Coche del día: Chevrolet Monte Carlo MK1

Coche del día: Chevrolet Monte Carlo MK1

Pensado para una conducción suave y sosegada, este modelo es una celebración de la potencia en el sentido norteamericano


Tiempo de lectura: 4 min.

Estados Unidos cuenta con un automovilismo no sólo extremadamente prolífico, sino también marcadamente personal. En ese sentido, la forma en la que la industria de Detroit ha entendido la deportividad dista bastante de todo lo exhibido por los ingenieros de Porsche, Jaguar o Maserati. Un contraste mucho más marcado si, yendo a un sentido aún más espartano, nos vamos a realizar comparaciones con modelos de Lotus, Alpine o Lancia. Así las cosas, más allá de los Mustang, Camaro o Chevelle los fabricantes americanos supieron ofertar enormes coupé cargados de potencia pero ideados para una conducción plácida. Entre ellos, uno de los más interesantes es el Chevrolet Monte Carlo MK1.

Grande, de hecho muy grande, pesado y dotado con un generoso par motor, el Chevrolet Monte Carlo MK1 no es precisamente un modelo comunicativo. Su dirección resulta flotante, sin capacidad de transmitir qué es lo que pasa en el eje delantero. Además, las suspensiones no invitan a apoyar el coche en curva como tampoco los frenos emanan la seguridad necesaria como para apurar sin problemas. Sin embargo, lo que en un deportivo a la manera europea – escueto, ligero, rígido y pensado para el paso por curva – serían inconvenientes insalvables aquí son, precisamente, los elementos que más encanto aportan a viajar en modelos como éste.

No en vano, este Chevrolet no es un deportivo al uso. Al menos si hablamos en el escrupuloso sentido del comportamiento dinámico. Lejos de ello, en él la deportividad se exhibe como una simple etiqueta opuesta al uso de la carrocería berlina. Es decir, quizás lo más deportivo de este coche sea – independiente de las preparaciones que de él se hicieron para las pistas en los años setenta – su aspecto de coupé. Uno de los primeros puntos a tener en cuenta si se quiere evaluar en su sentido y contexto a este enorme automóvil que, de hecho, cuenta con uno de los capó más grandes jamás fabricados por el ya de por sí ostentoso automovilismo estadounidense.

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Desde su enorme capó hasta un habitáculo digno de ser calificado como salón con ruedas, este modelo es una celebración del automovilismo estadounidense

Chevrolet Monte Carlo MK1, ante todo disfrutar de la carretera

Más allá de las cifras prestacionales dadas por el motor, todo coche con ambición de enlazar curvas necesita, sobre todo, un chasis adecuado a ello. En ese sentido, una de las primeras referencias en venir a la mente es la de los roadster británicos. Siempre asentados en bastidores escuetos, ligeros, estrechos y con muy poca distancia entre ejes. En suma, diseños firmados por Triumph o MG con la capacidad de negociar hábilmente la carretera comarcal más endiablada. Pues bien, en el caso del Chevrolet Monte Carlo MK1 se trata de todo lo contrario, pues hablamos de un coupé con casi tres metros sólo en su batalla.

Así las cosas, no está pensado para buscar los límites. En absoluto. Sino para disfrutar quizás de esa misma carretera a la que hacíamos alusión, pero tranquilamente asentado en los cómodos y mullidos asientos que, en verdad, tienen más que ver con un sillón que con el baquet de un coche de competición. Además, aunque su oferta de motores V8 iba desde los 5,7 hasta los 7,44 litros, la respuesta de los mismos no busca tanto el rabiar a un alto giro sino el entregar un par generoso desde bajas vueltas. Es decir, hablamos de un tipo de automóvil donde la potencia se disfruta por el mero hecho de saber que está ahí cuando se precise porque, poderosamente, siempre va a sobrar gracias a versiones con hasta 360 CV.

Respecto a la transmisión, no tendría sentido que el Chevrolet Monte Carlo MK1 contase con una manual de relaciones cerradas y manejo nervioso. ¿Acaso ésto tendría casamiento con una conducción plácida y sosegada, disfrutando de un verdadero salón con ruedas envuelto en el ronco gorgoteo de un V8 americano? En absoluto. Por ello los cambios se confiaron a un mecanismo automático Powerglide de dos velocidades o a un Turbo-Hydramatic de tres.

chevrolet monte carlo 1970 (1)

Dentro de los diseños muchas veces excesivos y poco proporcionados de la industria americana durante aquellos años, la primera generación del Monte Carlo destaca como un coche visualmente muy interesante

Con todo ello, el Chevrolet Monte Carlo MK1 sintonizó perfectamente con aquellos compradores estadounidenses dispuestos a hacer un gran desembolso en un modelo que uniera prestaciones y sosiego al volante con una estética clásica y llamativa al mismo tiempo. De hecho, su nivel de ventas fue excelente aún a pesar de haber registrado importantes huelgas en su cadena de producción, retrasando preocupantemente las entregas. Además, gracias a ser un Chevrolet – empresa que siempre ha lucido una buena planificación respecto al uso compartido de piezas y plataformas entre modelos aún muy diferentes – la cuestión del mantenimiento no era especialmente problemática. Así las cosas, colocando en el contexto preciso a este Sport Luxury Coupe hasta el más convencido amante de los deportivos británicos podría llegar a sentirse seducido por las bondades del Chevrolet Monte Carlo MK1.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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