En el panorama de coches masivos fabricados en España, el Ford Fiesta de primera generación destaca como uno de los más exitosos y mejor vendidos. Además, no deja de ser uno de los hitos industriales del país, puesto que su estampa se encuentra íntimamente unida a la inauguración de la Ford Valencia en Almussafes. Así las cosas, de esta modelo podríamos estar hablando durante largo tiempo, haciendo un recorrido pormenorizado por algunas de sus unidades más deportivas y prestacionales. De hecho, algunas de ellas fueron tan icónicas para los rallyes en España como las preparadas por la escudería de Estanislao Reverter en Galicia.
Sin embargo, más allá de los sueños para amantes de la deportividad, lo cierto es que este modelo nacido en 1976 representó la apuesta de la empresa norteamericana en Europa por ofrecer un modelo del segmento B listo para competir con los R5 o FIAT 127. Diseños escuetos y sencillos, aunque al mismo tiempo realmente prácticos para el día a día en la ciudad. Especialmente en unos años totalmente marcados por las consecuencias de la reciente Crisis del Petróleo. De esta manera, al pararse en el Ford Fiesta bien vale hacerlo en el análisis no de sus mejores variantes, sino de las más modestas. Aquellas que mejor representan el espíritu económico y diario de este modelo.
Por ello nos ha parecido interesante recordar al Ford Fiesta 957. Conocido así por su cilindrada, aunque también se le ha llamado en no pocos círculos mecánicos con el término de “ baja compresión “. Algo objetivable en base a su marca de 8,3:1, la cual también es entendible debido a que ésta es la versión más accesible a la gama del Fiesta. Por tanto necesitada de unos costes de producción más asequibles a fin de poder ser rentable su producción. Hecho que condiciona el tener que fabricar un motor sin ajustes complejos, el cual además ha de llevar detalles como una sencilla culata de hierro fundido. Sin embargo, aún así el Ford Fiesta 957 cumplía adecuadamente con su cometido. Muestra de que era, y es, un gran diseño.
Con el uso de la gasolina de 85 octanos se acentuaba aún más el carácter económico del modelo, siendo una opción de lo más interesante para el uso diario en ciudad
Ford Fiesta 957, el modelo de baja compresión
De primeras puede sonar polémico, pero lo cierto es que resulta mucho más complejo diseñar un utilitario de éxito que un superdeportivo de ensueño. Al fin y al cabo, equilibrar todos los aspectos que interfieren en el uso diario de un vehículo al tiempo que lo haces accesible, robusto y rentable para la marca cuenta con mucha más dificultad que realizar un diseño a capricho sobre una base financiera repleta de clientes desahogados.
Prueba de todo esto es ver cómo buena parte de los historiadores del motor se refieren al Supercinco como el diseño más interesante e influyente de Marcello Gandini. ¡El mismo hombre que firmó el Lamborghini Countach! Así las cosas, el Ford Fiesta de primera generación fue todo un reto para la división europea del histórico fabricante. Resuelto de manera satisfactoria hasta el punto de ser su primer éxito de ventas rotundo equipado con tracción delantera.
Respecto a las opciones de motorización, en gasolina el cubicaje comenzaba en unos escuetos 957 centímetros cúbicos, ofrecidos en baja y en alta compresión. En el caso de la baja compresión, el bloque de cuatro cilindros en línea y carburación con un monocuerpo de fabricación propia entregaba 40 CV a 5.500 revoluciones por minuto. Obviamente no estamos hablando de un coche especialmente rápido en reacción al acelerador. Es decir, había que planear los adelantamientos como si se tuviera entre las manos un 2CV.
Para Ford Europa el Fiesta fue todo un éxito, precedido de una importante labor de investigación y diseño a fin de encontrar un modelo adecuado a la hora de competir con los R5 y 127
No obstante, su gran virtud era la economía. De hecho, obviamente esto viene a ser el principal caballo de batalla en un coche así. Cuestión zanjada de forma muy efectiva por el Ford Fiesta 957 de baja compresión, beneficiado por el uso de la gasolina de 85 octanos. Efectivamente menos potente en materia de combustión y rapidez de respuesta, aunque bastante más barata. Y es que nuestro protagonista no sólo era económico en el concesionario, sino también al salir de él. Sin duda una versión necesaria para cualquier utilitario popular de aquella época.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS