Aún sin ser excesivamente conocido hoy en día, el Cooper T43 es uno de los diseños más revolucionarios en toda la historia del automovilismo deportivo. Concretamente de la F1, donde fue el primer monoplaza con motor central-trasero capaz de ganar una carrera. Concretamente el GP de Argentina de 1958, donde Stirling Moss se impuso con un T43 de la escudería Rob Walker Racing Team sin tener siquiera que entrar a los boxes. Una hazaña que no sólo demostró las bondades de esta posición del motor respecto al reparto de pesos, sino también lo ventajoso que era reducir la carga sobre los neumáticos de cara a evitar su desgaste. No obstante, aquel novedoso diseño no fue tan bien recibido como se pudiera esperar. Algo que, por otra parte, suele pasar con casi todas las soluciones de ingeniería que finalmente acaban imponiéndose.
Así las cosas, vayamos por partes. Y es que durante la década de los cincuenta la F1 parecía ser patrimonio exclusivo de los italianos con Ferrari y Maserati repartiéndose los puestos principales a excepción de 1955 con la victoria de Fangio usando un Mercedes y el segundo puesto de Stirling Moss también con un monoplaza W196 de la casa germana. Sin embargo, para 1958 todo empezó a cambiar de súbito. Y es que una nueva hornada de pequeños preparadores y fabricantes británicos hizo su entrada con firmeza. Apodados “ los garajistas “ , estos fueron liderados por los dos títulos consecutivos de Jack Brabham a bordo de un Cooper en 1958 y 1959.
De esta manera resultaba evidente el cambio de ciclo en la F1, teniendo como una de sus principales características el fomento de las soluciones de diseño capaces de mejorar la aerodinámica y el comportamiento en vez de las prestaciones del motor. Sin duda un hacer de la necesidad virtud, dando pista abierta a cuestiones hoy en día tan normales pero hace décadas tan polémicas como el motor central-trasero del Cooper T43.
A finales de los cincuenta el dominio de las grandes marcas italianas se vio asaltado por una serie de pequeños fabricante ingleses que priorizaron la innovación en aerodinámica o comportamiento dinámico por encima de la pura potencia de los motores
Cooper T43, un enano entre gigantes
Lo primero que llama la atención del Cooper T43 al compararlo con los rivales del momento es su pequeño tamaño. De hecho, comparado con los imponentes Ferrari, Maserati o Mercedes este británico parece salido de categorías inferiores al estilo de los que corrían en algunas copas monomarca. Algo que no está del todo alejado de la verdad, ya que antes de estrenar al Cooper T43 en 1957 el fabricante llevaba ya unos años ensayando con su esquema de motor central-trasero en especialidades menores.
Gracias a ello fue afinando el novedoso diseño, logrando centrar las masas de forma muy beneficiosa para las inercias en curva. Además, el motor central-trasero permitía reducir el volumen y por tanto el peso del vehículo. Si a ese se le sumaba la reducción del centro de gravedad teníamos al Cooper T43 como un coche ganador. Y de hecho así fue, ya que por primera vez en la historia de la F1 la combinación de poco peso, tamaño reducido y cuidada aerodinámica lograba imponerse a la potencia bruta de los poderosos motores salidos de marcas prestigiosas.
No obstante, el Cooper T43 también contó con un buen motor. Concretamente con un Climax de cuatro cilindros en línea y dos litros de cilindrada, rebajada en algunos GP a versiones con tan sólo 1,5. Respecto al caballaje no contamos con una cifra exacta – los datos respecto a modelos previos h 1960 pueden ser a veces escurridizos, más aún en lo que se refiere a fabricantes pequeños de ajute artesanal – pero haciendo cálculos podemos cifrarlo en al menos 70 CV menos de los ofrecidos por los monoplazas más prestacionales de aquel 1957.
Poner el motor en posición central no sólo mejoró el paso por curva, sino también el peso y la aerodinámica
No en vano, las normas relativas al motor en el reglamento de F1 de aquel año permitían una cilindrada de hasta 2,5 litros. Es decir, nadie hubiera pensado seriamente en la posible victoria del Cooper T43 meses antes a su estreno. Sin embargo, este modelo demostró las posibilidades que tiene insistir en aspectos que no sean los puramente relacionados con el motor. Una vía que, posteriormente, recorrieron de forma notoria las también británicas Lotus – con sus soluciones estructurales y de aerodinámica – y McLaren – con el uso de la fibra de carbono – .
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS