Un Dino 246 representa elegancia, más si se trata de un 246 GTS, la versión targa. El ejemplar de hoy es un norteamericano. Antes que pregunten, sí, existieron los Dino regionales. Durante su ciclo comercial, Ferrari destinó una variedad de configuraciones según los mercados, cuyos detalles son sencillos de identificar a simple vista. El secreto está en las luces: mientras los europeos llevaban luces de giro laterales ámbar solo en los guardabarros delanteros y otros intermitentes transparentes al frente y al ras de la carrocería, los americanos aplicaban las delanteras de giro sobre hendidura y las laterales en forma rectangular y replicando en los pasos traseros; todas en ámbar.
Pero ante todo es un deportivo y este Dino en particular fue, en su tiempo, el coche que más rápido realizó el costa a costa en los Estados Unidos. Hablar de Erwin George “Cannon Ball” Baker es hablar de una eminencia, una institución en la historia del deporte de motor estadounidense. Antes de convertirse en el primer comisario de la NASCAR, fue la cara de los cross-country, un hombre récord en la práctica y eso fue lo que motivó a los editores de la revista Car and Driver a inaugurar en los albores de los setenta, y en su honor –era lo mínimo que podían hacer en tributo a quien fue capaz de lograr 143 récords–, el Cannonball como disciplina autóctona.
Tras una suerte de prueba piloto a bordo de una Dodge Custom Sportsman, el Cannonball largó con su primera carrera oficial en 1971 y los ganadores, a bordo de un Ferrari 365 GTB/4, registraron 35:54 horas cuando llegaron a Los Ángeles desde Nueva York. Cuatro años después, el momento sería todo para este Dino 246 GTS de 1973. Con una velocidad promedio de 133 km/h, superior a la de 129,3 km/h del conocido popularmente como Daytona, lo llamativo estuvo en el tiempo. Como si se tratara de una clasificación en circuito corto y no de una travesía de 4.600 kilómetros, el Dino se apoderó del récord en la edición de 1975 llegando a destino californiano un minuto antes, habiendo atravesado el país en 35:53 horas.

¿Por qué lo lógico es hablar de travesía y no de viaje, y por qué sería todavía más coherente hablar de odisea y no de travesía? Bueno, el cross-country como práctica se explica solo, porque en el trascurso, detrás del cronómetro, están los contratiempos, los sucesos no inesperados en este caso, sino desafortunados. La mentalidad de quine la corre debe estar abierta a todo tipo de posibilidades a presentarse. El Dino 73, un Dino “Bianco Polo”, no fue la excepción, ya que supo sobreponerse a problemas técnicos como fugas de combustible y defectos en la bujía, pero además a factores externos al estado y desempeño del coche.
Una manada de liebres debieron soportar en su paso por Arizona, en tanto que en Ohio fueron arrestados por un agente de la policía estatal. Según Mecum Auctions, encargados de subastarlo el 16 de agosto en el marco de la Semana del Automóvil de Monterey 50.819 millas en su odómetro, el piloto, escritor y dueño del coche Jack May llegó a reconocer la cordialidad de aquel oficial de la fuerza de seguridad, a quien consideró “bastante comprensivo”, ya que les “ayudó mucho a encontrar la ruta rápida de regreso a la Interestatal”.
En su estado actual, este Dino 246 GTS de 1973 conserva huellas de aquella proeza. Si observan el interior, el cuadro de instrumentos para ser exacto, el tacómetro luce torcido, con el tope casi marcando las 12. Esto fue obra del propio May, porque la disposición de fábrica le perjudicaba la visibilidad y no le permitía ver con claridad cuando el motor, un V6 2.4 en este modelo, alcanzaba el máximo de revoluciones. De hecho, las huellas están por todos lados, porque se vende en las condiciones originales, sin someterlo a restauración. Desde ese valor simbólico también se explica por qué se lo ha cotizado entre 900.000 y 1.200.000 dólares.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS