A partir de 1962, BMW se encontraba en pleno ascenso gracias a los eficaces modelos de su New Class. Además, Mercedes seguía dominando sin problemas los segmentos más esclusivos gracias a la sempiterna calidad de todas sus creaciones, asentadas en una magnífica labor en ingeniería rastreable hasta finales del siglo XIX. Así las cosas, ¿qué ocurría en Volkswagen? Pues bien, su papel era el de cumplir adecuadamente con las funciones propias de todo fabricante generalista para las gamas medias y populares. No obstante, acababa de adquirir Auto Union. El consorcio donde se englobaban las históricas Horch, DKW, Audi y Wanderer. De esta forma. Volkswagen vio en el revitalizar alguna de ellas la posibilidad de crear una gama con la que plantar cara a BMW y Mercedes en su propia liga. Algo que requirió años de trabajo e inversión, finalmente culminados con el Audi 200 Turbo 5T de 1979.
Pero vayamos paso a paso. Para empezar, Volkswagen tenía buenas razones detrás de la elección responsable de resucitar a Audi y no a otras marcas. La más importante de todas relacionada con el prestigio. Pues en Alemania, la simple mención de Audi remitía a algunas de las mejores páginas de la ingeniería automovilística nacional de los años previos a la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, a nivel de mercadotecnia era mucho más aconsejable resucitar una marca prestigiosa del pasado que intentar desarrollar berlinas Volkswagen de alta gama que, por muy buenas que pudieran ser, no dejarían de compartir gama con modelos mucho más populares. Un error que, por cierto, mientras lo evitaron en los sesenta lo cometieron en el 2002 con el Phaeton.
Bien, una vez escogida la denominación comercial con la cual trabajar, llegaba todo el trabajo de ingeniería. Para una empresa tan potente como el Grupo Volkswagen esto podía ser lento, pero evidentemente posible. Así las cosas se marcaron ir poco a poco, modelo a modelo, dando un plazo de unos diez años, hasta conseguir vehículos tecnológicamente equiparables a BMW y Mercedes. No obstante, hacer esfuerzos sin saber hacia dónde se están realizando resulta del todo absurdo. Algo así como si remásemos con todas nuestras fuerzas pero en un único lado de la barca, haciendo que ésta gire en círculos sin avanzar en absoluto. Y aquí llegamos al apartado más importante. ¿Qué personalidad dar a la nueva Audi? ¿Cómo venderla? Analizar al Audi 200 Turbo 5T nos da las pistas necesarias sobre qué escogió hacer el Grupo Volkswagen.
Cualquier marca necesita de una clara identidad para destacar frente a las demás, especialmente cuando se trata de una del segmento premium, donde la economía en la venta deja de ser un factor fundamental en la elección tomada por quien compra
Audi 200 Turbo 5T, los RS se empezaron a crear ahí de forma inconsciente
Si Volkswagen quería que Audi triunfase tenía que darle una personalidad clara y diferenciada respecto a sus principales competidoras. Y ésta no podía ser simplemente un precio más competitivo, pues cuando uno se dirige a los segmentos altos esto deja de ser una prioridad. Al fin y al cabo, el comprador dispuesto a dejarse una notoria suma de dinero debería ir buscando otras cosas. Una identidad de marca prestigiosa. Una mecánica notoria. Una comodidad sobresaliente… Decenas de características posibles entre las cuales elegir.
De esta manera, si Mercedes había optado por hacer de la clase, la calidad y la elegancia ejecutiva su razón de ser, BMW escogió desde comienzos de los sesenta dar un punto deportivo a sus modelos. Desde los de acceso hasta los más exclusivos, pasando por ser la marca que mejor unía el concepto de berlina con el de deportividad. Eso sí, siempre con el permiso de Jaguar aunque, al fin y al cabo, todo lo que estamos tratando iba especialmente referido al mercado alemán. Con este contexto, la misión adjudicada a Audi fue la de mezclar ambas ideas. Ser una especie de híbrido, ofreciendo berlinas de calidad al tiempo que desarrollaba variantes más deportivas de las mismas como la versión coupé del Audi 100 presentada en 1969.
Eso sí, para una década después ser deportivo en ciertos segmentos no sólo implicaba montar una estilosa carrocería fastback con dos puertas. Lejos de ello, el motor tenía que responder adecuadamente. Para ello, ¿qué mejor que bendecirlo con el soplido de un turbocompresor? Al fin y al cabo, era la tecnología de moda y si se aplicaba bien podía entregar sensaciones como la icónica “ patada “ al pasar de cierto número de vueltas. Algo que te esperabas en un coche decididamente deportivo, pero no quizás en una berlina como el Audi 200 Turbo 5T. Todo un carácter por tanto, justo en la forma que Volkswagen había planificado años antes.
La fiabilidad del bloque motor con cinco cilindros fue tan celebrada que la marca lo siguió usando hasta entrados los años noventa como una de sus señas de identidad, reclamándolo como un propulsor que podía usarse tanto en modelos de serie con poco más de 100 CV hasta en otros de competición por encima de los 300 CV
Eso sí, aquí nada se dejó al azar o la simple efectividad de ciertos trucos. Para nada. El Audi 200 Turbo 5T fue un vehículo de excelente calidad dominado por su fantástico bloque motor de cinco cilindros, el cual se aplicó en diversos modelos y evoluciones hasta 1996. Con una cilindrada que partió en los 2,1 litros la potencia ascendía hasta los 170 CV sin tener que esperar a un alto régimen de revoluciones para entregar fuerza ya que también tenía buen par a bajas vueltas. Además, la robustez de esta mecánica fue llamativa desde el primer momento, por lo que Audi había dado en la diana con un propulsor potente, fiable, con respuesta en cualquier situación y con el punto deportivo que daba el turbocompresor KKK al entrar en acción. En suma. Fueron necesarios unos quince años para resucitar a la que hoy es una de las marcas premium básicas en el mercado, pero con el Audi 200 Turbo 5T resultó obvio el buen camino recorrido.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS