Cuando hablamos de carreras de modelos turismos lo más socorrido y emblemático es sacar a colación el DTM. Con sus espectaculares Mercedes 190E y el recuerdo imborrable de lo logrado por Alfa Romeo en 1993 gracias a su motor V6 y el pilotaje de Nicola Larini. Todo ello, no olvidemos, en el terreno propio de las casas germanas. Sin embargo, el Campeonato Británico de Turismos BTCC no le queda demasiado a la zaga. Al fin y al cabo, en él se han visto algunas de las mejores pugnas entre modelos derivados de serie, con el estreno de vehículos tan recordados como el Volvo 850 Estate BTCC. Una creación que, por inesperada, ha eclipsado de un justo protagonismo a máquinas tan afinadas como el Nissan Primera Superturismo.
No obstante, antes de irnos con las bondades mecánicas de nuestro protagonista lo mejor será ponernos en contexto. Vamos a ello. Para empezar, deberemos remontarnos a 1982 con la introducción por parte de la FIA del Grupo A. Un necesario contrapeso a las vanguardias tecnológicas representadas por los Grupos B y C, lanzados aquel mismo año para dar cobijo a modelos producidos por y para lo más alto de la competición. Es decir, totalmente alejados de los chasis y mecánicas de los vehículos producidos en gran serie. De esta manera, el Grupo A dio cobijo a numerosos equipos privados gracias al planteamiento de “ turismos modificados “.
Eso sí, para el año 1990 se hizo necesario un nuevo reglamento, apareciendo por tanto la homologación de Superturismo en calidad de sustituta. Una clase que bebía directamente del manual del BTCC, haciendo que abundasen los participantes basados en modelos del segmento D con motores de 2 litros y – esto es importante – carencia de turbocompresor en beneficio de lo atmosférico. Así las cosas, muchas de las marcas generalistas vieron en las carreras de Superturismos una excelente oportunidad para la publicidad de sus modelos familiares. Más aún en un momento donde aquello de generar versiones prestacionales sobre vehículos con tres volúmenes era de lo más habitual.
En 1990 se creó por parte de la FIA el reglamento de los Superturismos – Clase 2 – basándose en el del BTCC, de esta manera se daba una excelente oportunidad para promocionar los modelos familiares de las principales marcas
Nissan Primera Superturismo, una máquina de lo más efectiva
Durante la década de los noventa, el reglamento de la FIA para los Superturismos fue tomado como base para la celebración de diversos campeonatos nacionales de turismos. De esta manera, desde el Italiano hasta el Francés pasando por el Japonés, el Británico o el Sudamericano adoptaron esta homologación, propiciando la proyección mundial de modelos como el Nissan Primera Superturismo. De hecho, en el caso de España fue un modelo bastante recurrente, siendo recordado por los seguidores de pilotos tan significativos como Luis Pérez Sala.
Pero regresemos a la base. Al Nissan Primera. Y es que éste modelo familiar se lanzó precisamente en 1990, el mismo año en el que fue presentado el reglamento que sustituyó a los Grupo A. De esta manera parecía estar llamado a entrar en este tipo de carreras, logrando una presencia muy importante en su país de origen entre 1994 y 1998. Todo ello gracias a los bloques mecánicos SR20DE. Caracterizados por su cilindrada de dos litros, una culata de aluminio y la sincronización variable de sus válvulas.
Todo ello en atmosférico según mandaban los cánones de la homologación, llamando la atención los altos caballajes conseguidos por los respectivos equipos aún no teniendo la posibilidad de usar las bondades de la turbocompresión. En fin, entrábamos en los noventa y era normal, realmente muy normal y entendible, regresar a lo puramente atmosférica a fin de pasar la gran resaca producida por la virulenta “ moda turbo “ que tanto caracterizó a los años ochenta desde que Renault introdujera esta tecnología primero en Le Mans, luego en la F1 y, finalmente, en toda su gama de modelos turismo.
En España este modelo se dejó ver en los circuitos bajo el pilotaje de personas tan reconocidas como Luis Pérez Sala
No obstante, el atmosférico SR20DE del Nissan Primera Superturismo alcanzó cifras de hasta 290 CV. Unidos a una caja secuencial de seis marchas y sus amortiguaciones de circuito, llantas enormes y carrocería echada al suelo en nombre de la aerodinámica y el aplomo. Es decir, todo lo necesario para dar espectáculo en las carreras del momento. Esas en las que los modelos familiares se transformaban en verdaderas máquinas de competición para, una vez más, conectar lo más alto de las carreras con el mundo de la producción en serie. Eso sí, con evidentes y muy onerosas transformaciones.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS