Coche del día: Ferrari 512 S Modulo

Coche del día: Ferrari 512 S Modulo

Un prototipo irrepetible e inimitable


Tiempo de lectura: 4 min.

El Ferrari 512 S Modulo es un prototipo de la marca del cavallino rampante que se presentó en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1970. Su diseño fue obra de Paolo Martín, perteneciente al estudio de diseño Pininfarina. Se tomó para su realización la última unidad de una serie de 25 unidades conocidas como 512 S, que construyó Ferrari para poder ser homologado y participar en competiciones.

Su historia nace en las carreras de resistencia a finales de los 60, cuando la competencia entre Ferrari y Porsche alcanzó su momento álgido. El asunto se le complicó a la marca italiana cuando la FIA realizó importantes cambios en el reglamento del grupo 6 -que incluye a los prototipos- disminuyendo su cilindrada de los 5 hasta los 3 litros.

Entre sus muchas particularidades podemos comentar una carrocería de una altura muy reducida de tan solo 935 mm y un sistema de acceso a su interior mediante una cubierta deslizable en el techo hacia adelante, a modo de carlinga de un avión. También destaca la línea lateral en forma de cuña afilada (wedge style).

Ferrari 512 S Modulo Concept 3 El motor se puede visualizar a través de una tapa transparente con 24 agujeros situada en la parte central trasera del techo, y las ruedas van parcialmente carenadas, lo que suponía un problema con las ruedas delanteras, ya que apenas tenía ángulo de giro. Lo cierto es que es un Ferrari raro de cojones narices.

Del Ferrari 512 S de competición tomó su impresionante V12, su extrema configuración del bastidor y su chasis súper bajo. Su carrocería es de tipo semi monocasco y el motor V12 va situado en posición longitudinal central trasera, con la transmisión de la potencia a las ruedas traseras mediante una caja de cambios manual de cinco velocidades.

Su longitud es de 4.480 mm y la anchura es de 2.040 mm, que junto a su altura ofrece una silueta frontal y trasera impresionante y agresiva

Su V12 a 60 grados se denomina Tipo 261C, y con sus 5 litros de cilindrada (4.994 cm3) entrega 558 CV a 8.500 RPM, empujándolo hasta los 100 km/h en 3,1 segundos y alcanzando una velocidad máxima por encima de los 350 km/h, valores normales en superdeportivos de hoy, pero que hace 50 años eran toda una proeza.

En 2014 el reputado coleccionista de vehículos únicos y fundador de la Scuderia Cameron Glickenhaus -James Glickenhaus- consiguió apropiarse de él y lo sometió a un profundo proceso de restauración para transformarlo en un coche funcional que pudiese ser conducido. Uno de los cambios más llamativos es la supresión del techo de cristal. En el siguiente vídeo se puede ver en acción.

Las innovaciones en su interior eran igualmente llamativas, con la incorporación de una especie de “bola de discoteca” donde se agrupan una gran cantidad de mandos y controles del coche. El nivel de personalización se veía reflejado en detalles como una llave específica con una carcasa extraíble, que permitía localizarla con facilidad en un cajón lleno de llaves de otros vehículos, como quedaba reflejado en las palabras del propio James Glickenhaus:

“Como parte de la restauración hemos creado una carcasa para la llave, que es extraíble, y que nos permite localizarla dentro de la caja de llaves de nuestros modelos… ¡algo que se agradece cuando tienes más de 20 coches!”

Ferrari 512 S Modulo Concept 2

Al ser un prototipo nunca se ha podido comprobar si realmente las prestaciones eran realistas y no creemos que su último dueño se empeñe en comprobarlas en un circuito. La mayor parte de su existencia la pasó en el Museo de Pininfarina, siendo además uno de los vehículos más interesantes y representativos del museo.

Lamentablemente, después de su exposición en el Concorso d´Eleganza Villa d´Este sufrió un leve y fortuito incendio en el verano de 2019, a causa de un defecto en su sistema de escape, aunque los daños fueron leves y de fácil reparación.

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Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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