Muchos de vosotros recordaréis, seguramente, cuando Hyundai llegó a España. Era una marca de coches “low cost”, con aquellos Accent y Lantra, que se vendían como coches baratos, pero luego resultaron ser un buen producto y duros como piedras. Hoy día, Hyundai no ofrece esa imagen low cost, hoy la marca no tiene reparos en poner contra las cuerdas a Volkswagen o a Ford, con productos realmente buenos.
Cuando llegó a Estados Unidos las cosas fueron algo más diferentes. Por ejemplo, allí hicieron gala de muchas cosas, menos de ser low cost. Por ejemplo, uno de los primeros argumentos era que la denominación de la marca deriva de la palabra coreana para “modernidad”, una palabra que expresaba muy bien, según ellos, el talante y los objetivos de la marca.
Esas palabras las adornaron con la presentación de un concept car, de un prototipo bastante interesante, que sirvió como plataforma de lanzamiento para que la marca se ganara una imagen muy fuerte en Estados Unidos. Aquel concept car era el Hyundai HDC-I, un coche de formas atractivas –algunas zonas dejan ver rasgos del Hyundai Coupé– y carrocería targa, que se presentó en el salón del automóvil de Detroit de 1992 y que fue diseñado en el centro de estilo que la marca había abierto en California.
Hyundai llevaba tiempo queriendo vender sus productos en Estados Unidos, pero no estaba siendo fácil y tuvo que redirigir sus objetivos, de donde surgió la idea de abrir un centro de estilo en tierras yankees. El centro de California fue el encargado, por ejemplo, de diseñar el Hyundai Coupé y quizá, por eso, podemos ver algunos rasgos del mismo en el HDC-I.
Cuando se dio a conocer este prototipo, la marca consiguió lo que estaba buscando, ser el centro de atención, que los usuarios y medios conocieran el nombre Hyundai y lo relacionaras con coches atractivos, diseñados pensando en los estadounidenses. Y en el fondo, el Hyundai HDC-I es un coche bien resuelto, con proporciones equilibradas y una silueta musculada y agresiva. Su longitud no llegaba a los cuatro metros –3,98 exactamente– y la anchura era de 1,72 metros, así que era un coche compacto, que potenciaba todavía más la sensación de coche musculoso y deportivo.
El Hyundai HDC-I era lo que se suele denominar como “coche de salón”; es decir, se mueve, sí, pero lo justo para ir de la zona de exposición al camión y poco más. Por eso, bajo el capó había un propulsor 2.0 16 válvulas de 150 CV. Si el coche fuera ligero, sería un motor suficientemente interesante para muchas carreteras europeas, pero no para Estados Unidos. De todas formas, la marca no quería llamar la atención por prestaciones, sino por diseño y finalmente, lo consiguió.
Actualmente, el HDC-I está en el museo de la marca, pero se dice que le retiraron el motor y la transmisión.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS