Este elegante coupé llegado desde Crewe (Reino Unido) y “vehículo utilitario” de futbolistas o estrellas de cualquiera otra índole era enorme por su motor allá cuando salió en 2003. También lo era por su mastodóntico tamaño -usaba una plataforma recortada del Volkswagen Phaeton, pero se iba a las casi 2,5 toneladas de peso-, o enorme también, era la calidad de sus interiores. Este primer Bentley completamente nuevo, desde que esta marca formara parte del grupo Volkswagen, era el Bentley Continental GT.
Diseñado por Dirk van Braeckel, montaba en sus entrañas un motor compartido con su hermano pobre barato, el Volkswagen Phaeton. Esto es, un enorme 6 litros de 12 cilindros en “uve doble” y 48 válvulas- dos bloques VR6, o de seis cilindros en uve estrecha, unidos- pero modificado para la ocasión por la propia Bentley.
Se le acoplaron dos turbocompresores KKK, que rindiendo a una presión máxima de soplado de 1,7 bares, generaban una potencia final de 560 CV a 6.100 vueltas -se podía estirar hasta las 6.500- y una cifra de par máximo de 650 Nm entre 1.600 y 6.000 vueltas, rindiendo 150 CV al inicio de la entrega de par. Con este GT no ibas a tener problema para efectuar adelantamientos en un abrir y cerrar de ojos.
Este “motoraco” iba colocado -como no podía ser de otra manera-, en posición longitudinal delantera, y, transmitía su potencia a las cuatro ruedas a través de una caja de cambios automática de seis velocidades con posibilidad de manejo secuencial, fabricada por ZF. En su momento, Bentley afirmaba que este coche era el cuatro plazas más rápido del mundo. Y era totalmente creíble, como atestiguaba su sprint hasta los 100 km/h en 4,7 segundos o su velocidad máxima tarada en 306 km/h.
Esta afirmación era principalmente por su velocidad máxima, que no estaba limitada como en rivales como el Mercedes CL 65 AMG; pero este último le ganaba por dos décimas en llegar hasta los 100 km/h. Su consumo oscilaba entre los 17 litros de media si no abusabas del pedal derecho, hasta los 30 l/100 km si efectuabas una conducción más deportiva. La parte buena era, que contaba con una autonomía decente gracias a su depósito de combustible con capacidad de 90 litros de caldo gasolina de 98 octanos.
La comodidad de marcha de este GT, más propia de una alfombra voladora, era debida en parte a la suspensión de muelles neumáticos controlados electrónicamente y de dureza variable continua -con un esquema de paralelogramo deformable en ambos ejes, tomado directamente como muchas otras cosas, del Phaeton-.
En su exterior lucía unas líneas clásicas de GT, con suaves curvas, mucha chapa, los característicos faros redondos de la marca y unas enormes llantas -para el año 2003-, de 19 pulgadas de diámetro sobre neumáticos de 275 milímetros de ancho. Contaba con un alerón retráctil que se desplegaba a partir de altas velocidades.
Si pasábamos a su interior nos encontraríamos con una calidad superlativa: las mejores pieles tapizaban el salpicadero, como también sus asientos; además de maderas nobles y muchos pulsadores en metal de verdad -otros eran de plástico y heredados del Phaeton, como también lo era su sistema de multimedia/navegación o el de climatización-. Se notaba otro nivel con respecto a su hermano de Volkswagen en cosas como la moqueta del suelo o las gruesas alfombrillas de suave lana que cubrían el suelo.
Como curiosidad, el salpicadero era completamente simétrico, lo que facilitaba la tarea de fabricar los coches, fuera donde fuera ubicado su volante. Su lujoso interior permitía acomodar con comodidad a cuatro pasajeros de buena talla, aunque los traseros se verían algo perjudicados en la cota de altura. Permitía guardar todo su equipaje en un decente maletero de 370 litros.
Podríamos enumerar su equipamiento de serie; pero en un coche como este en el que el listado de elementos tanto de serie, como opcional, es interminable. Podemos citar una chuchería muy curiosa y cara: un reloj Breitling situado junto a las salidas de aire centrales con una tipografía característica de los Bentley de antes de la II Guerra mundial.
¿Su precio? 193.830 euros de 2003, o casi 260.000 euros a día de hoy, una cifra que lo acercaba a solo una minoría dentro de los mortales. Hoy te puedes hacer con una buena unidad desde unos 25-30.000 euros, pero piensa que los gastos de combustible, mantenimiento y seguro, serán masivos; como lo es este bonito coche.
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Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)COMENTARIOS