Hablar del Lancia Delta es crear en la mente de los aficionados la imagen de un coche de rallies, con aletas anchas, grandes tomas de aire y un motor 2.0 turbo que superaba los 200 CV en sus últimas evoluciones. Sin embargo, el Delta, la primera generación del compacto italiano, tuvo otras variantes que, quizá, no sea tan apasionantes como el HF Integrale, pero igualmente merecen algo de atención. Sobre todo, porque en su momento, eran versiones que tenían cierto talante dinámico y que estaban enfocados a los amantes de los coches.
Versiones como el Delta GT 1600, que llegó al mercado en 1982 y que presumía de ofrecer 105 CV para solo 975 kilos de peso. El Lancia Delta había sido presentado en 1979 y se buscaba ofrecer un conjunto muy similar al Volkswagen Golf –sí, ya por entonces era una de las referencias del mercado– pero al más puro estilo italiano: clase, una elegancia muy personal y características dinámicas tirando a deportivas. Era un coche mucho más pasional y visceral que el serio y correcto Golf, que seguía pautas puramente germanas.
La puerta de largo del Lancia Delta GT 1600 tenía como objetivo abrir la puerta de la firma italiana al segmento de los GTI, con la intención de presentar competencia directa al Golf GTI. Sin embargo, aunque el conjunto era interesante, había cosas que se quedaron por el camino. Por ejemplo, la presentación exterior era la misma que cualquier otra versión del modelo, sin rastro de detalles que delataran su condición de versión más prestacional y deportiva. De hecho, las llantas que se ofrecían de fábrica era de chapa estampada y 14 pulgadas, con las de aluminio como un extra a pagar aparte. Tan solo se podían reconocer por los anagramas con las letras “GT” en la calandra o en algunas zonas de la carrocería.
De todas formas, bajo su discreta apariencia, escondía algunas cosas interesantes. Cosas como el motor tomado directamente del FIAT Ritmo Abarth 105 TC, un cuatro cilindros de 1.585 centímetros cúbicos, culata de ocho válvulas y alimentación por un carburador invertido de doble cuerpo. Se anunciaban 105 CV a 5.800 revoluciones –el Ritmo TC declaraba la misma potencia pero a 6.100 revoluciones– y un par de 135 Nm a 3.300 revoluciones. El cambio era manual de cinco relaciones y la potencia se enviaba, como en todos los Delta, a las ruedas delanteras.
Así, Lancia homologaba una velocidad máxima de 184 km/h, un 0 a 100 km/h en 10,2 segundos y el kilómetro con salida parada en 32,4 segundos. Cifras aderezadas con un chasis puesto a punto para la ocasión.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS