El Ford Sierra fue, posiblemente, uno de esos coches que siempre quedarán en el recuerdo. Presentado en 1982, era un modelo que sorprendió a todo el mundo por su diseño, que resultó totalmente rompedor en aquellos años, por su relación precio-producto y en general, por ofrecer un gran conjunto. Fue uno de los últimos Ford con propulsión y por supuesto, siempre será recordado por sus variantes deportivas, como los Sierra XR4i o los Sierra RS Cosworth.
Pero, curiosamente, el Sierra tiene una historia que no todo el mundo conoce, una historia que se desarrolló al otro lado del Atlántico y que arranca dos años después de hacerlo en Europa. Corría el año 1984 y Ford, como les ocurría a otras marcas yankees, quería aprovechar una tendencia muy llamativa que se había establecido en Estados Unidos, y que se tenía a los coches deportivos con ascendencia europea, como el deseo de los adinerados conductores estadounidenses y de los aficionados al automóvil. Mientras otros diseñaban y ponían en circulación modelos con diseño y detalles de origen europeo, Ford prefirió, directamente, coger el Ford Sierra y ponerlo a la venta en Estados Unidos.
El caso es que no puso toda la gama del Sierra, y no lo comercializó bajo su propio logotipo, en realidad se vendió una versión que se basaba en la carrocería de tres puertas del Sierra XR4i y su denominación comercial era Merkur XR4Ti. El logotipo y el nombre de la marca original no aparecía por ningún lado y además, contaba con detalles específicos para el mercado norteamericano, como los paragolpes –normativa de impactos obligaba– o el capó, que era más voluminoso con el objetivo de dejar más hueco en el vano. La primera serie, lanzada al mercado en 1984, se ofreció con el famoso alerón biplano del XR4i, pero en 1988 se pasó a ofrecer con un solo plano, mucho más sencillo. Había tres opciones de llantas, tapicería de cuero, regulación en altura del asiento del conductor, computadora de a bordo, cambio automático en opción…
Bajo el capó había un motor específico para Estados Unidos, que cumplía con las normativas de emisiones locales. Se trataba de un bloque de 2,3 litros –cuatro cilindros en línea, 2.301 centímetros cúbicos–, culata de dos válvulas y turbo, que rendía 130 kW –176 CV– a 5.200 revoluciones y 271 nM de par a 3.000 revoluciones. Cifras que llegaban al eje trasero mediante un cambio manual de cinco relaciones, o bien, a través de un cambio manual de tres marchas. El 0 a 100 km/h lo había en 7,8 segundos –el 0 a 60 mph, en 7,4 segundos– y su velocidad máxima se cifraba en 208 km/h.
Curiosamente, mientras el Ford Sierra arrasaba en ventas allá donde se ofrecía –incluso en Argentina o Sudáfrica–, el Merkur XR4Ti apenas recibía atención por parte de los usuarios estadounidenses. Se fabricaba en Alemania, en la misma línea de producción del Sierra, y se vendieron 42.400 unidades entre 1985 y 1989. El Ford Sierra, que se fabricó en 1982 y 1993, superó el millón de unidades…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS