La Fórmula 1 es, teóricamente, la categoría reina del automovilismo mundial. Se manejan los presupuestos más elevados, se centra una enorme atención mediática y los pilotos son los más famosos del mundo, gracias a pilotar las máquinas más avanzadas y rápidas del mundo. Eso, al menos, sobre el papel, porque en realidad, la F1 ya no es, ni de lejos, el campeonato innovador y apasionante que era antaño. Ahora, los motores están “congelados” y apenas se pueden evolucionar durante el campeonato, las “peleas” en los despachos están a la orden del día y en cuanto un fabricante destaca por algo, en seguida aparecen los principales rivales para pedir que los coches sean analizados por si acaso no cumplieran la normativa.
Antes también pasaban estas cosas, no es de ahora, ni mucho menos, pero antes, al menos, sea adornaban con algunas salidas del guion que, aunque no siempre tenían el éxito esperado, hacían del campeonato algo más interesante. Por eso, coches como el Tyrrel P34 quedarán siempre para el recuerdo, por su innovación, por su atrevido diseño y porque, simplemente, fue el primer y único Fórmula 1 con seis ruedas que llegó a competir. Se trata de uno de los monoplazas más famosos de la categoría y uno de los que más aficionados tiene alrededor siempre que aparece alguna unidad en concentraciones, en eventos y en carreras de Fórmula 1 clásicos.
El Tyrrel P34 apareció con un objetivo muy sencillo: mejorar la penetración aerodinámica. La idea surgió de la mente de Derek Gardner, uno de los grandes genios de la Fórmula, que no estaba conforme con la actuación que estaba teniendo Tyrrell en el campeonato tras haber ganado el mundial de 1971 y el mundial de 1973. Pero no sería una solución aerodinámica convencional, todo giraba alrededor de un coche con seis ruedas, de las cuales, cuatro estarían delante y sería de pequeño tamaño. Además, se contó con la ayuda de Goodyear, que estuvo de acuerdo en fabricar neumáticos específicos para el fabricante.
Al poner las ruedas delanteras pequeñas, el frontal podía ser más afilado y su impacto en el avance del monoplaza y en la estabilidad sería notable. Las ruedas son, por si alguien todavía no lo sabe, una enorme zona de turbulencias, que afectan a muchos elementos del coche y a su penetración aerodinámica.
El Tyrrell P34 debutó en el Gran Premio de España de 1976, disputado en el circuito madrileño del Jarama. El coche demostró ser rápido, pero los pilotos no podían ver las ruedas y no podían controlar la degradación, y a veces, tenían problemas para encontrar la mejor trazada, así que se practicaron unas ventanitas en los laterales del carenado para que pudieran ver las ruedas. También había un problema de degradación excesiva de las ruedas y de calentamiento de frenos.
Nunca se continuó con el desarrollo del extraño y llamativo Tyrrel P34 de seis ruedas, por un lado, porque Goodyear abandonó el desarrollo de los pequeños neumáticos de 10 pulgadas y por otro, porque la FIA prohibió los coches con más de cuatro ruedas tras enterarse de que fabricantes como Ferrari, Williams o March había iniciado experimentos con monoplazas de seis ruedas. Una lástima, porque el coche era más rápido de lo que se cree: en su primera carrera quedó tercero, en la segunda carrera acabó cuarto y logró un tiempo de vuelta solo tres décimas más lento que la pole, en la tercera prueba logró dos podios, segundo y tercero, mientras que en su cuarta carrera llegó la primera y única victoria del Tyrrel P34.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS