Las claves del lenguaje de diseño Kodo de Mazda

Las claves del lenguaje de diseño Kodo de Mazda

Repasamos cuáles son los conceptos fundamentales sobre los que la marca de Hiroshima ha construido una imagen envidiada y admirada a partes iguales para sus modelos actuales


Tiempo de lectura: 23 min.

Una marca como ninguna otra. Esa es la aspiración de casi cualquier fabricante de automóviles hoy en día, distinguirse de todos los demás, que es, en realidad, una circunstancia que está implícita en el propio concepto jurídico de marca. Para ello, intentan sobresalir en al menos un aspecto que permita identificar sus productos con claridad. Mazda ha procurado desde hace décadas abrirse su propio espacio en la industria. Lo consiguió, por ejemplo, dando cobijo a las arriesgadas ideas de Felix Wankel para sus automóviles de producción —y también de competición—, así como con su reciente tecnología Skyactiv, que difumina las fronteras —físicas— entre los propulsores bautizados a partir de otros dos apellidos alemanes ilustres —Otto y Diesel—. También a través de modelos particularísimos, que han perdurado hasta nuestros días en sus varias generaciones, como es el caso del Mazda MX-5, uno de los vehículos más apreciados por quienes se consideran verdaderos amantes de la conducción.

Una de las vías más llamativas que los fabricantes tienen a su disposición para hacerse con esa imagen distintiva de la que hablábamos radica en el diseño, fundamentalmente exterior, de sus modelos. Y en este aspecto es donde Mazda ha conseguido sobresalir y construir una identidad inimitable en estos últimos años. Desde los prototipos hasta los modelos de producción, la estética de sus productos no hace más que provocar tortícolis al paso de sus modelos en los amantes de los automóviles —y no solo— de todo el planeta. En las próximas líneas vamos a explorar cuál es este lenguaje, en qué consiste este je ne sais quoi —aunque sabemos que se llama Kodo—, que los de Hiroshima han conseguido imbuir en todos y cada uno de sus vehículos.

Matasaburo e Ikuo Maeda 01

Ikuo Maeda, jefe de diseño actual de Mazda posa, a la derecha en la imagen, junto a su padre, Matasaburo Maeda, quien fuera responsable del diseño del Mazda RX-7.

Jinba-Ittai

En este artículo nos serviremos de algunos de los conceptos de origen japonés que han ido vertebrando las ideas de la marca en lo que se refiere a su forma de entender la fabricación de automóviles, no solo en cuanto a su diseño. La primera de estas ideas es el tan famoso Jinba-Ittai, o la perfecta unión entre jinete y su montura. Un concepto que ya acompañó a Shunji Tanaka, diseñador jefe del “Experimento 5 de Mazda”, y a todo su equipo durante la segunda mitad de la década de los ochenta del siglo pasado.

En 1984 comenzó ese proyecto que dio lugar, cinco años después, al Mazda MX-5. No cabe duda de que lograron trasladar esa idea al vehículo que engendraron, desde entonces considerado como una de las mejores máquinas para disfrutar de la experiencia al volante. Esa búsqueda de exprimir el vínculo entre lo orgánico —el conductor— y lo mecánico —su montura—, plasmada a la perfección en este concepto de 1989 y que ha llegado hasta nuestros días, se convirtió desde entonces en uno de los fundamentos de Mazda, y fue trasladada después, como veremos, a su forma de afrontar el diseño de sus modelos.

Pero no tan rápido. Para entender cómo nació el lenguaje de diseño que rige actualmente las líneas exteriores de los automóviles de Mazda es interesante saber cuál fue el estadio previo, y para ello debemos hacer mención a otro término japonés: Nagare. Esta fue la denominación empleada para un prototipo mostrado por Mazda en Los Ángeles en 2006, una nomenclatura que se amplificaría después para hacer referencia al nuevo concepto que habría de relacionar el aspecto exterior de cada nuevo modelo de la marca desarrollado en esta etapa.

Kansai hero

Nagare

Durante esos primeros años de este milenio, la responsabilidad de definir la dirección creativa de la marca de Hiroshima recayó en su centro de diseño en Irvine, California. Siempre bajo la dirección de Laurens van den Acker, responsable último de este departamento en Mazda por aquel entonces, fue Franz von Holzhausen —actual director creativo de Tesla—, como jefe de la sede norteamericana, su cómplice necesario para establecer los fundamentos de este lenguaje denominado Nagare.

Su plantamiento consistía en la búsqueda de inspiración en la fuerza transformadora del viento y del agua, para dar así lugar a formas tan complejas como fuera necesario, un enfoque visible en prototipos de la época como el Mazda Taiki. Según sus propias palabras, la industria del automóvil no se había preocupado por recoger estas ideas tan presentes en los paisajes que nos rodean, al contrario que otras disciplinas, véase la arquitectura, la moda u otros campos del diseño industrial.

Su visión pasaba por elaborar siluetas que traslucieran los efectos de estos dos elementos, como si fueran cuerpos expuestos a los efectos de una erosión, más que el resultado de la ambición creativa de los diseñadores. En este sentido, se esforzaban por expresar que la tecnología moderna, con el poder computacional y el diseño 3D como herramientas primordiales, permitían en ese momento generar estas complejas formas. Algo que habría sido imposible, según el propio Laurens van den Acker, de haber empleado el método tradicional de modelado sobre arcilla. Por otro lado, consideraban que los modelos de Mazda debían ser juveniles, estilosos, perspicaces, enérgicos, demostrando que su filosofía desde luego estaba apartada de la tradición japonesa y era mucho más acorde con el espíritu que a primera vista se podría considerar dominante en la costa californiana.

Cualquiera te diría que te deshagas de líneas hasta que no te quede ninguna más. Nosotros añadimos líneas, que es de algún modo contraintuitivo, pero lo hacemos de manera que resulta natural y crea belleza”, dijo Laurens van den Acker para explicar que una de las bases del Nagare era el más es más, y que eso es siempre mejor

Mazda Furai

El Mazda Furai, diseñado sobre la inspiración de la capacidad transformadora del viento y del agua y destruido por los efectos de otro elemento clásico de la naturaleza: el fuego.

Kodo

La ruptura con esa línea de trabajo se produce cuando Ikuo Maeda sustituye a Laurens van den Acker al frente del departamento de diseño de la compañía. Da comienzo entonces esta nueva etapa, definida por el concepto Kodo —alma del movimiento— y centrada en el objetivo de ofrecer modelos con una imagen más provocadora. El foco no se apartaría de la naturaleza, sin embargo, la intención de Ikuo Maeda y todo su equipo es aportar un componente más emocional a sus diseños y retornar a un punto de partida más acorde con la tradición japonesa propia de esta marca. Consideraban que solo así podrían transmitir una sensación de diversión al volante incluso antes de sentarse en el puesto de conducción.

Esta etapa da comienzo en el año 2010, cuando se produce la presentación del concept Shinari, con formas de cupé de cuatro puertas, en el Salón del Automóvil de Los Ángeles. Con él se pretendía ofrecer un primer vistazo de esta nuevo rumbo emprendido por el departamento creativo de la marca de Hiroshima. Un año después mostraron el Minagi, que evolucionaría hacia la versión de producción del Mazda CX-5. Del mismo año data otro concept, denominado Takeri y que aprovecha las formas mostradas por el Shinari para adaptarlas a un sedán mediano, que se pretendía que transmitiera una sensación de “potencia masculina”, según declaraba la marca en aquel entonces. En 2014 vimos el Hazumi, otro prototipo que, en este caso, introducía las formas básicas que terminaría por recibir el Mazda 2 de producción.

Con él se cierra esta primera etapa del Kodo, centrada en establecer como eje de todos los diseños de la marca la referencia a un animal a punto de arrancar. Concretamente, la presencia de estos primeros prototipos se equiparaba con un guepardo en posición de iniciar una carrera para lanzarse hacia su presa. Se pretendía que sus automóviles transmitieran la sensación de acumular energía potencial, dispuesta a ser transformada en energía cinética gracias a las intervenciones sobre sus mandos de su afortunado conductor. También empleaban el símil de una espada quieta en el aire antes de ser impulsada contra su objetivo, inspirándose en el Kendo, para intentar explicar el mensaje detrás de su Kodo, el cual sintetizaban en tres palabras: velocidad, tensión y seducción.

Los primeros prototipos que exhibieron las líneas propias del lenguaje Kodo basaban su imagen en la de un depredador a punto de iniciar una carrera para hacerse con su presa

Mazda Shinari (2010)

Mazda Shinari, prototipo de 2010.

En 2015 da comienzo una segunda etapa, que podríamos considerar la de madurez del Kodo, con la presentación del Koeru, que busca adaptar estas ideas a las formas de un crossover. En este mismo año pudimos ver también el RX Vision, quizás el concept más llamativo de esta época. Era un deportivo de motor delantero y de propulsión, con un capó alargadísimo y, pese a ello, unas proporciones muy equilibradas. En él se ponía de manifiesto ese juego de reflejos tan habitual en los modelos actuales de Mazda. A este le seguirían otros dos prototipos más, ya en 2017, como son los Kai, adaptación a carrocería compacta que daría lugar posteriormente al sublime Mazda 3 actual, y Vision Coupe, la manifestación más lujosa de este lenguaje de diseño.

En esta segunda época, esa energía potencial es más la de una insinuación, puesto que se trabaja en la estética a través del espacio vacío, reduciendo al máximo las líneas de expresión. Además de adoptar proporciones musculosas y sólidas para sus vehículos, se juega con el fluir de los reflejos en los paneles de la carrocería. Donde había acción erosiva de agua y viento, que definía numerosos e intrincados detalles de diseño, ahora sus paneles de carrocería son superficies por las que fluye con naturalidad la luz, creando una sucesión de reflejos que transmiten la sensación de movimiento. Es en este momento cuando se abraza definitivamente el minimalismo en la imagen de sus modelos, de cuya superficie desaparecen los numerosos pliegues y nervios que marcaban los prototipos de la era anterior. El concept Kai es la representación más clara de esta nueva forma de entender el diseño de sus automóviles, y el Mazda MX-30, más futurista y que procura integrar valores propios de la sostenibilidad, la visión modernizada de este estilo.

Todas las características que definen a los modelos originados dentro de este lenguaje de diseño, denominado Kodo, responden a diferentes conceptos extraídos de la cultura tradicional japonesa. Gracias al diccionario que la propia Mazda ha publicado, vamos a emplearlos para diseccionar en qué consiste esta idea de belleza, tan culturalmente condicionada, aunque globalmente admirada.

En Mazda nuestro objetivo en términos de diseño pasa por crear una atmósfera elegante y refinada que elimine cualquier elemento que no sea verdaderamente esencial”, afirma Kazuo Nishikawa, ingeniero de Mazda, al respecto de los fundamentos del Kodo

Mazda Kai (2017)

Mazda Kai (2017), precursor del Mazda 3 de producción.

Shodo

Shodo es un término japonés que hace referencia al arte de escribir con pincel. Se trata de una disciplina que, en un mundo tan digitalizado como el de hoy en día, mantiene su posición de prestigio en la sociedad nipona, tan respetuosa con las tradiciones y donde quienes dominan este arte son ampliamente admirados. Los principios básicos del Shodo, que son el empleo de líneas elegantes, la creación de composiciones equilibradas y el uso hábil del espacio vacío, han sido los fundamentos sobre los que se ha construido el Kodo. De hecho, los lanzamientos de los nuevos modelos de Mazda en esta época del Kodo han estado acompañados de ideogramas en japonés referidos a su nombre.

Y es que la idea estética que encierra un kanji —nombre que reciben los ideogramas empleados en la escritura japonesa— no se limita solo a los trazos realizados sobre el papel, sino que apela al conjunto conformado por el espacio ocupado por la tinta y el espacio vacío a su alrededor. Esa “belleza fundamental que habita en los caracteres”, según Koji Sakamoto, miembro del departamento de estilo de Mazda, han querido trasladarla a sus automóviles. Aquí aparece otro concepto japonés muy relevante en este nuevo lenguaje de diseño. Se denomina Ma y refiere la belleza y armonía del espacio vacío. En los modelos actuales de Mazda, esta idea es particularmente visible en los paneles de las puertas, que en ocasiones parecen haber sido excavadas en la hoja de metal.

La idea de utilizar líneas elegantes que dan lugar a composiciones balanceadas también tiene un nombre en japonés. Este es Sori, e implica que las curvas sean reposadas y serenas, que sean aplicadas de una forma equilibrada, para evitar curvaturas exageradas que generen una apariencia poco orgánica. Conecta con otros dos conceptos vinculados con la técnica seguida en la escritura de estos caracteres, como son Tome, referido a parar y tomar energía, y Harai, que se refiere a barrer y liberar. De la combinación de estas dos realidades surge la reposada belleza que transmite cada kanji, como también lo hace la armonía visible en las formas de los modelos de Mazda diseñados por el equipo de Ikuo Maeda. La vista lateral del Mazda CX-30 procura transmitir esta combinación de movimientos que rigen su caligrafía.

Con el Kodo han retomado la idea del “menos es más”, que también vertebra el arte de la caligrafía tradicional japonesa, procurando “crear una atmósfera elegante y refinada que elimine cualquier elemento que no sea verdaderamente esencial”, tal y como expresa Kazuo Nishikawa, ingeniero de la marca

Kanji Mazda 01

Así pretenden conseguir que el atractivo de sus automóviles perdure en el tiempo, gracias a esta belleza fundamental que existe en estos caracteres. Y es que, tal y como se ha afirmado desde el seno de la propia marca, no necesitas saber japonés para apreciar su caligrafía, por lo tanto, de manera equivalente, tampoco necesitas saber de diseño para apreciar plenamente la imagen de los automóviles de Mazda.

Utsoroi

El concepto de Utsoroi hace referencia, en la cultura japonesa, al juego de luces y sombras, en este caso, sobre la carrocería de los modelos de Mazda. Esta es una realidad fundamental a la hora de entender cualquier diseño, puesto que es el reflejo de la luz el que revela los detalles que configuran la silueta de cada automóvil. Esa estética del menos es más, fuertemente inspirada por la tradición japonesa, permite que se prescinda de todo elemento superfluo para jugar con las superficies de sus automóviles como lienzos en blanco donde los juegos de luces y sombras generan una imagen cambiante.

Con la llegada de Ikuo Maeda se abrazó esta idea que resalta la importancia de los espacios vacíos y de la serenidad en los trazos, para dar lugar a una sucesión de superficies cóncavas y convexas sobre las que la reflexión de la luz genera una expresión artística. En vez de recurrir a agudos pliegues o marcadas líneas de hombro como antaño, Mazda deja que la luz, en su fluir sobre los paneles de la carrocería de sus modelos, revele los detalles de sus formas. Ya no hace falta llenar la imagen exterior de sus diseños de infinidad de líneas de expresión, puesto que se pone atención también en cómo se desplaza la luz sobre esos “espacios vacíos entre los trazos”.

Así, la responsabilidad de dar visibilidad a las formas que componen la silueta de los últimos vehículos de Mazda recae en ese fluir de la luz sobre las superficies, que va mostrando y escondiendo detalles según se produzca su incidencia. Se trata de una estética más discreta en su planteamiento que aquella del Nagare, aunque, en el resultado final, logra un efecto contrario, muy llamativo. Pero no solo eso, sino que también este recurso se encarga de que sus coches expresen movimiento aun cuando están quietos. Este juego se percibe con claridad, por ejemplo, en el reflejo en forma de S de los paneles laterales del Mazda CX-60, que potencian incluso la sensación de dinamismo cuando el coche se desplaza.

Los reflejos son una pieza esencial dentro del lenguaje de diseño de Mazda. Le damos mucha importancia al modo en que la luz interactúa con el coche y a cómo va revelando la estética de sus superficies, resaltando los detalles de diseño, la precisión de las formas y la riqueza de los colores”, dice Gustave Djon Toug, diseñador sénior de Mazda, al respecto de este juego de luces y sombras denominado Utsoroi

Mazda CX 60 01

Mazda CX-60, en cuya vista lateral puede apreciarse el juego de luces y sombras en la zona de las puertas, con forma de S.

Takumi

El respeto por los calígrafos japoneses también está vinculado con este segundo elemento configurador del Kodo: Takumi. Este concepto hace referencia al arte de los maestros artesanos y, especialmente, a la idea de que estos impregnan de vitalidad cada una de sus creaciones. Según el propio Ikuo Maeda, y como herencia de la cultura japonesa, las formas hechas “con cariño y sinceridad por las manos humanas” reciben un alma. Y así debe suceder con sus automóviles, a los que sus creadores deben transferir parte de su corazón y de su espíritu, trasladando arte y vida a su diseño.

Con el abandono del Nagare, también se dijo adiós al dominio de los diseños por ordenador y de los modelados en tres dimensiones para retomar la tradición del esculpido sobre arcilla. Sus creaciones ya no deben transmitir un gran esfuerzo técnico llevado a cabo para desarrollarlas, sino que deben plasmar un verdadero contenido emocional. De nuevo se produce un retorno a los orígenes de la marca, puesto que diferentes disciplinas de la artesanía tradicional japonesa, como son las representadas por los fabricantes de objetos cerámicos, de pinceles, de herramientas en general o los moldeadores de chapas metálicas, precisamente, tienen un fuerte arraigo en la ciudad de Hiroshima.

En Japón, creemos que los artesanos infunden vitalidad en todo lo que hacen. Creemos que la forma hecha con cariño y sinceridad por las manos humanas recibe un alma”, comentó en su día Ikuo Maeda durante un evento celebrado con ocasión del décimo aniversario del lanzamiento del concept Shinari

Modelo arcilla Mazda 01

Una de las escenificaciones de esta importancia de la artesanía en la confección de la imagen de los modelos actuales de Mazda es el Takuminuri, concepto construido partiendo del conocido Takumi y del término Nuri, pintura. Centrándose en los colores de su pintura exterior y en la técnica seguida para desarrollarlos, procuran sacarle todo el partido a ese juego de sombras y luces denominado Utsoroi. Y es que no cabe duda de que la Mazda actual cuenta con una paleta de colores muy especial, ninguno de los cuales ha sido fruto de la casualidad. El primer color desarrollado para complementar esas claves del diseño exterior del Kodo fue el Soul Red, lanzado en el año 2012. Eligieron un tono de rojo por el impacto que este color tiene sobre la mente humana, puesto que, según los responsables de Mazda, transmite emoción, pasión, sensualidad y peligro. Otros colores característicos de esta etapa inicial fueron los Machine Grey y Cristallyne Metallic. Y no se conformaron tras haber alcanzado un resultado satisfactorio. En 2017 quisieron evolucionar ese rojo inicial, lanzando el Soul Red Crystal, que tiene un 30 % más de saturación y un 50 % más de profundidad y, además, no incluye pigmentos rojos o azules. De este modo, han conseguido crear un rojo “como el traslúcido de los rubíes o del cristal”.

Pero también prestan atención a la manera en que esta pintura se aplica sobre la carrocería de sus modelos. Trabajan con las capas que se imprimen sobre las chapas, con su grosor o incluso con la forma en que se aplican, recuperando aquella influencia de los calígrafos japoneses de la que hablábamos previamente, o de los artesanos en general. En este sentido, antes de incluir una nueva tonalidad en su paleta, juegan con el espesor de cada capa, intercalando algunas que captan la luz con otras que potencian los brillos.

Por ejemplo, en su Artisan Red, un nuevo color desarrollado para acompañar al Mazda CX-90, emplean una base de pigmento negro con copos absorbentes de luz y otros de aluminio. Otra de sus tonalidades, en este caso denominada Rhodium White y lanzada en verano del año pasado, recurre a un juego similar, puesto que utiliza una capa de solo media micra de grosor de estos copos de aluminio. Con ella se consigue transmitir una sensación acuosa en su superficie a través de un sutil brillo metálico, que ofrece a la vez matices sombreados.

En nuestra mente, el rojo era el único color que podía expresar la fuerte pasión y dedicación de Mazda a la hora de crear automóviles”, afirmó Akihiro Hosono, diseñador de colores de Mazda, acerca de la creación del Soul Red

Soul Red Crystal Mazda 01

Kansei

Por supuesto, esta alma transferida por los artesanos a sus creaciones debe ser visible en el resultado final. En este sentido, el concepto Kansei Engineering, o ingeniería emocional, acompaña a la marca desde hace décadas. Fue Kenichi Yamamoto, director ejecutivo de la compañía en la década de los ochenta del siglo pasado, quien quiso oponerse entonces —también— al creciente dominio de los ordenadores en el diseño de los automóviles. Pretendía mantener vigente la idea de que un automóvil debía tener personalidad y carácter y no ser solo un producto diseñado para atraer al mercado de masas. Sus coches debían cumplir con las necesidades particulares de los individuos, en vez de adaptarse a un amplio rango de requerimientos técnicos o mercadotécnicos, y todo ese avance tecnológico no podía separar al conductor del centro de sus productos. Este concepto fue fundamental para la creación del Mazda MX-5 de primera generación en 1989, y acoge en su seno la idea del Jinba-Ittai.

Para el directivo japonés, la ingeniería emocional apelaba a una “acción psicológica generada a través de nuestros cinco sentidos”, lo cual, la verdad, parece una definición de la propia vida humana. Y es esa vida, esa alma la que se pretende trasladar a la imagen de los modelos actuales de Mazda. Por un lado, la marca hace referencia a la pareidolia, ese fenómeno que nos hace reconocer rostros en figuras inanimadas. Así, el frontal del Miata original recogió influencias de las máscaras empleadas en el Noh japonés, un estilo teatral con más de seiscientos años de historia en el país asiático. Los nuevos modelos continúan con esta filosofía, buscando ofrecer un elemento más de conexión y de identificación entre el conductor y su automóvil. Pero, además, ahora se añade una intención provocativa y asertiva con la nueva calandra de formas angulares, como un escudo de cinco puntas, que aporta un toque de agresividad a su imagen.

Por otro lado, como probablemente hayas percibido al observar, por ejemplo, algún Mazda CX-30 con sus intermitentes encendidos en cualquier carretera, han trabajado en una dinámica particular para estas luces de indicación de giro. En el seno de su departamento creativo, se identificó la iluminación de ledes como un elemento de frialdad en el momento actual de la industria del automóvil. De este modo, se pusieron a trabajar para procurar “aportar un sentido de vitalidad en las luces de intermitentes”, como ha dicho el director de desarrollo de iluminación de Mazda, Atsushi Yoshida. Tras muchas pruebas, basándose en electrocardiogramas y trabajando en incrementos de una décima de segundo, lograron el resultado deseado. Los DTS —dimming turning signals, o intermitentes atenuadores, en español— replican la dinámica del latido del corazón en su funcionamiento, y con ellos los ingenieros de Mazda lograron trasladar a la iluminación de sus vehículos esa idea de antropocentrismo que es fundamental en el diseño y desarrollo de sus modelos. Kansei Engineering en toda regla, Jinba-Ittai exacerbado. Kenichi Yamamoto, fallecido en 2017, estaría seguramente orgulloso de esta solución.

La búsqueda de un componente emocional en sus automóviles ha alcanzado incluso a la forma en que sus intermitentes se encienden y apagan, que trata de emular la dinámica de los latidos de un corazón

Kenichi Yamamoto Mazda 01

Mazda

A lo largo de las líneas precedentes, hemos procurado descomponer las claves que han dado lugar a la imagen tan característica y llamativa de los modelos actuales comercializados por Mazda. Se trata de una marca particular, por multitud de razones que van más allá de este enfoque especial sobre el diseño de sus automóviles, con unos rasgos distintivos que han estado siempre ahí.

Gran parte del éxito actual de la marca, sobre todo en términos de prestigio y reconocimiento internacional —que necesitan para su pretendida escalada hacia la zona más aspiracional del mercado—, tiene que ver con su diseño y con el retorno a los orígenes. Con ese antropocentrismo que está presente en su trabajo desde hace décadas, que ahora Ikuo Maeda se encarga de mantener vigente, al menos en el departamento creativo. Él mismo ha llegado a decir que comparte con su padre, Matasaburo Maeda —por cierto, diseñador del Mazda RX-7—, una perspectiva del automóvil que lo considera “no simplemente un producto de diseño industrial, sino más bien una máquina que merece ser amada”. Y este amor es un asunto del alma, claro está, por eso Mazda procura aportársela a sus automóviles ya desde su apariencia exterior.

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David García

No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.

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