El Bentley 8 Litre era un extraordinario automóvil y fue el último fabricado por Bentley antes de que la empresa entrase en suspensión de pagos en 1931. En estas fechas ya existía la rivalidad entre Bentley y Rolls-Royce. Eligió un nuevo modelo para enfrentarse al Phantom II en el mercado de los automóviles de lujo: el 8 Litre.
Como su nombre indica, era un motor de ocho litros y seis cilindros con 220 CV. Se construyó sobre la base del exitoso modelo Speed Six, que obtuvo grandes victorias en las 24 Horas de Le Mans de 1929 y 1930, aunque este 8 Litre no participó nunca en la competición.
Apenas existían vehículos que pudiesen igualar su refinamiento, excelente chasis, potencia o precio. Resultó demasiado caro desarrollarlo, por lo que Bentley tuvo que desembolsar mucho efectivo. Como resultado de esta merma de dinero, Rolls-Royce tomó el control de Bentley a causa de su inminente bancarrota, por lo que la producción duró solo dos años y se construyeron solo 100 unidades de sus dos versiones, 35 de batalla corta y 65 de batalla larga, en diferentes estilos de carrocería abiertos o cerrados.
El Bentley 8 Litre estaba dotado de un enorme motor de seis cilindros en línea y 8,0 litros, con 220 CV al eje trasero que le permitían rodar por encima de los 160 km/h e incluso superar los 200 km/h según la versión. Estas prestaciones lo convertían en una de las berlinas más potentes y veloces de su tiempo
El Bentley 8 Litre era un coche realmente grande, pues medía 5.112 a 5.417 mm de largo y 1.740 mm de ancho; la altura era variable según la carrocería escogida. Como hemos dicho, presentaba dos batallas diferentes de 3.700 o 4.000 mm, de ahí sus dos longitudes de carrocería diferentes. También existió una versión de batalla corta, con 3.500 mm. Su peso mínimo era de 2.500 kg.
Su chasis se utilizaba para ser vestido por los carroceros más exquisitos y personales de su momento: Barker, HJ Mulliner, Vanden Plas, Gurney Nutting o Harrison, entre otros. Su construcción era de tipo escalera, con dos largueros y siete travesaños de acero de sección tubular, situado por debajo de los ejes para reducir el centro de gravedad.
Su interior parecía un salón rodante, con maderas nobles y cueros de primerísimas calidades. Todo estaba pensado para ofrecer el máximo espacio, lujo y confort para sus ocupantes, no en vano era un vehículo de lujo y se podía considerar como una limusina, sobre todo la versión de batalla larga.
La suspensión estaba formada por ballestas semielípticas como elemento elástico y amortiguadores de doble acción, con fricción en el eje delantero e hidráulicos en el eje trasero. El equipo de frenos contaba con cuatro tambores de 400 mm de diámetro asistidos por vacío. La dirección era relativamente rápida para los estándares de la época para circular por ciudad. Su diámetro de giro eran unos exagerados 17 ¡metros!
Sus más de 5 metros de longitud y 2,5 toneladas de peso no eran óbice para trasladar a sus ocupantes en un entorno de lujo, silencio y comodidad con un toque deportivo, como buen Bentley que era
Su motor de seis cilindros en línea y 7.983 cm3 (1.330 cm3 unitarios) llevaba un solo árbol de levas en cabeza y cuatro válvulas por cilindro. Bentley aseguraba que sus 220 CV garantizaban una velocidad máxima de más de 160 km/h, independientemente de la carrocería elegida, llegando a alcanzar los 200 km/h en el mejor de los casos.
Resultaba sumamente elástico, pues podía ir en la marcha más alta desde 10 km/h hasta superar los 160 km/h. Su principal problema era mantener una buena alimentación del motor a altas velocidades, sobre todo a altas temperaturas externas.
El bloque del motor era de hierro realizado en una sola pieza, sin culata desmontable, para evitar posibles problemas de sellado en la junta de la culata. Presentaba en un principio un sistema de encendido/ignición dual, respaldado por un magneto y una bobina, pero se desechó y se instalaron bobinas dobles con sus correspondientes bujías colocadas horizontalmente a cada lado de la cámara de combustión.
La alimentación se realizaba mediante dos carburadores dobles SU. El cárter de la casa Elektron era de enormes dimensiones y estaba realizado en magnesio, más ligero que el aluminio.
La caja de cambios de cuatro velocidades era de nuevo diseño y llevaba un embrague monodisco en seco. Este embrague se suponía delicado en un principio para digerir los 220 CV del motor y su monstruoso par, pero el tacto del pedal era sorprendentemente suave y ligero para compensar la dificultad de manejo de la palanca, por lo que no se auguraban problemas de durabilidad. Llevaba un sistema de bloqueo del diferencial. Tanto motor como caja de cambios iban montados sobre unos soportes de goma -tres cada uno-, aislando al chasis y a la carrocería de vibraciones indeseables.
Por ciudad no resultaba incómodo de manejar salvo por su pesadez y el enorme diámetro de giro de 17 metros mencionado anteriormente. Por carretera abierta había que ser consciente de su enorme tamaño, y por la necesidad de familiarizarse con la nueva caja de cambios, pues había que estar pendiente de la velocidad y del régimen del motor para realizar un cambio de marchas limpio y correcto; carecía de sincronizadores.
Pocos coches de su época podían ofrecer un nivel semejante de buen rendimiento, alegría y capacidad de buena conducción. Hoy se considera una codiciada pieza de coleccionista por su extraña belleza y no resulta nada fácil verlos fuera de las paredes de los museos o de los garajes de sus celosos dueños.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS