Reino Unido es uno de los epicentros del panorama mundial del automóvil, o al menos lo era. De allí provienen Rolls-Royce y Bentley, Jaguar y Land Rover, Morgan, MINI, Aston Martin y por supuesto, también Morris Garage, más conocido por todos como MG. Sin embargo, a finales de los años 70, hay más firmas en Reino Unido, aunque algunas de ellas comino del precipicio, como era el caso de British Leyland.
La British Leylan tenía serios problemas, tantos, que la empresa estaba muy próxima a la quiebra. Estaba formada por una serie de marcas que, cada una de ellas, también estaba sumida en problemas. Jaguar, por ejemplo, sufre unos enormes problemas de fiabilidad –sí, la fiabilidad siempre ha acompañado a Jaguar– y sufre una serie de huelgas. Triumph también forma parte de la British Leyland y va camino de desaparecer, languideciendo con los TR7. MG cierra, directamente, y el Austin Mini es un coche viejo y no para de perder ventas –todavía no era el coche de moda y llevaba muchos años en el mercado–.
Como la necesidad aprieta, tienen que poner en circulación un modelo sencillo, económico y que les aporte ingresos, sin que sea necesario una inversión demasiado alta. Así aparece el Austin Metro, que viene a ser el mismo concepto del Mini, pero más moderno. Convivió con el Mini durante toda su vida comercial y además, contó con algunas versiones interesantes, como el MG Metro Turbo.
La British Leyland quiso resucitar a MG y se le ocurrió que poner su logo sobre una versión deportiva del Metro, sería una buena idea. Y la verdad, mala no era. El MG Metro Turbo se presentó en el salón del automóvil de Birmingham en 1982 y sí, estaba muy lejos de lo que la misma MG había ofrecido en sus mejores años, aunque el concepto no era, como hemos dicho, mala idea.
Salió a la venta en 1983 y bajo el capó escondía un pequeño propulsor de 1.275 centímetros cúbicos, con una culata que, según se decía en su época, había sido diseñada y desarrollada para maximizar el potencial del turbo –un Garrett T3–. Alimentado por un carburador SU, rendía 93 CV, aunque hay quien habla de mayores cifras tras su paso por un buen taller, donde se ajustan un par de cosas y, al parecer, supera los 100 CV. Una cifra que no está nada mal para un coche tan pequeño como el MG Metro, y menos todavía en la década de los 80. De hecho, completaba el 0 a 100 km/h en 10 segundos y la velocidad máxima se cifraba en 180 km/h. Y eso que la caja de cambios solo tenía cuatro marchas.
La imagen del coche se adaptó para que ofreciera una estética acorde y se recurrió, como mandan las modas de los 80, a unos paragolpes con nuevas formas, un alerón sobre la tapa del maletero, nuevos aletines y por supuesto, adhesivos con la palabra “turbo”.
El bastidor incorpora el sistema Hydragas para la suspensión, con cojinetes de nitrógeno, que se compañan con estabilizadoras tanto delante como detrás. La dirección era muy directa y precisa y las ruedas hoy día parecen de juguete: 165/65 13. Existen rumores de que Lotus Engineering estuvo involucrada en el desarrollo de la suspensión, pero no hay información veraz ni confirmación oficial de la época.
Para 1989, el MG Metro Turbo abandona la línea de montaje y entre el MG Metro normal y el turbo, se fabricaron 67.110 unidades.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS