El Fiat Argenta Turbo D no era más que una evolución de una versión de un modelo ya conocido en nuestro país, el Fiat/SEAT 132. En 1983 se realizaron cambios sutiles pero de calado, tanto a nivel de carrocería como de mecánica, consiguiendo un mayor espacio interior y una mejor aerodinámica en general. El nuevo Argenta estrenó la calandra de barras inclinadas.
Un detalle estético que llamaba la atención era la joroba que tenía en el capó, algo obligado por el tamaño del propulsor, con demasiada altura para entrar en el vano motor
Este clásico propulsor, conocido como Sofim, era un conocido por los conductores españoles de la época, usado en el modelo SEAT 131, conocido como “dromedario” por la evidencia en su capó. Su línea clásica era la típica de estas berlinas, con una cintura baja y una gran superficie acristalada.
Realmente resultaba un coche amplio teniendo en cuenta la talla media del españolito medio en los 80, alrededor de 1,70 metros. El mullido de los asientos tenía la dureza justa para no cansar en los viajes largos, aunque carecía de reglaje lumbar. El cuadro de mandos resultaba claro y legible, pero carecía de cuentarrevoluciones, aunque contaba ya con un pequeño ordenador de a bordo con la información más importante de la mecánica.
El espacio para los pasajeros traseros era más que notable, a costa de restar espacio al maletero; el gran tamaño del depósito de combustible también restaba espacio al mismo. La visibilidad trasera no era buena a causa de los reposacabezas traseros. Era un coche notablemente rápido, con una imagen ajustada al concepto de lujo que se tenía en su momento.
Donde sí fallaba era en los aspectos del ruido y de los humos; al ralentí era inconfundible su castañeteo, al igual que las humaredas en el arranque en frío o cuando se aceleraba a tabla, “el ataque del calamar”. En prestaciones se notaba la presencia del turbo, siendo equiparables a las de una berlina rápida alimentada por gasolina, tanto la velocidad máxima como las aceleraciones, y sobre todo las recuperaciones.
El propulsor de cuatro cilindros iba en disposición delantera longitudinal, con una cilindrada de 2.445 cm3, entregando una potencia de 90 CV a 4.100 RPM, y un par máximo de 196 Nm a 2.400 RPM. La caja de cambios era manual, de cinco velocidades, que transmitía la potencia del motor al eje trasero.
Su velocidad máxima era de 164 km/h. Podía acelerar a 100 km/h en 12,4 segundos y los primeros 1.000 metros en 35,7 segundos. Las recuperaciones eran correctas, de 80 a 120 km/h en cuarta en 11,4 segundos y en quinta 14,9 segundos. En cuanto a sus consumos, se conformaba con 9,6 l/100 km en recorrido urbano, 5,8 l/100 km a 90 km/h de crucero, y 7,3 l/100 km a 120 km/h de crucero. No son malos datos para un petrolero de 90 CV y 1.300 kg de peso, a principios de los 80, entiéndase.
Su motor era bastante elástico, pues te permitía ir a muy bajo régimen en marchas largas y acelerar sin notar los típicos traqueteos de estos motores en estas condiciones
La palanca de cambios resultaba muy dura en su accionamiento, pero precisa y de recorridos cortos. El equipo de frenos iba dotado de discos en ambos ejes, con una buena dosificación de la frenada. La dirección hacía gala de una gran suavidad de accionamiento, con tres vueltas de tope a tope.
Las suspensiones intentaban conseguir el equilibrio entre comodidad y comportamiento, siendo independiente en el eje delantero. En firmes buenos y en conducción sin pretensiones deportivas se notaba el buen quehacer de muelles y amortiguadores, pero en carreteras reviradas la inclinación de la carrocería se hacía evidente.
A ello acompañaba el hecho de llevar el eje trasero rígido y unos neumáticos de perfil “bajo” -185/65 R14-. Con el firme en mal estado el eje trasero era rebotón, y en frenadas intensas hundía el morro en exceso. También destacar su tendencia a irse de morro por el peso y la disposición del motor, sobre todo con el suelo mojado. Al ser un motor pesado y longitudinal el momento polar de inercia es superior, algo “inevitable” si no se retrasa la colocación del mismo.
Su principal desventaja era su diseño anticuado, pero se consideraba un coche fiable y de categoría, casi de representación. En nuestro país las ventas fueron testimoniales, pues se ofreció muy tarde y con versiones ridículas para su precio, 2 millones de pesetas, unos 50.000 euros de hoy. La verdad es que se planificó como un coche puente entre el Fiat 132 y el Fiat Croma, mucho más moderno en todos los aspectos.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS