Más allá del nombre, el AMC Matador fue un vehículo tan acertado como versátil. Es más, durante los años en los que la marca se lanzó a la experimentación con diseños controvertidos por bandera, esta opción de gama media con variantes coupé, sedán y ranchera se alzó como un estupendo baluarte para la contabilidad de la empresa. Pero vayamos por partes. Para empezar, lo primero a tener en cuenta es que estamos hablando de un modelo producido por la American Motors Corporation. Esto es obvio, pero al tiempo importante de recordar porque nos pone en situación sobre la comprometida situación de esta empresa.
Siempre a la sombra de los tres grandes de Detroit – Chyrsler, Ford y General Motors – aunque al mismo tiempo intentando competir en su misma liga. De esta manera, AMC debía hacer coches que se vendieran bien, pero también algún que otro modelo con el cual reivindicar su carácter minoritario con diseños de nicho o, sencillamente, experimentales. Gracias a esto último, durante los años setenta la marca coqueteó con la idea de introducir el concepto de compacto a la europea, a fin de competir con la avalancha de modelos japoneses sobrevenida desde la aparición en Estados Unidos de los primeros Mazda, Datsun y Honda a caballo entre los sesenta y setenta.
No obstante, debido a que el Gremlin o el Pacer ocupaban huecos muy determinados en el mercado, las cuentas siempre debían cuadrar gracias a otro tipo de diseños más convencionales para el estadounidense medio. Punto donde, precisamente, entra a jugar el AMC Matador de 1971. Un coche adecuado, lógico, sin complicaciones. Y además muy rentable para la empresa, ya que sobre la misma plataforma y gama se ofertaban hasta tres tipos de carrocería distintos. Es más, con el apoyo oficial de la marca el Matador Coupé llegó a estar presente en las series de la NASCAR desde 1972 hasta 1975. ¿Se puede estirar más la concepción de un modelo?
AMC siempre vivió a la sombra de Chrysler, General Motors y Ford. No obstante, especialmente en los setenta fue una empresa con bastante inventiva y espíritu innovador
AMC Matador, un tres en uno
Respecto al estilo general del AMC Matador éste no fue especialmente rupturista en ninguna de sus versiones. Justo lo que se pretendía pero, ¿qué es lo que escondía bajo el capó? Bueno, para empezar se trataba de una mecánica bastante solvente. Prueba de ello es la gran confiabilidad que consiguió generar en la policía, quien compró este modelo en carrocería sedán de forma masiva durante los setenta. Usándolos – y aquí viene la confirmación de su fiabilidad – durante muchos más años que unidades de otros modelos. Básicamente no se rompían y sólo precisaban de un mantenimiento cotidiano.
Además, la oferta de motores abarcaba desde un seis en línea con 3,8 litros hasta un V8 con 6,6. Mas que suficiente para cubrir la amplia horquilla de públicos a la cual se dirigía el modelo. Eso sí, con cubicajes claramente planteados antes de la irrupción de la Crisis del Petróleo. Algo que en AMC se intentó remediar con los diseños compactos antes mencionados y que, en última instancia, culminó con la fabricación de automóviles Renault durante la década posterior.
Ahora, ¿cuándo llega la página más interesante en la historia del AMC Matador? Pues precisamente en el mismo año de su salida al mercado. Todo ello gracias a la aparición del paquete opcional Machine Go. Algo que vino al rescate de la presencia de AMC en el segmento de los muscle car, seriamente dañado tras el espectacular incremento de las tasas de seguro aplicadas a estos coches con un alto índice de accidentes así como por las nuevas regulaciones en materia de emisiones. De hecho, la marca dejó de producir en 1970 la que había sido su mayor apuesta para este nicho de mercado: el Rebel Machine.
Una de las cuestiones más interesantes de este modelo es que, con la misma base, consiguió ser tanto un sedán familiar de gama media como un impactante coche para los óvalos de la NASCAR
Debido a esto, decidió tomar como base al coupé del Matador potenciándolo con este paquete donde no sólo había mejoras visuales como la carrocería bitono, sino también unas nuevas llantas con neumáticos Goodyear de competición, una nueva suspensión más dura y dotada de barra estabilizadora, frenos de disco con rendimiento mejorado e incluso un diferencial más depurado para su uso en circuitos. Es decir, resultaba uno de los muscle car más efectivos – y hoy en día desconocidos – de la época, poniendo al alcance de los concesionarios algo relativamente similar a lo que, con cierto éxito, estaba lanzando la división de carreras de AMC a los óvalos de la NASCAR. Aquel vehículo que llegase a ser pilotado por Mark Donohue, desgraciadamente fallecido en 1975 en un accidente durante unos entrenamientos de F1.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS