La increíble historia del Talbot-Lago T150 C SS perdido

La increíble historia del Talbot-Lago T150 C SS perdido

Robado en 2001, el heredero del legítimo propietario lo reclama judicialmente a su actual dueño


Tiempo de lectura: 12 min.

Un coche como este, del que solo se hicieron 16 ejemplares únicos, es objeto de disputa entre dos coleccionistas de coches clásicos en Estados Unidos. Se trata de un Talbot-Lago T150 C SS Goutte d’Eau (o Teardrop Coupé) par Figoni et Falaschi de 1938, uno de los coches más bonitos y escasos del periodo de entreguerras y representante de la tendencia Art Decó. Esta carrocería también se conoce como New York Style. Ha estado desaparecido durante más de 15 años y ha regresado al nuevo mundo, donde había estado casi 60 años.

El coche en cuestión tiene el número de chasis #90108. Para hacernos idea de su valor, uno de sus congéneres -el #90110- fue subastado en Villa Erba el año pasado por 3,36 millones de euros por la casa RM Sotheby’s, completamente restaurado. A través de la misma casa se subastó en Monterrey en 2005 otro ejemplar que alcanzó los 3,68 millones de dólares, y el #90112 se adjudicó en 2011 por 3.136.000 euros. Sigue manteniendo la elegancia con la que fue concebido.

Volviendo al caso que nos ocupa, conozcamos a los contendientes. Por un lado tenemos al señor Richard “Skip” Mueller, que reclama la propiedad del coche que había sido robado en 2001 a su primo Roy Leiske (1912-2005). Por otro, el señor Rick Workman, que lo compró hace tres años por 7 millones de dólares a un coleccionista en Suiza a través de unos brokers. Como ambos consideran que el coche es suyo, deberá decidir la Corte Suprema de Wisconsin sobre su legítima propiedad.

A más de uno le parecerá extraño que un coche tan caro y exclusivo pueda desaparecer sin más durante tanto tiempo, pero sigue leyendo, que la historia es de alucine, tanto o más como la propia historia de Talbot

Talbot Lago T150 #90108

Ya en EEUU, fue pintado en color verde – Fotografía: Kustomrama

La historia del Talbot-Lago T150 C SS #90108

De obra de arte a coche de carreras

En 1939 fueron adquiridos a los carroceros parisinos Figoni et Falsachi dos ejemplares del Talbot-Lago T150 SS, con números de chasis #90107 y #90108, antes de estallar la II Guerra Mundial. Los compró Tommy Lee, el hijo de Don Lee, que fue un locutor, distribuidor de Cadillac en California y dueño de Don Lee Coachworks. Hizo de intermediario Luigi Chinetti, representante comercial de Ferrari e importador de coches de lujo en Estados Unidos, también era representante de Figoni et Falsachi.

Ese mismo año los dos coches fueron enviados a Estados Unidos. En la primera imagen del reportaje podemos verlo en París, antes de ser embarcado. Tenía un buen motor para la época, un 4.0 L6 con una potencia de 160 CV y una velocidad punta muy respetable, casi 160 km/h. De Francia salió pintado en azul, con inserciones de madera y tapicería y moqueta en rojo vivo.

Los T150 C SS -C de Corse y SS de Super Sport- pesaban 130 kg menos que los T150 C y llevaron la numeración 901xx

Tommy Lee tuvo cuatro ejemplares del Talbot-Lago T150 C SS y los utilizó para competir en carreras locales contra otros hot rods. Puede parecer que un deportivo de lujo no sea la elección más adecuada para participar en carreras sobre tierra, pero Lee podía permitírselo, estaba forrado. Cuando murió su padre, en 1934, Tommy Lee tenía 28 años y heredó una fortuna que incluía siete concesionarios Cadillac.

Talbot Lago T150 #90108

“Nuestro” Talbot-Lago T150 se convirtió en una de las piezas del Brooks Stevens Automobile Museum de Mequon, a tan solo 30 kilómetros de Milwaukee. Se podía contemplar de 10:00 a 18:00, los adultos pagaban por la visita 75 centavos y los niños mayores de ocho años 25 centavos. En uno de los traslados el coche fue dañado y se guardó en un cobertizo de la parcela del museo, y no en las mejores condiciones.

A finales de los años 60, el empresario Roy Leiske, residente en Milwaukee, tenía ya su pequeña fortuna. En uno de sus recorridos para ir a trabajar, reparó en un coche antiguo que estaba estacionado en mal estado en el césped de una casa, junto a un montón de piezas. Preguntó al dueño, y este respondió que había sido de uno de sus inquilinos y estaba abandonado. No queda claro si ese inquilino era el señor Brooks.

Roy Leiske contactó con el anterior inquilino y se lo compró por apenas 10.000 dólares de 1967. Al año siguiente lo dio de alta en el registro de vehículos de Wisconsin, aunque no funcionaba

A modo de curiosidad, Brooks Stevens tuvo ejemplar del mismo coche, el #90105, que también había pertenecido a Tommy Lee. El museo acabó cerrando tras la muerte de Stevens en 1994. Ese segundo T150 C SS cambió de manos en 2005 en una subasta en Christie’s, se pagaron por él 3.535.000 dólares. Es el de la imagen inferior, fue pintado después en rojo. En 2009 se volvió a subastar por Gooding & Co. y se adjudicó por 3.520.000 dólares.

Talbot Lago T150

Un Talbot-Lago T150 expuesto en el Brooks Stevens Automobile Museum durante los años 60 – Fotografía: Gerry Swetsky (Flickr)

Un eterno proyecto de restauración

Fue a partir de los años 70 cuando los Talbot-Lago empezaron a cotizarse, no existía la fiebre de coches clásicos carísimos que tenemos hoy día, aunque tuviesen un impresionante pedigrí. Durante 30 años Roy Leiske tuvo en mente restaurar el coche y dejarlo reluciente, pero se le fue la fuerza por la boca y apenas trabajó en él. Nunca llegó a conducirlo.

Leiske no fue un hombre muy afortunado. En 1962 enviudó y en 1996 murió su hijo en un accidente de aviación

El sábado 4 de marzo de 2001 el coche se encontraba en una antigua fábrica de plásticos junto con toda la documentación que atesoraba Leiske. El coche desapareció en un espacio de 12 horas entre que Leiske dejó cerrado el local, sobre las 20:30, hasta que volvió al día siguiente a las 10:00. No quedaba ni rastro de él ni de la documentación, dispersa por el edificio. No se llevaron nada más, y la cerradura no estaba forzada.

Talbot Lago T150 #90108

En el circuito de Davis Motorcars Company (California), circa 1948 – Fotografía: Kustomrama

Dos años antes, Leiske había enseñado el coche a unos interesados en comprarlo tras haberlo anunciado en la publicación Hemmings Motor News en 1999; durante años dijo que no tenía intención alguna de venderlo. La identidad de los interesados fue apuntada por Leiske, pero esa información desapareció también. Quien robó el coche sabía quién era Roy Lieske, su línea de teléfono doméstica fue saboteada la noche de autos.

El propietario denunció la desaparición del coche, cómo no. Durante la investigación se supo que había estado aparcado un camión cerca de la vieja fábrica la mañana del domingo bien temprano, pero nadie reparó en él. El caso llegó al FBI y la Interpol, pero cuando Roy murió en 2005 a los 93 años no había ni rastro del coche. En ese momento se encontraba en Europa, lejos de los sabuesos americanos, a caballo entre Francia y Suiza.

Roy Leiske no le dio publicidad al robo para no llamar la atención entre el reducido círculo de personas que comprarían un coche así, y pidió discrección también a la policía

Richard “Skip” Mueller heredó todo de su primo Roy Leiske, incluyendo el coche sustraído que recordaba de cuando era pequeño. Colabora con él Joseph L. Ford III, abogado, coleccionista y antiguo vendedor de clásicos, que entre otras cosas se dedica a recuperar clásicos robados y tuvo conocimiento del caso mientras buscaba otro Ferrari desaparecido en Europa. Entendamos que canta más un robo así que el de un Golf que acaba despiezado en Albania. Siguieron buscando.

Talbot Lago T150 #90108

En el circuito de Davis Motorcars Company (California), circa 1948

El coche volvió a Estados Unidos 15 años después

Rick Workman, un empresario ligado al mundo de la odontología, compró el Talbot-Lago de marras a unos intermediarios europeos en 2015. El coche se encontraba en Suiza, donde fue restaurado durante tres años o más, un total de 4.700 horas de trabajo de acuerdo a Kustomrama. El coche recuperó el mismo aspecto que cuando salió de fábrica, antes de ser exportado a Estados Unidos. Como el 85% fue recuperable y en 2015 volvió a andar tras 60 años parado.

El misterioso suizo que lo restauró se identificó como TalbotLagoGuy (el chico del Talbot-Lago) en el foro H.A.M.B. de Jalopy Journal en un hilo de 2012. En dicho foro colgó la primera foto del artículo con la señora francesa, y también la imagen de carrera sobre estas líneas. También afirmaba conocer su origen como coche abandonado y desarmado originario de los Great Lakes (se debe referir a los Grandes Lagos en EEUU). No volvió a dar señales de vida.

No sabemos si él o los intermediarios timaron a Workman o no, pero el coche se colocó por el doble de su cotización en las últimas subastas. Tampoco sabemos si el señor suizo sin identificar era consciente de haber comprado un coche robado. Sí sabemos que tiene varios Ferrari (375 Plus, 250 GT, 625-F1), un Alfa Romeo 8C 2300, un Bugatti T51 y un Mercedes-Benz 300SL Gullwing.

En 2016 el #90108 ya se encontraba en Estados Unidos y se trató de dar de alta en el organismo competente de tráfico –Department of Motor Vehicles– del Estado de Illinois a nombre de una empresa, TL90108 LLC, propiedad de Rick Workman. Saltó una alerta en el sistema informático por haber sido robado.

El nombre de la empresa no es casual, TL viene de Talbot-Lago, 90108 es su número de chasis; LLC significa “Sociedad de Responsabilidad Limitada”

Skip Mueller Y Joseph Ford

Richard Mueller y Joseph Ford III en el Councours d’Elegance de Milwaukee (5 agosto de 2018) – Fotografía: Mike De Sisti

El DMV de Illinois contactó con sus colegas de Wisconsin, y estos dieron aviso al heredero, Richard Mueller. Él y Joseph Ford intentaron reclamar el coche por las buenas, pero Workman no estuvo por la labor, sobre todo después de soltar 7.000 de los “grandes” (7 millones). En febrero de 2017 Mueller y Ford le demandaron y en primera instancia la jueza Rebecca Dallet determinó que había expirado el plazo legal para reclamar la propiedad del coche, seis años.

Obviamente Mueller y Ford recurrieron esa decisión, logrando un fallo favorable de la corte de apelaciones: los seis años empiezan a contar desde la negativa de Workman a devolverlo. Workman contraatacó con su abogado, y ahora es un alto tribunal del Estado de Wisconsin el que ha de decidir si prevalece el derecho del heredero a recuperar el coche, o si no hay nada que hacer y Workman se lo queda por haberlo adquirido de buena fe. Para hacer esto más divertido, ahora la jueza Dallet está en el alto tribunal, y tendrá que recusarse a sí misma para no entorpecer la acción jurídica.

En alguna parte del proceso, antes de que lo comprase Workman, tiene que haber documentación falsificada, tanto para sacarlo del país como para introducirlo en Europa

Mientras deciden los jueces, el coche se encuentra en un taller de restauración, Paul Russell and Co., sito en el Estado de Massachussets. Para los despistados en geografía, Massachussets está en la costa Este de Estados Unidos, lindando con el Atlántico, y Wisconsin está al oeste de Michigan, ambos estados separados por los Grandes Lagos. Casualidades de la vida, Illinois, donde se intentó dar de alta, es el estado que limita al sur con Wisconsin. Qué pequeño es el mundo a veces.

Talbot Lago T150 #90108

Así lucía el #90108 después de una completa restauración, tal y como era originalmente, antes de salir de Europa por segunda vez – Fotografía: Kustomrama

Como nunca podremos comprarnos uno, queda de consuelo una maqueta 1:18 realizada por CMC Models que “solo” cuesta 466,20 dólares

La historia de película de este coche puede leerse en el Milwaukee Journal Sentinel, sin publicidad alguna, ya que la web no ha sido adaptada a la normativa europea y por no tener, no tiene ni cookies. Si después de leer esta historia sigues queriendo ver un ejemplar del Talbot-Lago T150 C SS, que sepas que tienen uno en el Museo Lowman de La Haya (Holanda).

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Javier Costas

Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.

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Txesz

¡Menuda historia!

Resulta curioso ese detalle final de que el caso le llegue 2 veces al mismo juez. Yo en su caso tendría la tentación de no recusar y hacer como Hommer


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