El 1959 Cadillac Fleetwood Series Sixty Special se convirtió en un icono al otro lado del Atlántico, considerado como el vehículo más lujoso y majestuoso del fabricante estadounidense hasta la fecha. Sus impresionantes aletas traseras eran las más altas existentes en el mercado automovilístico local, lo que se podía traducir en “poder”.
Este inmenso sedán de cuatro puertas y una zaga de marcado diseño aeronáutico no pasaba desapercibido, con más de 5,7 metros de longitud y homologado para seis personas. Se consideró como el Cadillac de los Cadillacs. Su opulencia, elegancia y dignidad equilibrada, sellos de identidad de todos los modelos de la marca, se expresaban de forma suprema en el Fleetwod Series Sixty Special de 1959.
Sus dimensiones eran las siguientes: 5.715 milímetros de longitud, 2.060 milímetros de anchura y 3.302 milímetros de batalla. Se utilizó el robusto bastidor tubular central en forma de X que utilizaba Cadillac para otros modelos, permitiendo un desarrollo más agraciado de la parte inferior de la carrocería y una mayor estabilidad. Su peso homologado superaba las dos toneladas, concretamente 2.218 kilogramos.
El Cadillac Fleetwod 1959 Series Sixty Special estrenó un nuevo motor V8 de 6,4 litros y 325 o 345 CV (dependiendo del tipo de carburador que llevase), suficientes para otorgarle unas prestaciones dignas
La gama de Cadillac de 1959 era bastante generosa, con algunas variaciones entre las distintas versiones; si queréis tener una información general de toda la gama podéis leerlo aquí. Nos tenemos que remontar a 1941 para encontrar otro modelo de tamaña importancia para la marca, recordando al Cadillac “The Duchess”.
No existió hasta el momento otro modelo que capturase el respeto y la admiración de este Caddy. Su perfil era totalmente diferente a la generación anterior, con unas nuevas y distintivas aletas traseras junto con un uso abundante y elegante de los cromados, lo convertían en un automóvil excepcionalmente espectacular y hermoso. Sus ruedas con las llantas cromadas deslumbrantes y los neumáticos pintados con su característica banda de pintura blanca destacaban de igual manera. Las traseras estaban parcialmente carenadas.
La parte delantera brillaba por la presencia de su doble parrilla horizontal y sus faros redondos y ovalados agrupados en dos grupos dobles, por supuesto rodeados de brillante cromo, al igual que su paragolpes. Su vista lateral también impresionaba por su longitud interminable, su gran luna delantera que finalizaba en un pilar A muy retrasado, y la ausencia del pilar B de la cintura hacia arriba, a pesar de tener cuatro puertas. Mostraba un total de cuatro ventanillas por cada lado.
Con una línea de cintura descendente, recordando su perfil a la sección de un ala de avión, la zaga quedaba rematada por sus impresionantes aletas que recordaban los reactores de avión, un estilo muy de moda a finales de los 50 del siglo pasado. El resto de la parte trasera era igualmente espectacular, con más cromo y una pareja de dobles pilotos situados en el centro de cada aleta, asemejando el fuego del escape de un reactor.
El interior no resultaba menos impresionante, con la presencia de dos banquetas corridas de tres plazas cada una. Realizadas de forma artesanal con las mejores pieles y telas, ofrecían una calidad visual y al tacto envidiables. Estos materiales estaban presentes en el resto del habitáculo, como en los paneles de las puertas y en el salpicadero, complementado -efectivamente- con más cromados. La dirección asistida y los frenos eléctricos formaban parte del equipamiento de serie.
Sus más de 5,7 metros de longitud y 2,06 metros de anchura lo convertían en un buque de 2.200 kilogramos, dando cabida a seis ocupantes rodeados de un gran espacio, lujo y opulencia sin parangón hasta la fecha
Entre sus elementos opcionales se encontraban un sistema de bloqueo del maletero de forma remota, bloqueo de tapa del depósito de combustible, reguladores de ventilación eléctricos, climatización con aire acondicionado y calefacción, control de crucero, radio con un altavoz trasero. Además, las ventanillas eran eléctricas, como los reglajes para los asientos. Todavía existen coches en la actualidad menos equipados.
Mecánicamente, el 1959 Cadillac Fleetwood Series Sixty Special estaba propulsado por un nuevo V8 de 390 pulgadas cúbicas (6.391 cm3), con dos válvulas por cilindro y un árbol de levas en cabeza (OHV). La alimentación se realizaba a través de un carburador Carter AFB2814S de cuatro cuerpos, una bomba de combustible mecánica, un silenciador en la admisión y estrangulador automático (starter). En sus versiones “básicas” entregaba 325 CV a 4.800 RPM de potencia máxima y 583 Nm a 3.100 RPM de par.
Existía la opción de sustituir el carburador por un Rochester Triple Deuce, con lo que se conseguía un aumento de potencia de 20 CV (hasta los 345 CV) y de 7 Nm (hasta los 590 Nm), conservando los mismos regímenes de 4.800 y 3.100 RPM. Con el carburador de serie alcanzaba una velocidad máxima de 124 mph (200 km/h) y aceleraba de 0 a 60 mph (97 km/h) en 10,8 segundos. El cuarto de milla (400 metros) desde parado los recorría en 17,8 segundos y alcanzaba una velocidad final de 134 km/h. La caja de cambios era una Hydra-Matic automática de cuatro velocidades, de origen General Motors.
En resumen, si los vehículos de Cadillac eran de lo mejorcito que se podían encontrar en el mercado estadounidense, el 1959 Cadillac Fleetwood Series Sixty Special suponía el summum del lujo y la ostentación en el complejo mundo del automóvil de esta región del planeta a finales de los 50 del siglo pasado.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS