Aunque no sea precisamente espectacular, el Auto Red Bug es uno de los modelos más representativos en los inicios del automovilismo masivo. Obviamente no lo es por lo complejo de su diseño, ya que para 1910 existían modelos con tecnología mucho más compleja – el Ford T había salido al mercado dos años antes – . Tampoco lo es por la forma en la que ensambló, ya que ésta seguía siendo casi artesanal. Y, de hecho, siquiera lo fue por la introducción de ningún componente novedoso como sí venía a ser normal en otros vehículos de aquella época en la que el automovilismo se inventaba sobre la marcha apareciendo constantes novedades.
Entonces, ¿dónde radica la importancia del Auto Red Bug? Pues para empezar en su hibridación. Y es que este modelo se presentó con motorización eléctrica, gasolina y mixta. Una novedad que comparte con el Lohner; el vehículo con cuatro motores eléctricos – uno en cada rueda – desarrollado en 1900 por Ferdinand Porsche. Precedente de lo que ahora se vende como algo muy novedoso, aunque la mayor parte de los compradores siquiera sospechen que se trata de algo más que centenario. Incluso, hay que señalar lo cerca que la industria del automóvil estuvo de ser eléctrica desde sus comienzos.
Una idea sólo tumbada por la facilidad con la que el mundo anglosajón empezó a acceder al petróleo, debido a los campos de extracción de Texas o el dominio de Oriente Medio por parte del colonialismo británico. Principal motivo por el cual no se siguió investigando en mejorar las baterías en materia de autonomía, ya que respecto a lo demás gran parte del mercado prefería a los eléctricos. Para encontrar sus razones no hay más que bucear en documentos de la época o examinar la publicidad de empresas como Detroit Electric, señalando la entrega de potencia inmediata, la facilidad de arranque – nada de manivelas ni carburadores que cebar – , la ausencia de ruidos estruendosos y, por supuesto, la de molestos y abundantes gases fruto de la combustión.
Una de las cuestiones interesantes de este modelo es que contaba con motorizaciones eléctricas, de combustión pero también con algunas unidades que combinaron ambas
Auto Red Bug, tan sencillo como efectivo
Además, existe otra razón para tener al Auto Red Bug como uno de los coches más definitorios en los primeros momentos del automovilismo. Y es que, su extrema sencillez hizo de él el coche de producción más económico de toda la historia. Esto era fundamental a comienzos del siglo XX, cuando a pesar de iniciativas como el Ford T aún muy pocas familias podían permitirse el acceso a un automóvil. De esta manera, el Auto Red Bug era una buena alternativa para personas con necesidad de movilidad en ambientes urbanos y pocos recursos como para acceder a alternativas superiores.
Sin embargo, lo cierto es que su éxito comercial no fue excesivo ya que apenas contaba con capacidad de carga. Respecto a las prestaciones vienen a ser similares tanto en las versiones eléctricas, de combustión o con la posibilidad de alternar ambos ingenios. Siempre con unos 25 kilómetros por hora de velocidad punta, proporcionados bien por un motor eléctrico Dogde de 12 voltios con baterías de plomo o un monocilíndrico de cinco caballos producido por Briggs & Stratton.
Una de las empresas por las que pasó la fabricación del Auto Red Bug, lanzado en principio por A. O Smith para luego pasar a Briggs & Stratton cuando la primera tuvo que convertirse en fabricante de armamento durante la Primera Guerra Mundial debido al esfuerzo bélico. Tras esto, los últimos años del modelo fueron pasando bajo el paraguas de la American Motor Vehicle Company.
Su gran sencillez sigue siendo la base del récord que obtuvo y aún mantiene: el de ser el modelo de producción en serie más económico de la historia
Una empresa con nombre muy prometedor pero, en verdad, una gama tan sólo compuesta por el Auto Red Bug y un pequeño modelo de pedales pensando como juguete para niños. Obviamente una empresa con muy escasa capacidad comercial, lo cual acabó con la fabricación de nuestro protagonista aunque, en verdad, podría haber sido un modelo realmente útil para transporte urbano y en fincas. Al menos como coche de golf, lo cual por cierto empezaba a ser una moda cada vez más extendida en los Estados Unidos de la época. Sea como fuese, el Auto Red Bug tiene sencillez e ingenio al servicio de la economía. Ya sabes, el coche más barato de producción nunca hecho.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS