¿Qué decir del Ferrari GTO que no se haya dicho ya? El primer superdeportivo de los de Maranello, el regreso de la insignia del Gran Turismo Omologato tras la fama tomada a perpetuidad por el 250 1962, dueño de una belleza intrínseca –lo digo yo, pero también los expertos de la época– y un biplaza que mejoraba a su sucesor de mercado, el 308 GTB, en cuerpo y alma, si por cuerpo nos referimos al chasis y la carrocería y por alma al V8 que iba montado atrás.
Una carrocería más a tono con el poder de los 400 caballos que transmitía, pues redefinía el diseño y la fabricaba con materiales más avanzados, sobre un chasis tubular de acero ahora más largo para una batalla superior; un ocho cilindros en posición longitudinal en lugar del transversal de su predecesor, un motor que por reglamentación de la FIA no pudo ser el 3.0, por lo cual pasó al 2.8, para que la equivalencia de su turbocompresor le permitiera a Ferrari hacerlo competir en la clase de cuatro litros del Grupo B. Mismo caso el del Porsche 959.
Y una reglamentación de la FIA que obligaba a homologar mínimamente 200 unidades. Suficiente producción para correr en circuito, insuficiente para los clientes. Octubre del ’85, la fecha en que el último Ferrari 288 GTO, el número 271, terminó de fabricarse. El último que no sería el último. Pronto saldría el excedente, el que nunca debería haber existido. No solo existió, sino que aquí desafío a todos los GTO del mundo a que superen la sesión de fotos que al número 272 le regalaron por sus 30 años.
Marzo de 1986. Sin público a la vista en el autódromo de Reggio Emilia. No, ni en Ferrari ni en Fiat. Es una presentación privada y rápida. El GTO que no estaba en los planes se entrega a su legitimo dueño. Sin dudas, el cliente más especial de este superdeportivo y eso no es poco decir, pues cuando a Niki Lauda, quien quería uno pero había llegado tarde al reparto, se le dijo que no en un principio, la explicación radicó en que los 271 ejemplares originales ya habían sido asignados.
El número 272, una unidad fabricada en conjunto por las dos firmas italianas, fue el producto de la insistencia del tres veces campeón mundial, quien en ese momento ejercía como consultor para ambas. Intervención mediante de Vittorio Ghidella –el por entonces CEO de Fiat–, Ferrari accedió a la inusual excepción. Hay quienes interpretan la entrega de este GTO a Niki Lauda como una carta de disculpas de Enzo, con quien se había roto la relación a partir del abandono que le costó el título en el último Gran Premio de 1976, y quien, con sus decisiones posteriores, empujó a que el austríaco le dijera arrivederci a la Scuderia tras ganar su segundo campeonato.
Lauda fue el cliente más especial por nombre, pero también por la calidad del acabado de su GTO, cuya configuración –asientos con insertos rojos y funciones que Ferrari ofrecía opcionalmente como el aire acondicionado y los elevalunas eléctricos– era superadora. Por fuera, el Rosso Corsa y la matrícula EE 304 AK, vista en una recordada fotografía junto al recordado piloto y el BMW E32 1987. Claro, al momento de la toma todavía era dueño del superdeportivo italiano.
Sería uno de los últimos momentos del también campeón con McLaren con su Ferrari GTO, pues a finales de los ochenta lo vendió y el coche experimentó una sucesión de propietarios hasta exportarse a los Estados Unidos. A partir de allí, el salto es hacia su mencionada sesión de exteriores del 2016, cuando aquella matrícula para los Escursionisti Esteri volvió a verse en la edición de julio de aquel año de Octane Magazine.
Fue la estrella de aquel número y la portada de la revista, y fue el fotógrafo de aquella sesión quien, a través de su cuenta de Behance, compartió las 32 imágenes y algunos detalles sobre aquella jornada inolvidable. Residente de Los Ángeles, esto publicó el artista Webb Bland en su plataforma personal:
“A principios de este año, tuve el gran honor de pasar dos días con el último Ferrari 288 GTO jamás fabricado; el coche que Enzo Ferrari encargó personalmente que se construyera para la leyenda de las carreras de Fórmula 1 Niki Lauda, seis meses después de que terminara la producción de la serie original de GTO, lo que convirtió a este coche en el único 288 GTO de 1986 del mundo. Incluso todavía lleva la matrícula italiana original, treinta años después.
Este vehículo en particular tiene un valor histórico incalculable, fue un privilegio que nos encargaran fotografiar esta obra de arte.
Nuestro objetivo era doble: uno, fotografiar el artículo de portada de la edición de julio de 2016 de Octane Magazine, y dos: simplemente producir la colección de fotografías más completa de uno de los supercoches Ferrari ‘modernos’ más raros del mundo. ¡Espero haber logrado esto último!“
Mauro Blanco
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