Que los jóvenes sueñan con Ferrari, Lamborghini, Porsche y, en definitiva, con deportivos caros es una verdad a medias. O eso, o yo soy el raro.
Desde que me adentré en el mundo de las cuatro ruedas, siempre me parecieron unos productos muy inalcanzables, muy de… película. Yo, en mi humilde realidad, fantaseaba con coches al estilo gti; llamadme loco, pero yo me llevaba las manos a la cabeza con solo ver pasar un “simple” 206 GTI. ¿Cómo decirlo? eran sensaciones más accesibles.
Los dos son rojos, pero les separaba una brecha de 130.000 euros (sacados de concesionario, claro)
¡Venga, vamos! Muchos hemos ansiado con ser pilotos y nos valía cualquier trasto que se pusiera por delante para sentirnos realizados; si era una versión picante, el flipe ya era total.
Con esas, que un buen día llegó el momento de sacarse el carné de conducir y entonces era yo quien quería que los otros se pusiesen las manos en la cabeza al ver mi coche. Pero, ya se sabe que no se puede empezar siempre con el carro definitivo. Aun así, después de tener una mala experiencia con un Fiesta, mi coche de diario era un Civic EP de 110 CV. Nada mal, oiga.
El caso es que me iba demasiado bien con mi anterior coche, no daba ningún tipo de problemas. En definitiva, era lo que se puede llamar un utilitario moderno y seguro. Además, estaba cuidado hasta el mínimo detalle. Pero ya se sabe, la vida sin problemas no es vida y uno tiende a complicársela sin motivos de peso. Vale, sí, había un porqué: mi coche no corría, no tenía ese espíritu RACER, o no lo suficiente para mí, en aquel momento. Y yo sentía que mi “piloto interior” pedía más.
Quería un coche con el que pudiera ir preparándolo a mi gusto y empezar a conducir de verdad.
Una máquina analógica, que me señalara los errores, que me pidiera que me fusionase con él con tal de extraerle su potencial. Un compañero con el que descubrir carreteras olvidadas, un amante con quien escapar cuando todo estaba oscuro. Con todo ese berenjenal, termino por vender mi coche no-problemático, para comprarme, después de darle muchas vueltas y valorar varias opciones, un Nissan Sunny GTI de 1992.
Un apretón de manos
Cuando las siglas GTI apellidan un coche, sabes que esas tres letras van más allá de su significado literal. Esa palabra, para un aficionado del motor engloba emoción, prestaciones, personalidad… Volkswagen fue la primera en utilizarla en su mítico Golf, pero, curiosamente, hay coches en que puede que esas letras encajen mejor. Hoy vengo a hablaros de unos de esos coches, el Nissan Sunny GTI.
Pongámonos en contexto: años 90; se vivía una época dorada para los deportivos y las marcas se peleaban para ver quien tenía la mejor pelotilla. PSA iba con sus gemelos Peugeot 106 Rallie y Citroën Saxo VTS, Renault apostaba por la denominación 16v en sus versiones deportivas, Opel nos ofrecía coches como el Astra o el Kadett GSi, los pepinillos de Honda iban ligados a las siglas VTI con su VTEC, SEAT inventaba los Cupra… y Nissan se presentaba con su Sunny.
El utilitario de la marca japonesa estaba disponible en varios motores y acabados, pero a nosotros solo nos interesa uno, el bautizado como GTI.
Esta versión aloja debajo su capó un dos litros atmosférico, el ya mítico SR20DE. Se trata de un motor multiválvulas que da 143 CV a 6.400 RPM y un par máximo de 178 Nm a las 4.800 RPM. Tanto el diámetro del cilindro como la carrera del pistón son de 86 mm, es decir, dimensiones cuadradas. Otro punto a tener en cuenta, es que la distribución va por cadena.
En todo caso, la historia no termina aquí. ¿Qué pasa si te digo que, complementado ese propulsor, hay un chasis preparado para dar lo mejor de sí mismo?
A excepción de la mayoría de sus alternativas, que montan un eje rígido detrás con barra de torsión, el Sunny cuenta con suspensión independiente en su eje trasero, hecho que le da clara ventaja en tramos bacheados. En tema de ruedas, sus llantas son de 14” con medidas 195/55 de neumáticos. El peso se queda en unos 1.100 kg según ficha.
El interior cumple con la promesa de seguir emocionándote: tacómetro con línea roja a las 7.500 y tarado hasta las 9.000 vueltas, relojes; ¡ay! los relojes: temperatura agua, temperatura aceite, presión aceite y hasta voltaje de batería. Los asientos, sin ser muy deportivos a la vista, ofrecen un suficiente agarre lateral y el pomo del cambio, simplemente rematado en cuero.
Aunque no fuese su baza principal, el confort tampoco estaba descuidado e incluso hoy en día tienes todo lo que te hace falta, ya que incluye A/C, elevalunas eléctricos, dirección asistida, antinieblas delanteros, etc. Cabe destacar que el coche con los amortiguadores de serie no es incómodo ni demasiado duro y que pueden viajar cuatro adultos con relativa comodidad. El maletero quizá se queda un poco corto con 280 litros, debido a la forma de su portón trasero, que termina de forma abrupta.
Exteriormente es un coche bastante discreto y solo el alerón trasero (que le da un aspecto muy japonés) nos indica que estamos ante algo especial.
¿Amigos?
Siguiendo con la historia, tengo que admitir que puede que no lo comprase por un precio desorbitado, pero sí que me dejé llevar bastante por la euforia. ¿A qué me refiero? Bueno, al hierro había que dedicarle bastantes horas debido a su estado.
El primer paso era pasarle la ITV. Finalmente, después de echarle un poco de cariño en cambiar cojinetes de biela, el parabrisas, retrovisores, soportes de motor, revisión básica y hacer una pequeña chapucilla operación en el escape para que no perdiera, el coche, como un campeón, se ganaba la pegatina al menos hasta 2017.
De todas maneras, el pequeño Nissan pedía a gritos reformas drásticas, así que poquito a poco lo fui dejando al día: unas suspensiones por aquí, unas llantas por allá, neumáticos deportivos para completar el calzado, una línea de escape nueva para darle un tono más enérgico… y así hasta hacer una lista infinita.
Como puedes entender, hacerle todo eso a un coche era como pedirle matrimonio, así que sí, por ahora se quedaba conmigo. ¿Por qué digo eso? Bueno, pues porque no todo era coser y cantar.
Salsa Agridulce
Con el acondicionamiento básico en el bolsillo, el Sunny ya podía ser mi compañero fiel del día a día.
Ya soñaba con ello: encenderlo de buena mañana, respetar esos dos minutillos de precalentamiento mientras te colocas en su asiento, contestas los wasaps y acaricias su volante; para después ir trotando tranquilamente hasta el trabajo mientras la temperatura del refrigerante y del motor va subiendo… Y cuando los 90 °C de los relojes se unen con las agujas, visitar aquellos rincones que se esconden entre el 7 y el 8 del tacómetro.
Y ese fue el plan de varios días hasta que empezaron aparecer cosas como consumo exagerado (no estaba bien regulado), pérdidas de aceite, mal funcionamiento de los alzacristales, fuga de A/C y varias cosas más. Resumen: mucho dinero que invertir. Obviamente todo esto tenia solución (con tiempo y dinero), pero era un peso más que añadir a la balanza de la paciencia después de una “mala compra”.
Al final, mi salvación era quedarme con las sensaciones que me brindaba al pilotarlo, con eso no había nada que decir.
Cuando vienen las curvas
No, no fueron sus acabados, tampoco su precio, ni tan solo su estética es la que me cautivó. Fue en un tramo revirado cuando encontré la razón de su compra, porqué es aquí donde brillan sus cualidades y te olvidas de sus defectos. Subo y mientras voy de camino a mi carretera de curvas favorita, pongo toda la atención en analizar el coche y como este se comunica conmigo. Como gira, como corre, como ruge…
Me descubro subiendo y bajando marchas solo por diversión, y no porque el tacto de su cambio sea muy bueno, no. Es porque su motor es como un chicle, lleno abajo, glorioso arriba. Benditos sean los atmosféricos. El cambio, por otra parte, no termina de convencerme, con un pomo que, para mi gusto, queda un pelín alto y que, sin ofrecer un mal tacto, este es más “gomoso” que mecánico (quizá algo normal debido a la edad).
Voy callejeando, y la dirección me transmite una mezcla de impresiones: algo de peso y el punto de asistencia justo, pero a mi juicio, no especialmente directa. A pesar de eso, creo que cumplirá con su cometido. Al poco de estar rodando, mi espalda y los amortiguadores me van sugiriendo que no están hechos para la ciudad e intento huir rápido de las zonas urbanas repletas de badenes. Y por fin, llego a mi destino…
Empiezo a enlazar la serpenteada carretera y me hallo en un coche neutral, aplomado y que logra transmitirme una seguridad suficiente. Pronto decido ir un paso más allá y buscarle un poco las cosquillas al asunto.
Descubro cosas y el comportamiento del coche se va desnudando… Entro en una curva un pelín pasado, ahueco el pie del acelerador y el Sunny me responde con un divertido barrido de la parte trasera que me ayuda a cerrar la trayectoria. Fantástico. Repito el proceso una y otra vez en lo que creo que se ha convertido en mi nueva adicción; y en ningún momento se muestra nervioso, al contrario, todo sucede de forma controlada y predecible.
Incluso pruebo a entrar frenando suavemente y girando a la vez, sabiendo que el coche pivotará lo suficiente para encarrilarme hasta la salida de la curva. Con todo, termino moviendo el eje trasero más de lo necesario, solo por puro placer.
El motor no deja indiferente y sorprende el vínculo que tiene con el chasis, van totalmente de la mano. Es un buen compañero cuando nos enfrentamos a un tramo revirado, porque su banda de utilización es bastante extensa. Que las revoluciones bajen, no es sinónimo de preocupación, ya que no te encuentras con una escasa respuesta, sino que a partir de las 3.000 RPM el coche empuja con contundencia.
La segunda velocidad parece no terminarse nunca y raramente meto tercera en esta carretera, que es muy ratonera. No es que las marchas sean muy largas (que tampoco son cortas), es que el corte se encuentra bastante arriba y el motor permite exprimirlas hasta el final.
De hecho, eso es precisamente lo que me reclama el GTI, llegar hasta arriba. Las 5.000 vueltas son el punto de no retorno, cuando echa toda la carne al asador y el instante en que entiendes por qué este propulsor es tan popular entre la afición japonesa. Es todo ferocidad.
De todas formas, de lo que se trataría de un grave error, es valorar ese coche en rectas, porque sé que no impresionaré a nadie y aunque sería injusto catalogar sus prestaciones como pobres, cualquier coche de unos 150 CV actual con motor turbo le da una buena lección en aceleración pura y recuperaciones. El hecho está, en que tampoco importa, porqué el Sunny no fue diseñado con ese objetivo.
Ni contigo, ni sin ti
Pasé brillantes momentos con él, muchas anécdotas y cada vez lo sentía más mío. Pero al poco tiempo, tuve que empezar a desplazarme muchos kilómetros por tema de estudios. Eso, sumado a que trabajaba, me dejaba poco tiempo para resolver los problemas comentados y estos adquirían una mayor gravedad.
Intenté compaginar el coche con mi rutina tanto tiempo como fue posible, hasta que la cosa me daba más disgustos que alegrías. Era todo muy viejo y si no saltaba una cosa se estropeaba la otra. Tras revelarme contra la idea de deshacerme de él, decidí buscarle un garaje y tenerlo como segundo coche.
Adiós, mi corazón
Se me abrían nuevos caminos en la vida, tuve que dejar de trabajar temporalmente y la caja no daba para todo. Solo cogía el coche de vez en cuando y pasó a ser un capricho que no me podía permitir. Tristemente llegó un momento en que el coche me era más una molestia que una ilusión.
A veces, hay prioridades en la vida y por mucho que los adoremos, los coches no pueden pasar por encima de todo. Así que, tras año y medio de aventuras, el coche salía a la venta.
Después de algún que otro candidato, se me presentó un chaval que con la mirada se lo comía. En seguida supe que era el comprador ideal. Se lo llevó, más feliz que una perdiz. Yo, por mi parte, tranquilo, sabiendo que el pequeño Sunny seguiría navegando entre curvas. No me arrepiento de nada. Ni de pagar más de lo debido por él, ni de gastarme una fortuna en dejarlo “al dia”, ni de las horas pasadas en el taller, ni tampoco de las veces que me dejó tirado.
Y no me arrepiento porqué aprendí y sobretodo porqué pude conducir, conducir de verdad.
El Nissan Sunny se fabricó desde 1991 hasta 1995, y los años han pasado y no especialmente bien para este. Es un coche que por los motivos que sean, no ha pasado por muy buenas manos, quedan pocos y la mayoría con muchos kilómetros y bastante maltratados.
Aunque mirándolo desde otra perspectiva, eso nos dice algo bueno a favor de su fiabilidad, en concreto del motor, bastante duro de pelar y que bien mantenido puede llegar a los 400.000 kms sin “problemas”. Como es lógico, lo suyo seria encontrar una unidad bien conservada, de lo contrario, empieza a mentalizarte que no te librarás de darle al coche todo el mimo que no ha recibido de los otros dueños y que necesitará un mínimo proceso de restauración.
Chapa y pintura, cableado, piezas interiores que faltan o están muy deterioradas y, sobre todo, un mantenimiento total y completo del motor y la transmisión. Si el motor aún está en condiciones y no se tiene que rehacer completamente, es recomendable hacerle cojinetes de biela, para ahorrarnos en sustos.
Los precios a los que se puede encontrar no son desorbitados ni mucho menos, por suerte, no ha entrado en la burbuja en que parecen estar los japoneses (sobretodo Hondas y coches para hacer drift), así que es un buen momento para hacerse con uno. Pagar sobre unos 3.000-4.000 euros por una unidad bien conservada entra dentro de lo lógico y es mucho más recomendable que pagar mil y poco por otra que está para echar al desguace.
Pequeña conclusión
En resumen, el Nissan Sunny GTI es una opción a valorar por aquellos que busquen un hierro de los 90 y que más allá de guiarse por lo estético, también valoren su dinámica. En él encontraran un coche agradecido de conducir y que si ha estado bien cuidado les llevará pocos dolores de cabeza en cuanto a mantenimiento. Por si alguien no ha quedado convencido todavía, aquí dejo un anuncio de 1992 emitido en Gran Bretaña.
PD 1: Toda la información redactada acerca del comportamiento del coche es una impresión subjetiva, en ningún momento se pretende generalizar. Además, no todos los elementos eran de serie en el momento en que se condujo, así que sus características son sensiblemente diferentes a cualquiera otra unidad.
PD 2: Al principio del artículo parece que no sean de mi agrado máquinas como Porsche, Ferrari o Lamborghini. Nos os dejéis engañar, ¡mataría por conducir uno!
PD 3: Agradecer a Marc Baraldés las fotos que salen en este reportaje y su apoyo incondicional en la causa.
愛
Ignasi Puig
Es curioso que me entusiasme cualquier actividad relacionada con los coches ¿El escribir? Para trasmitir. Trasmitir conocimiento, pasión y sensaciones; hacerte llegar aquello por lo que me vuelvo loco. Súmale que aprendes y ya es una terrible adicción.Sr20 prestaciones y fiabilidad. Lo de las recuperaciones habría que verlo pero vamos que ese motor de Nissan y sus variantes no tienen competidor directo. Además es un motor de 500000kms que no lo partes ni queriendo. Joyas Nissan Pre-Renault.
Buen artículo, coche bastante desconocido, raro de ver (le mataba el precio) e infravalorado, quizá por su estética, no a todo el mundo le convence, tras probarlo alguno cambia de opinión jaja. Para su época aportaba cosas que pocos rivales igualaban. Un conjunto muy bueno. Solo un apunte los relojes deben de ser añadidos ya que el Sunny que los equipaba de serie era el gti-r (cambiando el de voltaje por la presión del turbo). En cuanto al cambio a mi sí me parece un pelín largo, una segunda y tercera más cortas le vendrían de lujo. Por otra parte… Leer más »
Excelente artículo! Me recordó mucho a la redacción de Guille Alfonsín. Sigan así.
Si alguien que lee esto no se siente identificado, que no siga leyendo esta web. Yo ahora mismo estoy en el momento de relación amor-odio. xD Hace 4 años y medio que tengo la pelotilla y tras hacerle 15 mil km al año los primeros 3 años, un giro de la vida ha hecho que pasara a hacerle menos de 5 mil. El problema es que parece que le ha sentado mal y ahora me protesta por todo… Y para lo poco que lo uso empieza a generar dolores de cabeza. Pero claro, luego llega un fin de semana (como… Leer más »
La historia me suena… pero mazo.. ?
No sé si reír o poner un facepalm como una casa. Benditos males.