Hoy es el turno de la segunda generación de uno de los vehículos más famosos de todos los tiempos y de su propio fabricante, Toyota. Un coche “celestial” -Celica viene del latín coelica, que significa eso mismo-, que se hizo famoso por su estética, variedad de versiones, por ser un deportivo para el público general y que encima despuntó en los rallyes de medio mundo. Sumemos a lo anterior que estuvo vigente durante más de 40 años a lo largo de sus generaciones y tenemos las claves de su éxito. Hablaremos de la segunda generación del Toyota Celica (A40).
Tras más de un millón de unidades vendidas en todo el mundo y siete años recorridos por la primera generación de este famoso deportivo, Toyota hacía llegar al mercado a su segunda iteración en agosto de 1977, siendo obra de David Stollery. Al igual que su antecesor tomaba la base directamente del sedán Toyota Carina, pero esta vez se ofrecía en dos “sabores”: con carrocería coupé de dos puertas y con carrocería de tres puertas con portón.
En el mercado estadounidense la empresa Griffith adaptaba cualquier versión a targa, vendiéndose de manera oficial a través de los concesionarios Toyota. Fueron conocidos como los sunchaser o “cazadores de sol”. Las dimensiones de esta serie se verían incrementadas con respecto a su antecesor, sobre todo para contentar aún más a su creciente número de clientes estadounidenses. Sus medidas exteriores eran de 4.370 milímetros de longitud, 1.640 mm de anchura y solo 1.320 mm de altura. La batalla se quedaba en 2.500 milímetros.
Disponible en versiones normal y GT en el mercado europeo, ambos eran movidos por una mecánica de cuatro cilindros y 2 litros con código de motor 18R-G. En ambas versiones iban colocados en posición longitudinal delantera y enviaban su fuerza a las ruedas del eje posterior. Para el modelo base rendía 90 CV a 5.000 vueltas y entregaba 145 Nm de par a 3.600 vueltas. Se alimentaba por un carburador Nikki. Alcanzaba los 175 km/h y los 100 km/h en menos de 13 segundos.
En cuanto al GT, la potencia era de 121 CV a 5.800 vueltas y el par de 152 Nm a 5.200 RPM. Esta vez la alimentación era a través de un carburador Solex 40 PHH. Sus prestaciones eran considerablemente mejores que el modelo base, llegando hasta los 190 km/h de velocidad punta y alcanzando los 100 km/h en unos 10 segundos.
Sin embargo, en el mercado estadounidense eran movidos por motores de 2,2 litros, y para el japonés la variedad de elección era mayor: 1.6, 1.8 y 2.0. Si mencionásemos todas las versiones que se vendieron en Japón, deberíamos dedicar un artículo solo a ellas, ya que fueron unas 70 en total entre acabados y motores.
En ambos casos -volviendo a los motores del mercado europeo-, la culata era de ocho válvulas y la transmisión se encomendaba a una caja de cambios manual de cinco velocidades. También para ambos el consumo real estaba en torno a los 10 litros a los 100 km, aunque levemente más bajo para el motor más potente. De todas formas, la autonomía estaba asegurada para las dos versiones gracias a un depósito de combustible de 61 litros.
Sus contenidos pesos estaban por debajo de las 1,1 toneladas en el GT y modelo base. A nivel de chasis, las suspensiones eran independientes de tipo McPherson en el eje delantero y de tipo De Dion en el trasero. Los frenos escogidos eran de disco delante y de tambor detrás. Ambos equipaban llantas de 14 pulgadas, siendo los neumáticos de 165 milímetros para el ST y de 20 milímetros más para el GT.
Solo un año después, Toyota tendría que revisar casi al completo todos sus motores con el fin de poder cumplir con las cada vez más exigentes normativas anticontaminación. Además, se incorporaba el “pata negra” Celica XX, Celica double X o más conocido como Celica Supra. Los japoneses se identifican por los típicos espejos sobre las aletas o fender mirror. Las versiones TX22 tenían techo desmontable tipo targa.
Basado en el liftback de tres puertas, con la longitud incrementada para hacerlo más aerodinámico, se incorporaban mecánicas de seis cilindros en línea e inyección electrónica de combustible -de 2 y 2,6 litros de cilindrada-. Estos motores tienen el honor de ser los primeros de Toyota alimentados de esta manera.
En 1979 sufriría cambios a nivel estético, como fue que los cuatro faros redondos principales pasaran a ser rectangulares, quedando completamente integrados a ambos lados de la también nueva parrilla frontal. Este restyling sería conocido como Serie B. Además, mejoraba el consumo de los motores, se incrementaba la potencia y se convertía en un coche más seguro.
En 1980 la palabra Camry llegaba a los concesionarios de Toyota. En un primer momento se denominó como Celica Camry y no era más que la versión de cuatro puertas de nuestro protagonista. En 1982 sería reemplazado por la tercera generación o A60. Entre otras cosas el Camry pasaría a ser Camry a secas y la estética se volvería más “cuadradota”, en la línea de lo que imperaba en aquellos años.
Si te quieres hacer con uno va a ser difícil, ya que no llegó a nuestro país -más allá de unidades sueltas a Canarias- y por consiguiente no hay unidades de segunda mano disponibles. Mirando fuera de nuestro mercado hay unidades desde unos 5.000 hasta unos 35.000 euros, en función de su estado y de la serie -más cotizada la primera que la segunda-.
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Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)COMENTARIOS