En el año 2004 apareció la tercera generación del Opel Astra, el H –Opel identifica las diferentes generaciones con una letra del abecedario, y en el caso del Astra se cuenta desde el Kadett, pues no cuenta modelos sino categoría–. Un coche que suponía un salto espectacular respecto a la generación anterior, tanto por diseño, como por planteamiento. Sin embargo, aunque fueron coches que lograron una gran aceptación y una muy buena crítica, todavía le faltaba algo y ese algo llegó en 2005, con la carrocería de tres puertas, la cual recibió el nombre de Opel Astra GTC.
Con esta carrocería, Opel dio un golpe maestro con un coche que entraba por los ojos, era dinámico, bien proporcionado y sí, deportivo, una combinación que resultó ser un éxito de ventas, tanto, que la marca decidió ofrecer esa carrocería con todas las mecánicas disponibles, por básicas que fueran –por eso hay tantas unidades de segunda mano con el motor 1.7 diésel de 100 CV y origen Isuzu–. Con el paso del tiempo, se llegó a considerar que el Opel Astra H era uno de los mejores compactos de su momento y un rival especialmente duro para el intocable Volkswagen Golf.
Y de entre todas esas motorizaciones, podemos afirmar que una de las más interesantes es el turbo de 200 CV, el motor que animaba al Opel Astra GTC Turbo. Un motor “muy Opel”, pues lograba la potencia máxima a solo 5.400 revoluciones, junto a 262 Nm de par a 4.2500 revoluciones –era, básicamente, el mismo motor del Opel Astra Turbo de la generación anterior, que rendía 190 CV, pero con diferentes ajustes–. Se trataba de un cuatro cilindros de 1.998 centímetros cúbicos de cotas totalmente cuadradas, con 86 milímetros para diámetro y carrera del pistón. El bloque se fabricaba con hierro fundido y culata multiválvulas fabricada con aluminio. Era el complemento perfecto para un coche con 1.365 kilos y una línea espectacular, incluso se permitía el lujo de ser más rápido en aceleración que un Volkswagen Golf GTI V –por aquel entonces, el Golf montaba el bloque 2.0 TSI con 200 CV–, aunque no era un motor frugal, y anunciaba un gasto de combustible de 9,3 litros en ciclo mixto.
No era el coche más rápido, aunque ofrecía una buena entrega de potencia y permitía completar el 0 a 100 km/h en 7,8 segundos, los 400 metros con salida parada en 15,3 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, en 27,8 segundos. La velocidad máxima homologada por Opel era de 234 km/h, lo que colocaba al Astra GTC Turbo de 200 CV muy cerca del Astra OPC y sus 240 CV, pues apenas era un segundo más rápido en aceleración y 10 km/h más rápido en velocidad punta. Otra cosa, obviamente, es la forma de entregar esa potencia y la puesta a punto…
El Opel Astra GTC, en todas las versiones –incluido el OPC–, montaba un eje trasero de ruedas tiradas con elemento torsional en lugar de un multibrazo, como hacía muchos rivales. Sin embargo, eso no afectó a su comportamiento ni al tacto de conducción, que se situó entre los mejores, además, en el caso del GTC Turbo, la suspensión tenía un tarado bastante firme y se lograba una estabilidad notable. Algo a lo que ayudaba, sin duda, que mantenía la misma distancia entre ejes de 2.614 milímetros del cinco puertas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS