1959 fue uno de los años más decisivos en la historia de la F1. La razón estriba en el monoplaza con el que Jack Brabham ganó el título de pilotos de aquel año. El Cooper T51. Primero con motor central en llegar a tal nivel, poniendo encima de la mesa las bondades de esta disposición. Absolutamente revolucionaria en una categoría dominada hasta la fecha por los Ferrari, Maserati y Mercedes con motor delantero. Así las cosas, incluso los diseñadores más conservadores tuvieron que aceptar cómo poner la mecánica por detrás del piloto mejoraba las inercias, el paso por curva e incluso el centro de gravedad. Razón por la cual, en 1963, ya no quedaba ni un modelo con motor delantero en la parrilla. De hecho, el último gran monoplaza con esta disposición fue el Vanwall de 1958.
Año en el que ganó el primer título de constructores convocado en la F1, siendo así el canto de cisne de una época condenada a morir. De hecho, en las carreras de resistencia los GT de comienzos de los años sesenta se encargaron de prolongarla un poco. Pero, definitivamente, con la llegada de los Sport Prototipo responsables de firmar algunas de las más icónicas hazañas en Le Mans lo de “ los caballos tirando del carro “ pasó a la historia sin vuelta de página. De esta manera, al Vanwall de 1958 se le admira por ser el último gran exponente de una época, lo cual a veces es tan significativo como ser el primero.
Pero vayamos a la génesis de Vanwall. Algo que nos dará bastantes pistas sobre cómo un pequeño fabricante independiente pudo llegar a lo más alto de la F1, siempre poniendo por delante el ingenio y la capacidad de innovación compensando así la falta de financiación exhibida por las grandes casas germanas e italianas. Para empezar, esta escudería fue el fruto de la fusión entre Vandervell y Thinwall. Empresa esta última responsable de haber suministrado rodamientos a la mismísima Ferrari. Punto de unión por el cual se pudo hacer con diversos monoplazas de la Scuderia ya sacados de carrera de cara a su repintado y transformación, inaugurando así su participación en la F1 para 1954.
Así como el Cooper T51 confirmó que el motor central había llegado para ser el dominante, el Vanwall de 1958 fue el último gran exponente de los modelos con la tradicional motorización por delante del piloto
Vanwall 1958, la culminación de un “ garajista “
No obstante, el papel de Vanwall no quedó sólo en reusar materiales ya desechados por Ferrari. Para nada. Lejos de ello, estamos ante una escudería innovadora pionera en el uso de frenos de disco, inyección electrónica y neumáticos experimentales. Además, en 1956 un nuevo chasis desarrollado por Colin Chapman – quien trabajó aquí antes de fundar Lotus – se unió a los estudios aerodinámicos del ingeniero aeroespacial Frank Costin para crear, al fin, una fórmula ganadora.
De esta manera, a los Vanwall se les empezó a ver con regularidad en los puestos de cabeza. De hecho, revisando las clasificaciones de 1957, 1958 y 1959 vemos cómo los Vanwall fueron decisivos para la suma de puntos que llevó al subcampeonato a Stirling Moss – dos veces – y Tony Brooks – una – . Todo muy “ british “. Y no es para menos, ya que en aquellos momentos se estaba viviendo la llamada era de los garajistas.
Es decir, la alzada de los pequeños equipos británicos entre los que se encontraba Vanwall junto a Cooper y Lotus, definidos por implantar audaces soluciones de ingeniería en chasis, peso y aerodinámica de cara a poder plantar cara a los rotundos motores de la Ferrari. Y es que, atención, las unidades del Vanwall de 1958 consiguieron hacerse con seis de las nueve carreras de aquel año. Un alarde que se lo puso muy difícil a Mike Hawthorn y su Ferrari, finalmente ganador del título de pilotos con un sólo punto de ventaja respecto a Stirling Moss.
El motor tomó como base los diseños motociclistas de Norton, sumando inyección Bosh y frenos de disco para un diseño que es toda una delicia de la ingeniería del momento
Respecto al motor, el Vanwall de 1958 hace un guiño delicioso a los aficionados al motociclismo. Y es que Vandervell – socio de Vanwall – era el accionista mayoritario de Norton en aquellos momentos, por lo que el bloque de cuatro cilindros y dos litros con doble árbol de levas montado en este monoplaza con motor delantero derivada de los ingenios más prestacionales de las motocicletas Norton. Además, la alimentación corrió a cargo de un sistema de inyección Bosch. Todo ello frenado con unos innovadores frenos de disco y un chasis firmado por Colin Chapman. ¿Se puede pedir más en materia de diseño británico? Para la época creemos que no, por lo que aquel Vanwall de 1958 no sólo fue un monoplaza ganador, sino todo un icono para los seguidores del ingenio y la tecnología británicas. Absolutamente delicioso.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS