Más allá de sus virtuosos años ochenta con las victorias en el WRC, el Dakar y los proyectos para Le Mans, Peugeot ha sido y es una marca generalista centrada en fabricar modelos adecuados, sobrios y fiables. De hecho, si no fuera por sus éxitos en la competición – y cómo esto influyó a la fabricación de ciertos modelos de serie – muchos pensarían que es una de las marcas más aburridas del panorama automovilístico. Y eso no es así, para nada. De hecho, incluso en modelos tan comunes como el 407 se esforzó para sacar una variante más vistosa como es el Peugeot 407 Coupé.
Pero retrocedamos algunas décadas atrás. Por ejemplo a la época previa a la Segunda Guerra Mundial. Un momento en el que aparecen las versiones Eclipse, pioneras en la industria automovilística a la hora de implantar el techo duro desmontable. Justo como hoy en día siguen haciendo los modelos CC Coupé Cabrio en la marca. Toda un alarde firmado por Georges Paulin, quien sería asesinado poco después por las fuerzas de ocupación nazis en Francia. Uno de los muchos golpes recibidos por el fabricante durante la contienda, sacando energías incluso en esos momentos para desarrollar un interesante modelo eléctrico urbano llamado VLV.
Tras la contienda abandonó aquellos aires de marca capaz de fabricar modelos propios del segmento medio-alto como había sido el 601 de los años treinta, centrándose en dar fiabilidad a toda costa. Sin embargo, también ahí afloraron ramalazos trepidantes como sus constantes victorias en los rallyes más duros – véase el Safari y sus primeros años – o la aparición del 504 Coupé firmado por Pininfarina. Un modelo inesperado que posiblemente siga siendo el modelo más hermoso y proporcionado de entre todos los lanzados por la marca a lo largo de su historia.
A pesar de ser una marca claramente generalista, Peugeot siempre ha hecho versiones muy llamativas en forma de coupé. Una tradición que se consolidó muy apegada al nombre de Pininfarina, el cual no se encargó sin embargo de este modelo
Peugeot 407 Coupé, un paso más allá
En el año 2004 Peugeot presentó el 407 para sustituir al 406. De esta manera renovaba su apuesta para el segmento D entrando a un campo de juego donde habría de vérselas con el Renault Laguna, el Volkswagen Passat, el Citroën C5 o el Ford Mondeo. Casi todos ellos con versiones prestacionales en su gama – véase el R36 en el caso del Passat – pero sin variantes coupé.
Algo que, desgraciadamente, se está perdiendo del todo ante el empuje de los SUV. Y es que, si estos han desplazado casi hasta la extinción a las berlinas de tres volúmenes, más aún a los grandes coupés basados en éstas. Y es una pena, ya que seguramente muchos recordarán con muy buena imagen al 406 Coupé Pininfarina. Un coche sensato y racional, pero también repleto de encanto se mire por donde se mire.
Pues bien, el Peugeot 407 Coupé quiso sustituirlo, pero ofreciendo una carrocería mucho más voluminosa. Bastante menos estilizado que su predecesor pero no por ello carente de un gran encanto, el 407 Coupé llegó al mercado en el año 2006 con motorizaciones gasolina que iban desde los 2,2 hasta los 3 litros. De esta manera, la horquilla de potencia se movía entre los 163 CV y 211 CV según la variante escogida.
El auge de los SUV no sólo se ha llevado por delante a las berlinas, sino que desgraciadamente ha puesto también contra las cuerdas a los grandes coupé
En el caso del diésel éstas fueron no sólo mayoritarias sino incluso las únicas disponibles a partir de 2009, pudiendo escoger desde la dos litros HDI con 163 CV hasta la V6 con 240 CV. Cifras sin duda llamativas, pero siempre adecuadas a un modelo donde la deportividad no estaba tanto en el manejo como en la propia visión del automóvil. Al fin y al cabo, el Peugeot 404 Coupé fue un modelo concebido para los largos viajes por autovía. Un terreno donde su habitáculo 2+2 daba lo mejor de sí, ofreciendo altos niveles de confort sin renunciar a la deportividad clásica de los antiguos GT. Un tipo de automóvil que va desapareciendo según avanzan los años.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS