Los coches pequeños, sencillos y económicos, han perdido su hueco en el mercado. Apenas quedan opciones de precios aquilatados y planteamiento “de herramienta”, que permitía que muchos usuarios pudieran acceder a un vehículo. Atrás quedaron coches como el Citroën Saxo 1.5D, un automóvil que no pretendía más de lo que era, y además, resultaba ser todo lo que decía la marca que sería: barato, fácil de mantener y fiable, muy fiable.
El Citroën Saxo, recordemos, llegó al mercado para reemplazar al Citroën AX; un coche que resultó ser un éxito de ventas y obligó a desarrollar un sustituto que pudiera igualar sus mismos resultados. No es una situación nueva para Citroën, que suele lanzar al mercado coches que se convierten en éxitos de ventas en poco tiempo. Cuando el Saxo se puso en circulación corría el año 1995 y abandonó el mercado en 2003, cuando se hizo acto de presencia el Citroën C3, que supuso un enorme salto con respecto al Saxo.
Básicamente, era primo-hermano del Peugeot 106, con el que compartía muchos elementos como la plataforma, muchos paneles de la carrocería y algunos motores. Sin embargo, el Saxo estaba más evolucionado, pues llegó al mercado cuatro años después. Y llegó con diferentes motores, la enorme mayoría, con un planteamiento sencillo, pues el más potente, sin contar con el Saxo CTS, era un 1.6 con 90 CV. Sin embargo, uno de los más populares y más conocidos del Citroën Saxo fue el motor de 1.500 centímetros cúbicos y 58 CV.
Era un motor absolutamente básico, un cuatro cilindros de 1.527 centímetros cúbicos, atmosférico, con dos válvulas por cilindro e inyección indirecta –¡pero la culata era de aluminio!–, así como una relación de compresión de 23 a 1. La potencia era de 58 CV a 5.000 revoluciones, y el par, de 95 Nm a 2.250. Obviamente, no era un coche rápido, tardaba nada menos que 15,7 segundos en alcanzar los 100 km/h desde parado y ni siquiera llegaba a los 160 km/h –oficialmente eran 158 km/h–, pero pesaba solo 890 kilos y el consumo homologado era de 5,3 litros.
Aparte de todo esto, lo que hizo popular al Saxo 1.5D fue su facilidad de conducción, su precio –10.463 euros– y su fiabilidad. Ese motor era a prueba de bombas, lento, pero muy fiable. Era de las pocas opciones diesel que no se ofrecían con turbo y aunque eso le restaba muchas prestaciones, le permitían ser duro como una roca y ofrecer unos consumos contenidos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS