente común. Por ello llegó el Fairlane, para ser la nueva apuesta en la cima
Ford Fairlane, lujo nacional
Revisando material publicitario relacionado con el lanzamiento en Argentina del Ford Fairlane hay algo que llama bastante la atención: la gran atención que se puso en referencia al espacio interior. Es decir, más allá de sus bondades mecánicas este modelo se ofrecía como un verdadero salón con ruedas. Listo para ser, como de hecho fue, la opción más frecuente entre el exclusivo segmento de coches de representación en flotas tanto empresariales como ministeriales.
Justo aquello para lo cual lo ideó Ford Argentina, estando un peldaño por encima del Falcon a la forma y manera que aquí en España, por ejemplo, estuvo el Dodge GT tan usado por los ministerios del franquismo. Así las cosas, este sedán incluía lo último en equipamiento, con dirección hidráulica, aire acondicionado y un habitáculo excelentemente rematado. Características del todo previsibles en un coche así, estando en la mecánica la mayor de sus sorpresas.
Y es que en Argentina solían ser relativamente comunes los modelos con hasta seis cilindros. Pero, ¿todo un V8? En fin, aún quedaba tiempo para la llegada del GTX – el Muscle Car a la nacional – así que aquello era toda una rareza que, obviamente, aprovechó el Ford Fairlane para distinguirse de cara a ser lo más exclusivo de entre todo lo producido en el país con sus 185 CV.
Una de las grandes distancias que marcó con lo visto hasta aquel momento en la producción nacional argentina fue montar un potente V8 del cual se desprenderían no pocas alegrías en la competición
Cifra ésta que generó toda una paradoja, puesto que mientras por chasis – y sobretodo suspensiones – el Ford Fairlane de 1969 no era para nada un coche deportivo, su potente V8 lo hizo ser uno de lo favoritos en las series del Turismo Nacional, convirtiéndolo en un asiduo de los trazados de competición. Eso sí, con adaptaciones donde incluso se reconstruía todo el frontal a fin de hacerlo mucho más aerodinámico. Todo ello para escribir algunas de las mejores páginas del automovilismo deportivo argentino. Algo en lo cual nos iremos deteniendo poco a poco.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.El fairlane Hera imposible de llevar derecho y muy inestable hasta que llegaron las cubiertas anchas mejoró un poco y tragaba combustible a lo loco,