Amantes del Porsche 911, aquí va una consigna: sólo con echarle un vistazo a su apariencia, ¿reconocen a este ejemplar por sus colores? Quien conozca en profundidad la vida y obra del deportivo definitivo de Zuffenhausen, probablemente sepan de cuál se trata. Y para ellos, al leer la insignia que lleva aplicada sobre ambas puertas, debería ser todo pan comido.
Modelo 1965, que sea uno de los primeros que salieron de la línea de montaje resulta suficiente para catalogarlo como coleccionable y, desde allí, darle el cuidado y la conservación que se merece. El bóxer seis cilindros 2.0 está, pero ya no en el grado de originalidad con que salió de fábrica. Al respecto, el motivo que hace a este coche todavía más coleccionable: ¿y si les digo que es uno de los primeros 911 refrigerados por aire, pero al mismo tiempo es uno de los últimos de aquella era?
A este Porsche 911 le han dado una segunda vida en 1990 y ese año recibió tecnología que no le correspondía en sus tiempos de clásico, mejoras que lo alejaron de sus pares de primera generación e hicieron que se mezclara con los de la serie 964, de la que heredó su característica pintura Maritime Blue, pero sobre todo con la generación 993, porque hubo que esperar hasta el inicio del lustro final del siglo para la puesta en práctica de su conversión.

La reseña de RM Sotheby’s, que lo anuncia a subasta a un valor estimado de entre 100.000 y 150.000 euros –¿no les suena a poco, dado su pasado y su peculiaridad?– aporta fotos de archivo, cortesía del dueño vendedor, que muestran a este 911 en su estreno en circuito: el Rallye Histórico de Baviera de 1996, uno de los reductos de este evento destinado, precisamente, a los coches históricos.
A ambos laterales de este modelo 1965 hoy se lee el apellido de uno de los artífices de este proceso experimental. Una vez abandonada la línea de producción, el coche se exportó en algún momento que no se precisa y, de regreso a Alemania, cayó en las manos y en la experiencia de Oliver Bienert y Manfred Rugen, por entonces ingenieros de Porsche, encargados de adaptar la carrocería y el motor, respectivamente. Un motor trabajado para poder generar hasta 195 caballos, unos paneles más ligeros, asientos Recaro y una puesta a punto del interior centrada en los requisitos FIA, como la jaula antivuelco que hoy respeta el amarillo que se le aplicó en aquel período. En todo esto se resumieron los cambios.
Destaco el historial de este coche. Mencioné antes la importancia de conservar un ejemplar de este tipo y es lo que, a la luz de los hechos, ha sucedido, porque, lejos de caer en el olvido, este Porsche 911 del ’65 siguió mutando. Desde hace unos 12 años que su seis cilindros 2.0, cambio de levas y balancines de por medio, cuenta con una configuración de “carretera rápida” y hace cinco años el mismo bóxer entró en una etapa de reconstrucción de dos años. Todo hecho por el mismo experto: Matthias Hoeing, un ex ingeniero de la división Porsche Motorsport.
Mauro Blanco
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