El Bentley Continental T que tratamos hoy se puso a la venta en junio de 1996 y era la versión de batalla corta del Continental R. Este modelo era de todo menos “corto”, pues sus dimensiones eran 5.222 mm de largo, 1.954 mm de ancho y 1.462 mm de alto. Su batalla era de 2.961 mm, y su peso tampoco era el de un almohadón de plumas: 2.450 kg.
La baja altura de este modelo lo convertía en un pura sangre Bentley de cierto carácter deportivo, ofreciendo el lujo, elegancia, rendimiento y agresividad propios de estas versiones de los modelos de la marca británica. El 0 a 100 km/h los cubría en 7,1 segundos, teniendo la velocidad máxima limitada a 250 km/h. Empleaba 26,9 segundos en hacer los 1.000 metros desde parado, y 5 segundos para pasar de 80 a 120 km/h. Igual de impresionante era su precio de lanzamiento, cerca de 290.000 euros. Era el modelo de Bentley más caro que se podía comprar en aquel entonces.
El propietario de la primera unidad fue un afortunado “jubilata” asentado en Florida, una tierra muy adecuada para disfrutar de semejante montura. A resaltar que solamente se vendieron 350 unidades, incluyendo las ediciones especiales.
El origen del modelo se remonta a un proyecto a modo de concept car, presentándose en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1984. Este concept car fue muy bien recibido por la crítica, mostrando un gran entusiasmo por él. En 1991 pasamos del modelo conceptual a una versión de calle, el Continental R; se mostró en el Salón de Ginebra del mismo año. La unidad de color rojo que se expuso llamó tanto la atención que el Sultán de Brunei tiró de chequera y se lo llevó envuelto a su palacio.
Su diseño resultaba muy novedoso, un coupé de dos puertas con configuración 2+2, pues desde el modelo S3 de 1965 no se diseñaba un Bentley partiendo desde cero. Hasta la fecha compartía plataformas, mecánicas y otros aspectos de Rolls-Royce. La carrocería fue diseñada por Ken Greenley y John Hefernan, con un aspecto raro, diferente a lo que ofrecía la marca hasta entonces. Poseía una aerodinámica aceptablemente buena, con líneas curvas que le daban una buena penetración. Las puertas sin marcos le daban un toque moderno, junto a un pequeño alerón en el portón trasero. Sus llantas de aleación eran de 18 pulgadas, con neumáticos 285/45 WR 18.
Del Bentley Continental R se produjo una edición especial, la Mulliner, aumentando su potencia hasta los 420 CV y su par motor hasta los ¡881 Nm! y una velocidad máxima de 272 km/h. Pasamos al Continental S, producido en 1994 y hasta 1995, con una producción de 18 ejemplares, una burrada, vamos. Se le añadió un intercooler para aumentar su rendimiento.
A los clientes se les permitía ver trabajar y colaborar con los ingenieros y diseñadores para crear un vehículo único, a la altura de sus deseos y expectativas
Esta pequeña historia viene a cuento porque el Continental T constituyó la culminación de la serie Continental, manteniendo su elevado grado de lujo y añadiendo una dosis de comportamiento deportivo, mejorado por una batalla más corta respecto al R. Se modificó la amortiguación, con unos muelles más rígidos y unos amortiguadores más duros, aspectos que podían ser solicitados por el cliente y llevar un seguimiento, al igual que el resto del proceso de fabricación de “su” Bentley.
Sus cuatro ocupantes gozaban de todo el lujo, espacio y confort que podía ofrecer Bentley, con maderas nobles, pieles de primera calidad y aluminio pulido pero estaba pensado para viajes cortos con poco equipaje, pues su maletero ofrecía unos escasos 350 litros.
Su corazón era un V8 a 90o de 6.750 cm3, que entregaba 400 CV a 4.000 RPM, y un par motor máximo de 800 Nm a 2.000 RPM (a 1.000 rpm entregaba casi 400 Nm)
Se conformaba con dos válvulas por cilindro, y con semejante valor de par a un régimen tan bajo no necesitaba más ayudas para tener unas prestaciones dignas de un deportivo. La “T” viene de un turbo Garret AiResearch T048. De consumos no hablamos, carecen de importancia, tan solo mencionar que su depósito de combustible era de 107 litros.
Su caja de cambios era una automática de cuatro relaciones. Al principio nos pueden parecer pocas, pero mencionaré las velocidades de cada una a 1.000 RPM para hacernos una idea de lo que andaba el coche: 20,2 km/h en primera, 33,8 km/h en segunda, 50 km/h en tercera y 66,7 km/h en cuarta. Pensemos que sensación nos tiene que dar ir a 140 km/h de aguja a tan solo 2.000 RPM, con una entrega brutal de par de 800 Nm. ¡Uff!
Este Bentley Continental T se puede considerar como un auténtico capricho que unifica en un vehículo el lujo y el confort elevado a la máxima categoría, como solo sabe interpretar Bentley, añadiendo una dosis de deportividad nunca vista en un inmenso coupé con origen de berlina burguesa, a diferencia de Rolls Royce, más enfocada al confort total de sus pasajeros que a las prestaciones puras.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Prestancia, potencia, lujo…derroche de clímax señorial.