El Opel Omega A TD 2.3 CD (A) de primera generación llevaba el mismo bloque turbodiésel que su predecesor, el Rekord. Era un propulsor ya veterano que desmerecía al nuevo Omega, el cual se empezó a comercializar en España a finales de 1986 y hasta 1988. Sus rivales eran numerosos, como el Alfa Romeo 90 TD, Fiat Croma TD, Lancia Thema TD, Renault 25 Turbodiésel o el Volvo 244 GLD.
Las líneas generales de la carrocería se suavizaron respecto al Opel Rekord, con formas más curvadas y menos agresivas a la vista. Encuadrado en la categoría de las berlinas medias, sus dimensiones eran las siguientes: 4.690 milímetros de longitud, 1.770 milímetros de anchura y 1.440 milímetros de altura, con una batalla de 2.730 milímetros.
La sobriedad que definía hasta la fecha a los modelos de Opel continuaba presente en el nuevo Omega, pero con una clara tendencia a la “desgermanización” del modelo. Se convirtió en un coche muy funcional en todos los aspectos, tanto en el manejo de los diferentes mandos e interruptores como a nivel de equipamiento.
La habitabilidad era generosa para cuatro personas, aunque estaba homologado para cinco. Las plazas delanteras contaban con unos asientos cómodos y amplios, y el del conductor contaba con reglaje lumbar y ajuste en altura de la banqueta. Detrás podían ir tres personas por espacio en anchura, pero el diseño de la plaza central resultaba incómodo, ya que donde se apoyaba la espalda se situaba un brazo central plegable que daba acceso al maletero y los anclajes de los cinturones de seguridad. El maletero tenía una capacidad mínima de 520 litros.
En este acabado CD el equipamiento añadido era abundante, quedando justificada la diferencia de precio respecto al TD a secas; con el acabado CD la factura ascendía a 3.114.852 pesetas, unos 52.000 euros de hoy, mientras que la versión normal descendía hasta las 2.835.722 pesetas, unos 47.000 euros.
Como hemos comentado al principio, el motor del Opel Omega A TD 2.3 CD no estaba a la altura del nuevo modelo. El veterano cuatro cilindros en línea en posición delantera longitudinal alimentado por gasóleo tenía una cilindrada de 2.260 cm3 y rendía 90 CV de potencia máxima a 4.200 RPM, con un par máximo de 190 Nm a 2.200 RPM. La potencia se transmitía a las ruedas traseras.
Los ingenieros de Opel trabajaron mucho y duro para conseguir un equilibrio entre el confort de marcha y el comportamiento dinámico, notable en cualquier circunstancia
Respecto a la distribución contaba con un único árbol de levas en cabeza y dos válvulas por cilindro. La alimentación era mediante inyección de gasóleo Bosch y un turbocompresor. Este motor se caracterizaba por su elevado nivel sonoro, sobre todo en frío, poco amortiguado en el interior a pesar de la cantidad de material fonoabsorbente utilizado en el vano motor y en el habitáculo.
Su respuesta no era la típica de los antiguos motores turboalimentados de tipo turbopatada, perezosos a bajo régimen. La potencia escalaba de forma progresiva y suave, pero con una banda de utilización efectiva estrecha, empujando realmente entre las 2.000 y 4.200 RPM. A partir de aquí y hasta las 4.400 RPM la caída de respuesta era notable, momento en el que el corte de la inyección se hacía presente.
Afortunadamente el escalonamiento de su caja de cambios manual de cinco marchas ayudaba a mantener el motor en esta estrecha banda de utilización. Sus desarrollos a 1.000 RPM eran los siguientes: 1ª: 8,3 km/h; 2ª: 14,8 km/h; 3ª: 23,5 km/h; 4ª: 33,3 km/h; y 5ª: 39,6 km/h.
La dirección era asistida -quizá demasiado-, con 3,5 vueltas de volante de tope a tope, con 10,8 metros de diámetro de giro. La suspensión llevaba esquema independiente en ambos ejes, de tipo McPherson delante y de brazos oscilantes longitudinales detrás. Se complementaba con sus correspondientes amortiguadores hidráulicos, muelles y barras estabilizadoras.
Como equipo de frenos llevaba discos en las cuatro ruedas, sin la opción de ABS, elemento que sí llevaban sus hermanos alimentados por gasolina. Para detenerse desde 100 km/h necesitaba 29,7 metros, aumentando hasta los 45,2 metros a 120 km/h. (datos de prueba real). Las ruedas llevaban de serie llantas de chapa de 5,5 x 14 pulgadas, calzadas con neumáticos de medidas 185/70 TR14.
Lo que no encajaba con el conjunto era su veterano motor de 2,3 procedente del anterior Rekord, perezoso aunque elástico y sin ninguna pretensión deportiva, pues sus 90 CV no daban mucho de sí
Veamos como andaba. Los datos que ofrecemos provienen de una prueba real. La velocidad máxima era de 173,2 km/h y se tomaba sus 14,1 segundos para pasar de 0 a 100 km/h, mientras que para recorrer los 1.000 metros desde parado necesitaba sus buenos 36,9 segundos. En cuanto a sus recuperaciones necesitaba 12,9 segundos para pasar de 80 a 120 km/h y 16,8 segundos para el mismo registro en quinta.
Los consumos eran moderados en conducción normal, disparándose si hacíamos un uso abusivo del acelerador. El valor medio homologado era de 6,9 l/100 km, más elevados en la práctica. Los 75 litros de capacidad de su depósito de combustible le permitían una autonomía media de 1.086 kilómetros.
El equilibrio conseguido entre el confort de marcha y el comportamiento dinámico se debe a los profundos estudios llevados a cabo por los ingenieros de Opel, teniendo en cuenta la dificultad que suponían sus 1.231-1.286 kilogramos homologados (según la fuente consultada) y sus 4.690 milímetros de longitud. La suspensión realizaba una gran labor filtrando todas las irregularidades del terreno. Aunque se apreciaban notables inclinaciones de la carrocería en curvas, el confort no se sentía afectado, solo penalizado por un elevado nivel sonoro, con 76,1 dB a 120 km/h.
Como buen tracción delantera con un pesado propulsor diésel su tendencia natural era subviradora, más notable a elevada velocidad pero controlable con la dirección y dosificando la presión del pie derecho. Por lo demás su comportamiento resultaba equilibrado en conducción normal. Se podía ir todo lo deprisa que permitía el veterano motor. Un aspecto para criticar era el sistema de frenado, algo justo sobre todo cargado y en bajadas prolongadas, con tendencia a fatigarse con facilidad.
Este Opel Omega A TD 2.3 CD se podía considerar una berlina media adecuada para realizar largos viajes con gran comodidad sin apenas afectarle el estado del firme gracias a sus elaboradas suspensiones, lastrado por un veterano y ruidoso motor diésel algo perezoso pero elástico en su respuesta.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Creo que la conversión de pesetas a euros no va muy bien orientada no me salen las cuentas…
Prueba a sumar la inflación hasta hoy y te saldrán.
El Omega es de propulsion, no de traccion delantera. Un saludo.
Corregido. Gracias por avisar del gazapo.