Alfa Romeo TZ3 Stradale Zagato: la cobra italiana

Alfa Romeo TZ3 Stradale Zagato: la cobra italiana

Del escorpión al biscione: un linaje envenenado


Tiempo de lectura: 6 min.

Podría parecer que el Alfa Romeo TZ3 Stradale es otro capricho de esos que los carroceros sacan cuando se aburren. Otro “one-off” de salón con más ego que motor, pero no. Esta cobra italiana no es ningún posado de Instagram: es una bomba de gasolina con raíces profundas, veneno deportivo y una ejecución tan refinada como brutal. Lo firma Zagato, pero bajo la piel late el corazón de un monstruo yanqui, y esa es solo la punta del iceberg.

La historia arranca en 2010, cuando Alfa Romeo celebraba su centenario. Zagato, con un ojo puesto en el pasado glorioso y otro en la chequera de coleccionistas muy particulares, decide rendir homenaje a los míticos TZ (Tubolare Zagato) de los años 60, aquellos deportivos de carreras con chasis tubular que fueron puro veneno en los circuitos. El resultado es el TZ3 Corsa, una barqueta de competición con base Alfa 8C Competizione. Pero eso era solo el aperitivo.

Un año después, llega la versión de calle: el TZ3 Stradale, y aquí es donde las cosas se tuercen, o más bien se enderezan hacia la locura. Porque Zagato no usa un Alfa Romeo como base, sino un Dodge Viper ACR. Tal cual. Bajo esa carrocería de curvas italianas late un V10 de 8.4 litros con 600 CV y un bastidor hecho para devorar curvas al estilo más bruto de Detroit. ¿Un sacrilegio? Puede. ¿Un escándalo delicioso? También.

Algunos puristas se llevaron las manos a la cabeza. “Eso no es un Alfa”, decían. Pero Zagato, que de integrismo sabe poco y de diseño lo sabe todo, supo vestir al Viper con traje de gala milanés y hacerlo pasar por noble. El TZ3 Stradale no pretende esconder lo que es. Lo exhibe. Su trasera alargada y afilada es una reverencia al TZ2 del 65, y su frontal de faros redondos es puro ADN Zagato. Lo que pasa por debajo es otra película: brutalidad estadounidense con matrícula europea.

Alfa Romeo TZ3 Stradale (2)

Músculo yankee, maneras italianas

Lo que más desconcierta del TZ3 Stradale no es su forma, sino su fondo. Que Alfa Romeo, una marca que suele hablar con las manos y amar los motores V6 en uve cerrada, haya prestado su escudo para vestir un Dodge Viper, tiene algo de herejía. Pero también tiene lógica. Fiat ya era dueña de Chrysler por entonces, y eso abría la puerta a todas las barbaridades que la lógica impide y la pasión autoriza.

El motor, un V10 atmosférico de 8.4 litros, no tiene nada de refinado. No busca el régimen alto de los Ferrari, ni la finura de un L6 de BMW. Aquí todo se ha metido a martillazos. El par motor es tan brutal (760 Nm) que puedes hacer drifting en tercera sin esfuerzo, y el sonido que sale por los escapes laterales no es música: es guerra. Pero lo curioso es cómo se siente todo eso cuando te sientas dentro.

Zagato no se molestó mucho en cambiar el interior: sigue siendo un Viper por dentro, con sus mandos toscos, su instrumentación americana y su ergonomía pensada para tipos que comen costillas con las manos, aunque con algo de alcántara, eso sí, pero eso, en un coche con el logo de Alfa en el capó, genera una especie de cortocircuito mental que resulta adictivo. Es como encontrar una trattoria en medio del desierto de Arizona: inesperado, violento y, sin embargo, perfecto.

En marcha, el TZ3 Stradale es más bestia que bella. No esperes la agilidad de un 4C ni la precisión de un Giulia Quadrifoglio. Todo es contundencia, dirección directa, frenos salvajes y una suspensión que aguanta el tipo porque no le queda otra. No es un coche para lucirlo en terrazas de Mónaco. Es un coche para irse de ruta al infierno, saludar al demonio y volver con una sonrisa torcida.

Alfa Romeo TZ3 Stradale interior

9 unidades, 9 locuras

Zagato solo fabricó nueve unidades del TZ3 Stradale, lo justo para dejar claro que esto no era un experimento, sino una declaración de intenciones con visado de coleccionista. No se vendieron como churros, porque no eran para cualquiera. Para comprarte uno de estos tenías que tener dinero, sí, pero sobre todo tenías que tener mal gusto para lo convencional y buen gusto para lo distinto.

Los nueve coches están repartidos entre Estados Unidos, Japón y Europa. Algunos están guardados en colecciones privadas, otros apenas han rodado 100 km, y hay uno que se ha dejado ver en Pebble Beach sacando pecho como lo que es: un unicornio moderno con genética cruzada y otro, ojo, ha salido a la venta en Bring a Trailer. A Zagato le dio igual que los puristas llorasen. Lo hicieron por arte, no por aprobación.

Ahí está lo grande del TZ3: que no pide perdón. No busca la pureza de linaje ni pretende agradar a los nostálgicos. Es una interpretación libre, un remix sin complejos de dos mundos tan diferentes como compatibles. Alfa Romeo y Dodge no tienen nada en común… salvo la pasión por hacer coches que no se parecen a nada más.

El TZ3 Stradale no es un Alfa, no es un Dodge, no es un Viper, no es un GT italiano. Es todo eso a la vez. Una cobra italiana, como dijimos. Un animal de sangre caliente vestido de gala. Un disparate con matrícula, y probablemente el último coche que se atreva a cruzar el charco no por logística, sino por amor al exceso.

Alfa Romeo TZ3 Stradale (3)

De icono a rareza irrepetible

A estas alturas del siglo XXI, algo como el TZ3 Stradale sería impensable. Las normativas, el CO2, los sensores de aparcamiento, las pantallas táctiles, los logos retroiluminados… Todo eso ha matado el espíritu de coche salvaje con forma de coche bonito. Hoy nadie aprobaría en comité una locura así, y si lo hicieran, saldría híbrido, con llantas de 23 pulgadas y voz de asistente virtual. ¡Qué horror!

Por eso el TZ3 Stradale no solo es raro: es irrepetible. Nació en una época en la que las marcas aún podían permitirse un desliz emocional. En la que Zagato aún tenía libertad para hacer lo que le daba la gana sin pedirle permiso a ningún algoritmo de marketing. En la que Alfa, por un segundo, decidió que más valía pedir perdón que permiso.

Con el paso del tiempo, este coche será cada vez más valioso. No solo por lo exclusivo, sino por lo insólito. Porque representa un punto de inflexión en el que el romanticismo todavía le ganaba la partida a la razón. Porque además te recuerda que un coche no tiene por qué tener sentido si tiene alma, y el TZ3 la tiene. Complicada, retorcida, rabiosa, pero la tiene.

La “Cobra italiana” no es un nombre gratuito. Porque suena a Shelby Cobra, claro, pero también porque muerde, porque es rápido, venenoso y elegante. Porque no hay otro igual ni lo habrá, y porque, como todo lo bueno del motor, nadie lo pidió… pero ahora que existe, no podemos dejar de mirarlo.

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Sobre mí

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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