“Hola, Raphaël. Tengo algo de experiencia en Pikes Peak, aunque no mucho”. Con lógica y oportuna falsa modestia se dirigía, durante el Gran Premio de Mónaco 2023, el ganador de Pikes Peak 1988 con el Peugeot 405 Turbo 16 hacia el campeón de la Copa FIA R-GT al volante del Alpine A110 Rally. “El único consejo que puedo darte es que el sol es muy fuerte para los ojos, así que, si está soleado, haz esto”, le advertía el experimentado finlandés Ari Vatanen, haciendo con la mano el ademán de viscera. “¡Y sal a toda velocidad!”.
Entonces al volante del Alpine A110 Pikes Peak, se ve que Raphaël Astier acusó recibo del viejo sabio, pues si bien no se llevó la victoria, completó las 156 curvas de la desafiante y empinada carretera americana en nueve minutos y 17 segundos, tiempo que le alcanzó para entrar en el podio de la International Hill Climb. Fue el estreno de Alpine en Pikes Peak y no defraudó, pero un estreno para el cual una versión hasta ese entonces inexistente debió nacer.
Del Alpine A110 GT4 Evo partió el proyecto. De éste heredo el motor de cuatro cilindros en línea 1.8 turbo, la caja de cambios secuencial de seis velocidades y la tracción trasera, pero, claro, al tratarse de una adaptación exclusiva para entrar en diálogo con las nubes y el cielo de Colorado Springs, debía llevarse el coche de carreras más allá, tanto en potencia como en ligereza y aerodinámica.
En lugar de los 400 caballos originales, esta versión ganó 100 CV extras producto de la entrada de aire agregada sobre el techo, cerrando entonces con una máxima de 500 CV. En lugar de firmar 1.080 kg, el A110 Pikes Peak borró de la balanza un dígito y registró un peso final de 950 kg. La coraza de carbono, además de funcional, hizo del A110 tomado para el experimento una versión agraciadamente más espartana.
Con la experiencia ganada en aquellos casi 20 kilómetros, el canchero Astier, ahora más suelto, se reencontró con su amigo de ruedas un año después. Sí, lo sé. Pasaron ya varios meses de la última edición del Festival de la Velocidad de Goodwood, pero nunca es tarde para vibrar al ritmo y la melodía de un cuatro cilindros como el del A110 modificado. Sí, notarán cómo, con toda esa carga aerodinámica, le es al A110 Pikes Peak imposible irse de cola. Raphaël lo supo y el coche pasó de aquel punzante de las montañas a un exhibicionista en tierras británicas.
Una nomenclatura alfanumérica signada por el deporte de motor. La edición Alpine A110 R Le Mans, lanzada en homenaje al centenario de la carrera, nos transporta a la única victoria de los franceses en la Sarthe. En el caso del A110 Pikes Peak, no importa qué otras aventuras y desafíos le deparen en el futuro. Siempre regresaremos a esa primera subida.
Mauro Blanco
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