En diciembre de 1991 se ponía en circulación un coche que hoy sería imposible por las calles: el FIAT Cinquecento. Un automóvil extremadamente pequeño, que apenas superaba los tres metros de largo y que nacía con una clara vocación urbana y económica, pues no solo era pequeño, sino que también era sencillo e incluso un poco espartano. No se vendió nada mal, aunque se han dejado de ver por las calles desde hace bastante tiempo, al igual que su reemplazo, el FIAT Seicento.
La comercialización del FIAT Cinquecento se inició algo después de su presentación, ya entrado el año 1992. Se ofreció con una gama que dejaba claro su orientación urbana, ya que el motor más potente fue un cuatro cilindros de 903 centímetros cúbicos con 41 CV, aunque había uno todavía más modesto, un bicilíndrico de 704 centímetros cúbicos con 30 CV. Se puede apreciar, por tanto, que no era un coche rápido y que las salidas a carretera no eran su fuerte, sobre todo porque las capacidades de sus mecánicas impedían una elevada velocidad de crucero.
Pero que fuera eminentemente urbano, no impedía que se fuera a por el pan con algo de estilo y, ¿por qué no?, también con deportividad. Por eso, en 1994 pusieron en circulación el FIAT Cinquecento Sporting, una variante mucho más gamberra e incluso atractiva, pues el concepto que representaba resultaba bastante interesante y el tratamiento estético que le aplicaron lo volvía más apetecible. Era, salvando las distancias, una interpretación a la italiana del Mini Cooper S ideado por el señor John Cooper allá por la década de los 60: coche pequeño y económico, batalla corta, ligero… y con un motor que, sin ser la repanocha en cuanto a potencia, le daba un toque más dinámico.
El Cinquecento Sporting tenía el motor de mayor desplazamiento, un cuatro cilindros con 1.100 centímetros cúbicos, que, por supuesto, también era el más potente de la gama: 54 CV a 5.000 revoluciones. Con este propulsor se lograba una relación peso-potencia de 13,6 kg/CV, gracias a sus 735 kilos de peso. Este motor, además, formaba parte de la conocida familia FIRE y estaba ensamblado por meticulosos robots.
No cabe duda que la combinación de elementos resulta interesante, pero es evidente que tampoco era un coche espectacularmente veloz. La velocidad máxima anunciaba era de 150 km/h y hacía el 0 a 100 km/h en 13,8 segundos, los 400 metros también con salida parada en 19,1 segundos y el kilómetro en 36,1 segundos. Sin embargo, callejear con el FIAT Cinquecento Sporting era una actividad que pocos podían igualar.
Curiosamente, la marca creó la Copa Cinquecento, una competición monomarca con este pequeñajo que se celebraba en diferentes países de Europa, pero no tenía como protagonista al Cinquecento Sporting, en realidad, la base de los coches de aquella competición era el Cinquecento con el motor de 908 centímetros cúbicos. La marca vendía un kit que convertía al pequeño italiano en un coche de rallyes del Grupo A, aunque nuestros amigos de La Escudería aseguran que tienen registros de dos evoluciones, una de ellas basada en el Sporting cuya potencia llegó a nada menos que 114 CV a 7.750 revoluciones.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Yo he conducido la versión comercial de este coche, y salvo por su corta autonomía (tiene un depósito ridículo) he de decir que en líneas generales estoy muy satisfecho con el. Agil y muy versátil, ojala hubiera probado esta “pelotilla picante” del reportaje.