El Chevrolet Beretta GTZ era un coche un tanto particular si pensamos en el mercado al que iba dirigido. Se posicionaba como la versión más deportiva del Beretta, un coupé que se vendió solo en Estados Unidos, pero toda su configuración y sus características parecían pensadas para Europa.
A finales de los 80, Chevrolet puso en las calles un coupé compacto, o lo que ellos llaman “compacto”, como variante del Chevrolet Corsica, un sedán de tracción delantera que tenía buena aceptación en el mercado. Se llamó Chevrolet Beretta y su diseño corrió a cargo del mismo equipo que dio forma a los Camaro y Corvette de aquel momento.
El coche nació con polémica, porque el nombre de Beretta estaba registrado en Estados Unidos desde 1954 por un fabricante de armas italiano –los aficionados a las armas habrán reconocido el nombre al instante, al igual que los fanáticos de algunos videojuegos– y aunque hubo riesgo de demanda, todo se resolvió de forma bastante amistosa y actualmente, hay un Chevrolet Beretta muy especial en las oficinas del fabricante de armas.
Una historia peculiar, para un coche peculiar. Y no es que tuviera cosas raras o desarrollos complejos, el Chevrolet Berreta tenía mucho de coupé europeo, sobre todo su versión más prestacional, el Beretta GTZ. Por tamaño, el coche era casi un utilitario en Estados Unidos, por diseño también parecía pensado para Europa y en cuanto a su apartado técnico, muchas cosas hacían pensar lo mismo. Sin embargo, nunca llegó al Viejo Mundo, era un modelo puramente yankee que nunca salió de sus fronteras. Bueno, en realidad nunca llegó a España, pero sí se vendió en algunos países europeos.
Su motor de cuatro cilindros turbo era una rareza en Estados Unidos, más todavía cuando no se podía combinar con un cambio automático
Bajo el capó había un motor de cuatro cilindros turbo, recibía la denominación de Quad 4, tenía 2,3 litros, culata de 16 válvulas, dos árboles de levas e inyección, para 180 CV y 217 Nm de par, con el corte de encendido en las 6.800 revoluciones. Además, solo se podía combinar con un cambio manual de cinco relaciones y sí, era tracción delantera. Son características poco comunes en Estados Unidos, aunque no supuso demasiados problemas para las ventas.
El coche fue bien recibido y las ventas no eran malas, pero la prensa tenía su propia opinión. De primeras, se decía que Chevrolet había creado su propio M3 –por entonces estaba en E30 en circulación– pero no por una comparación directa, sino por el planteamiento del coche: compacto, ligero, claramente deportivo… Sin embargo, las primeras pruebas apuntaron lo contrario. El coche tenía un motor que vibraba y hacía ruido, mucho en ambos casos, también se decía que el motor era tosco y según se descubrió con el tiempo, delicado.
Conducción europea, decían, sin dejar de presumir de sus 209 kilómetros/hora y su 0 a 100 kilómetros/hora en 7,6 segundos. Sin embargo, el motor Quad 4 fue desarrollado por Oldsmobile, debutó en el Oldsmobile Cutlass Calais y llegó a modelos de Buick y Pontiac.
Estéticamente tenía buen aspecto y se le veía afilado y deportivo. Destacaba un detalle muy particular, y es que las llantas siempre iban en el mismo color de la carrocería. Un buen hacer que no se repetía en el habitáculo, donde los materiales usados para su confección no eran, precisamente, lo mejor del mercado, aunque esto tampoco se podía considerar un problema en un mercado como el estadounidense, donde o se pone tanto empeño en la calidad de los interiores –o, al menos, no se ponía en aquellos años–.
Con el paso del tiempo el Chevrolet Beretta GTZ vio como su motor perdía potencia. En 1993, por culpa de la normativa de emisiones, pasó a rendir 175 CV y en 1994 perdió otros cinco caballos más. No obstante, para entonces ya había perdido todo el interés y las ventas caían con cada ejercicio. Fue retirado de producción en 1995 y reemplazado por el Beretta Z26 con motor V6.


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Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS