Si hubo una empresa en España que podía ser identificada con el lujo y la exclusividad a principios del siglo pasado, esa fue la Hispano Suiza. Coches vanguardistas, con una tecnología envidiable en su época y con un exquisito refinamiento que hicieron que estos vehículos fuesen deseados por las élites del planeta. Sus clientes, el Sha de Persia, el rey Alfonso XIII y Pablo Picasso entre muchos otros.
La empresa fue fundada en Barcelona en 1904 por los empresarios Damián Mateu Bisa, Francisco Seix Zaya y el ingeniero suizo Marc Birkigt. Su gran desarrollo vino durante las tres décadas posteriores.
Muy pronto comenzaron a participar en carreras de forma oficial. El espaldarazo definitivo para la marca llegó en septiembre de 1910, cuando sus pequeños autos de competición quedaron vencedores en los Grand Prix de Ostende y Boulogne, las pruebas automovilísticas de mayor repercusión entre las que se celebraban por aquel entonces.
En 1911 ya se había establecido una filial en Francia y en 1914 se abría una fábrica en Bois-Colombes que pronto sobrepasó a la matriz española en producción.
La factoría francesa se dedicó en sus inicios principalmente a la fabricación de motores aeronáuticos para la incipiente aviación militar francesa. Birkigt tuvo una idea muy interesante durante el desarrollo de este motor, decidió realizarlo en aluminio, dando como resultado un propulsor mucho más ligero que cualquier otro de la época. El éxito fue absoluto y el motor se licenció para casi todos los fabricantes de motores de aviación de los aliados. El llevar esta idea a los motores de sus automóviles solo fue cuestión de tiempo. En 1920 se produce la nacionalización de esta fábrica por parte del gobierno francés, necesitado de estos ingenios urgentemente a la vista del conflicto que se avecinaba en Europa.
El éxito cosechado con los motores de aviación hizo que el capital de la empresa creciese enormemente, pudiéndose iniciar una expansión y construyendo una nueva fábrica. Es en ese momento cuando se incorpora un nuevo emblema a la empresa, además de las banderas de España y Suiza, la cigüeña, en honor a la escuadrilla de aviación francesa equipada con motores Hispano Suiza.
La guerra civil española supuso un alto en la producción de automóviles, centrándose en el desarrollo de diverso material militar. Después de la contienda, el régimen consideró que era prioritario para el país la fabricación de camiones y autobuses, por lo que en 1946 la Hispano Suiza terminó vendiendo todos sus activos a la recién inaugurada ENASA.
En 2019, en el Salón del Automóvil de Ginebra, los entusiastas del automóvil recibieron una sorpresa muy agradable, ¡La Hispano Suiza resucitaba!. Su nuevo automóvil, el Carmen, es un supercoche totalmente eléctrico con potencia suficiente para poner en apuros a un Bugatti Veyron. Con dos motores eléctricos que impulsan las ruedas traseras, el Carmen rinde 1.019 CV y 1.000 Nm. El diseño del Carmen está inspirado en el H6B Dubonnet Xenia de 1938, una auténtica belleza de la época.
Hispano Suiza sigue teniendo su sede en Barcelona y está dirigida por el bisnieto de Damián Mateu, Miguel Suqué Mateu. Con una producción limitada a sólo diecinueve unidades, incluido el modelo Boulogne de edición especial, La Hispano Suiza Fábrica de Automóviles S.A. ha vuelto con fuerza.
Ángel Arias
La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.COMENTARIOS