Pese a que hoy en día -y a salvedad de los RS-, Audi sea sinónimo de coches bien hechos, pero en cierto modo aburridos y poco emocionantes, en estas fechas estamos de efemérides, ya que esta marca hace 40 años se adelantaba al resto y sacaba al mercado un coupé del segmento D con tracción total permanente y un potente motor turboalimentado. Este coche era el Audi Quattro o Ur-Quattro –“Ur” en alemán significa original o primero de su tipo-.
Sobre la base del Audi Coupé -también lanzado en 1980 y que compartía plataforma con el Audi 80 (B2)-, el Quattro -o conocido como Typ 85 de manera interna-, fue presentado en el Salón de Ginebra celebrado en marzo de ese año, circulando las primeras unidades por las calles en otoño. Antes de entrar en lo que dio nombre a este coche, y como denominación para los sistemas de tracción total de Audi desde aquel momento, departiremos sobre las diferencias estéticas con el Coupé quattro (que vino en 1984), porque haberlas, “haylas”.
De primeras, unas bonitas aletas ensanchadas tanto detrás como delante; muy en boga en cualquier deportivo basado en un coche normal que se preciara en los años 80. Para seguir, unos faldones laterales y parachoques delanteros y traseros más prominentes, además de una cola de escape doble en la parte trasera izquierda, neumáticos más anchos -de 205 milímetros sobre llanta de 15 pulgadas-, y lavafaros de serie.
Pero lo de verdad diferente, que le daba nombre, y, que le ha hecho convertirse en un mito de las cuatro ruedas, se encontraba debajo de su carrocería: un ligero e innovador sistema de tracción a las cuatro ruedas permanente -sistema quattro-, que se transmitía a través de una caja de cambios manual de cinco velocidades.
Este sistema contaba con un eje secundario hueco que permitía la circulación de la fuerza de tracción en dos direcciones -delante y detrás-. A través de él, se enviaba un 50 % del par al eje trasero a través de un diferencial central, disponiendo el eje trasero de uno autoblocante. Lo que le hacía único era el no tener que contar con una caja de transferencias ni un segundo árbol de transmisión, a diferencia de los 4×4 existentes hasta aquel momento. Podéis ver todo esto de forma gráfica en el vídeo histórico “El principio quattro”.
Este innovador sistema pronto entraría en juego en la competición, con el debut del Audi Quattro en el campeonato del mundo de rallyes en 1981 -gracias al cambio de reglamentación que hizo la FIA en 1979, que permitiría el uso de la tracción integral-.
Sólo uno año después conseguiría el título, pero rivales como el Lancia 037 eran más efectivos en asfalto, gracias entre otras cosas al no tener el motor colgado por delante del eje delantero -el Quattro al final, no dejaba de ser una arquitectura clásica de tracción delantera adaptada, lo que empeoraba el reparto de pesos-, y, también gracias a una menor distancia entre ejes -la del Audi era de 2.524 milímetros, mientras que la del Lancia era casi 100 milímetros menor-, cosa que le hacía más ágil y efectivo en ciertas circunstancias, pese a ser propulsión trasera.
En su parte mecánica, que tomaba directamente del Audi 200, un motor de 2.1 de cinco cilindros en línea en posición longitudinal, sobrealimentado por turbocompresor y con intercooler, que declaraba una potencia final de 200 CV a 5.500 vueltas y un par máximo de 285 Nm a 3.500 RPM. Según su ficha técnica, alcanzaba los 220 km/h de velocidad máxima, mientras que llegaba a los 100 en sólo 7,1 segundos, declarando un consumo medio inferior a los 12 litros a los 100 km, en ciclo mixto.
Además de las diferencias en la mecánica y en el sistema de tracción, con respecto al Coupé, equipaba frenos de disco en las cuatro ruedas -de 280 milímetros de diámetro en el eje anterior y sólidos y de 240 en el posterior- y un esquema de suspensión trasera de tipo McPherson -en vez de eje rígido-.
Este Ur-Quattro recibiría modificaciones tanto a nivel mecánico -se elevaría su cilindrada hasta los 2,2 litros y su potencia hasta los 220 CV-, y a nivel estético: modificaciones tanto en materiales del salpicadero, como de ubicación de la botonería del mismo, cambios en el volante; e incluso, una instrumentación en LCD verde en 1983 y naranja para el año 1988; en vez de la analógica de origen.
Tras 11.452 unidades vendidas para el mercado europeo, este modelo fabricado casi de manera artesanal sería sustituido por el Coupé B3 en 1991, pero ya perdiendo por el camino el exclusivo nombre a secas de “Quattro”, que, a partir de entonces, ya sería un apellido para designar a un Audi de tracción integral, llevara debajo de su capó un motor diésel de 110 CV o un gasolina de 600 CV.
Si te quieres hacer con uno, ve preparando más de 40.000 euros. Un mito viviente, ya convertido en un admirado y exclusivo clásico, que no sale nada barato.
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Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)COMENTARIOS