Normalmente, al diseccionar la historia de un determinado prototipo que no haya llegado a serie, la respuesta sobre porqué no llegó a los concesionarios suele plantearse al final del texto. Sin embargo, en el caso del Bugatti 16C Galibier resulta más provechoso hacerlo justo al comienzo. Así que allá vamos. ¿Por qué Volkswagen no llevó al mercado a esta berlina? Pues bien, aunque al igual que con su mecánica no tenemos datos oficiales, todo parece indicar que no le interesaba a nivel de rendimiento económico tras observar la relación entre el coste de desarrollo y las hipotéticas ventas.
Llegados a este punto, seguramente más de una persona estará pensando “ vaya, pues si es justo lo que les ocurre con los Veyron y Chiron “. Y es cierto. Volkswagen pierde al menos un millón de euros por cada unidad vendida de estos superdeportivos. Y aún así sigue adelante con ellos, obteniendo otros beneficios como son la imagen de excelencia tecnológica que da al Grupo Volkswagen, el laboratorio mecánico que supone y la constante publicidad indirecta a todo lo que tenga que ver con el conglomerado alemán en cada una de sus recurrentes apariciones en prensa.
Con estas razones se entiende la jugada mercadotécnica que Ferdinand Piëch hizo al resucitar Bugatti. Algo mucho más pensado de lo que pudiera parecer, como todo lo que este ingeniero y directivo hizo desde que, contra todo pronóstico, supiera aunar sentido económico e investigación en tecnología punta a través de proyectos tan especiales como el Porsche 917 o el Audi Quattro del Grupo B. No obstante, y volviendo al Bugatti 16C Galibier, todo esto explica las razones sobre porqué no llego a serie. Y es que, al fin y al cabo, ya que la resurrección de la mítica marca vino no por un sentido de ventas sino por otro más bien enfocado a la publicidad y el prestigio, con la producción de los Veyron y Chiron Volkswagen ya tenía suficiente.
Las razones por las que Ferdinand Piëch compró la marca Bugatti para rescatarla no tienen nada que ver con las ventas, y sí bastante con lograr un buque insignia representativo para todo el Grupo Volkswagen
Bugatti 16C Galibier, una berlina con reminiscencias clásicas
Antes de seguir, y por si hay algún aficionado a los tiempos dorados del ciclismo entre nosotros, deberemos hacer una aclaración respecto al nombre del Bugatti 16C Galibier. Concretamente en lo referido a esta última palabra, la cual recuerda directamente algunas de las mejores gestas de escaladores corriendo el Tour de Francia. Lejos de referirse a la conexión entre el icónico puerto de los Alpes y la carrera ciclista, éste se conecta con uno de los modelos más interesantes del periodo clásico de la marca.
El Bugatti Type 57 Galibier. Una variante con cuatro puertas del Type 57, más conocido por haber sido la base para los icónicos Atlantic, Tank – ganador de las 24 Horas de Le Mans en 1936 – y Atalante. De esta manera, Volkswagen intentó unir pasado y presente desde el propio nombre del coche, insinuando en él una característica de su mecánica. El motor con 16 cilindros.
En este sentido hemos de decir que, al no llegar a serie, Volkswagen tampoco dio demasiados datos sobre las prestaciones. Pero, comparando con lo equipado por el Veyron, todo apunta a que se trataba de un bloque W16 con capacidad de rendir unos 1.000 CV gracias a la acción de cuatro turbocompresores. Respecto a la tracción, en el caso del Bugatti 16C Galibier también se anunciaba total.
Al igual que pasara en los noventa con el EB112, este prototipo fue un intento en vano por presentar una berlina en la gama de Bugatti
En lo visual, la carrocería mostraba claros guiños a los míticos Bugatti de los años treinta. En primer lugar por el doble color de la misma, haciendo además la típica curva en las puertas que puede verse en tantas y tantas unidades de aquellos tiempos. Además, como uno de los puntos más identificativos el Bugatti 16C Galibier va recorrido en su medianía por esa misma espina dorsal tan identificativa de los Atlantic. La cual, por cierto, Bugatti ya había rescatado para su prototipo EB112. Otro intento – esta vez anterior a la compra de la marca por Volkswagen – de crear una berlina para la Bugatti moderna.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS