En 1985, en pleno esplendor del mundial de Rallies y su famoso Grupo B, así como las bestias que lo componían, la marca francesa presentaba al que es nuestro protagonista del día, el Citroën BX 4TC. Con él pretendía luchar dentro del campeonato con rivales tan afamados como el Audi Quattro, Lancia Delta Integrale o Peugeot 205 T16, entre otros.
Pero la verdad sea dicha, eso no sucedió. El galo tan solo logró disputar tres carreras: Montecarlo, Acrópolis y Suecia, teniendo que abandonar en las dos primeras y consiguiendo un discreto sexto puesto en la última a manos de Jean-Claude Andruet.
Varios eran los problemas que se hicieron evidentes en la berlina de la marca de los chevrones, pero fundamentalmente la disposición de su motor delantero que daba pie a un reparto de pesos que no ayudaba en el equilibrio buscado para tal “herramienta”, sus contrincantes ya contaban con motores en posición central delantera.
Además, su afamada suspensión hidroneumática, que si bien en la calle era de lo mejor de la época, para el trabajo que se le exigía en pista no era capaz de dar la talla, con averías constantes. ¿Quieres verlo en acción? Podemos ver una digitalización de un vídeo de época, incluyendo su debut en competición; eso sí, está en perfecto français.
Aún así el 4TC EVO (versión de competición) puede vanagloriarse de haber sido una de aquellas máquinas capaces de erizar la piel con sólo el aullido de su motor. Capaz de entregar 380 CV de potencia a 7.000 RPM, gracias a los retoques realizados por la marca en su centro de preparación en Trappes de la mano de Guy Verrier, y con tan solo 20 unidades fabricadas.
En la actualidad solo hay constancia de que queden tres de ellas, dos pertenecientes a la marca y tan solo uno más que logró salvarse de la destrucción por parte de Citroën perteneciente a un coleccionista privado. Como decimos, las demás carrocerías fueron desechadas tras la retirada del BX de las pistas. ¿Y qué hay del modelo “de calle”?
El Citroën BX 4TC es otro de esos automóviles que nacía por la obligación impuesta de la FIA a las marcas a crear pequeñas series matriculables para poder homologar la versión de competición, como también fue el caso del Peugeot 405 T16, Lancia 037 Stradale, etc.
Fruto de la creación del 4TC EVO, Citroën se vio obligado por la FIA a construir 200 unidades matriculables del modelo. Evidentemente, la versión “civil” debía estar dotada de todo lo necesario para su uso en carretera abierta, pero aun así la marca francesa dotó al BX 4TC de un kit de carrocería ensanchado y una parrilla frontal con cuatro faros “cuneteros”, al más típico estilo Rallye, todo ello combinado con unas llantas específicas y una decoración exterior exclusiva del modelo.
A nivel mecánico, la versión 4TC era bastante similar al EVO, con la diferencia de un turbocompresor Garrett en lugar del KKK (K 26) empleado en la versión de Rallye, de mayor soplado. Con un motor de cuatro cilindros y un cubicaje de 2.142 cc era capaz de rendir 200 CV de potencia a 5.250 RPM con un par máximo de 294 Nm a 2.750 RPM, todo ello asociado a una tracción integral y cambio manual de cinco velocidades proveniente del Citroën SM.
El peso final del conjunto quedaba en 1.280 kilogramos, algo penalizado por la tracción total permanente. Aun así, el BX 4TC era capaz de alcanzar los 220 km/h de velocidad punta y acelerar de 0 a 100 km/h en 7,5 segundos. Son cifras prestacionales muy respetables, tanto en los 80 como hoy día.
En cuanto a su habitáculo, pocas eran las diferencias con un BX GTI 16 valvulas. Tan solo lo delataba un completísimo tablero de instrumentos cargado de indicadores que nos mantenían informados en todo momento de la mayoría de parámetros derivados de su mecánica.
Tanto sillones como tapicería o consola central no diferían de la versión ya mencionada. Quizás en este aspecto Citroën debería haber arriesgado algo más, dándole un toque mas racing acorde con su musculoso exterior. De las 200 unidades proyectadas y puestas a la venta en noviembre de 1985 de cara a la temporada 86, tan solo consiguieron venderse 62 de estas, de las cuales algunas incluso fueron devueltas por sus propietarios a Citroën por diversos problemas mecánicos.
Se estima que en la actualidad no quedarán más de 30 de estos impresionantes automóviles, gracias al censo de diferentes clubes a nivel mundial creados en torno al modelo, ya que el resto fueron destruidos por la propia marca. Evidentemente, el precio de cualquiera de ellos puede alcanzar cifras astronómicas, dada su exclusividad y sobre todo por pertenecer a la época más gloriosa del mundial de Rallyes, el Grupo B.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS