Mucho se habló en su día del Alfa Romeo Giulia, el coche que teóricamente recuperaba el ADN de Alfa Romeo en todo su esplendor. Esto es, volviendo a la propulsión, a los motores potentes y, en definitiva, a la deportividad que se espera de una marca con el pasado y los genes de la Anónima Lombarda. Mucho se esperaba y parece ser que poco se ha logrado. Ni el Alfa Romeo Giulia ni el Stelvio, el SUV que debería haber dado algo de margen a la marca, han dado los resultados esperados.
Parece ser que todavía quedan escépticos respecto a la marca, aunque haya mejorado claramente generación tras generación. Es un tema que lleva arrastrando la marca desde hace muchos años, desde aquellos Alfa Romeo 33 y Alfa Romeo 75, con acabados mediocres y una fiabilidad dudosa, que les sumió en una pequeña crisis no sólo en temas comerciales, sino de identidad.
Ni siquiera los siguientes modelos como el bonito Alfa Romeo 155, que no cumplió con las expectativas, ni los Alfa 145 y Alfa 146, pudieron corregir. Aunque estos últimos ya lograron reponerse de muchos problemas, ofreciendo unos acabados más que decentes y no solo ofrecían una imagen totalmente Alfa, supervisada por Walter da Silva, también lograron un comportamiento acorde con lo esperado.
Sin embargo, Alfa Romeo seguía siendo eso, Alfa, la marca cuyos coches que “se rompían” constantemente. La imagen labrada con los años 80 ha estado pesando en el mercado durante muchas décadas, incluso afecta hoy a sus ventas. Había que hacer algo para que la gente olvidará los Alfa Romeo 33, los malos acabados y recuperar la credibilidad y la confianza de los compradores.
Mucho más que un diseño bonito
Hubo que esperar hasta 1997, en concreto hasta el 9 de octubre de ese mismo año, para volver a ver un coche que fuera considerado un verdadero Alfa Romeo. De hecho, fue catalogado por muchos como el Alfa más auténtico desde que dejara de fabricarse el 75, el último Alfa Romeo de propulsión hasta la llegada del actual Giulia. Ese día se presentaba el 156, un modelo que dejaba claro que Alfa Romeo estaba de vuelta.
Puede que para muchos sea un simple sedán de tracción delantera, pero fue una revolución dentro de la propia marca y un éxito a todos los niveles desde que la marca de Arese entrara a funcionar bajo el control de Fiat. Algo así como el Giulia, aunque como veremos, con bastante más éxito.
La verdad es que fueron estos, Fiat, quienes mataron los “genes Alfa” con algunos modelos como el 155, compartiendo plataforma y componentes con otros modelos del grupo industrial y haciendo que muchas cosas no estuvieran a la altura de lo esperado. Y no son tontos, ellos mismos se dieron cuenta y comenzaron con el desarrollo del Alfa Romeo 156 en 1993, ya que no podían dejar nada al azar.
Suponía un lanzamiento tan importante para la marca que hasta el Alfa Romeo 166, encargado de sustituir al 164, comenzó a desarrollarse en paralelo aunque fue presentado un año después para no restar protagonismo al 156. El Proyecto 932 (código interno del Alfa 156) tenía que volver a la senda que marcaba la historia de la marca. Es curioso cómo muchos se han olvidado de este coche, aunque no solo fue un revulsivo para la marca, sino para toda la industria y una clara muestra de que Alfa lleva intentando recuperar su esencia desde mucho antes de la llegada del Giulia.
Solo hay que ver lo que se invirtió en la creación del 156. El equipo de diseño tenía al frente a un hombre que se ha hecho famoso por muchas cosas más, como el genial Audi A5 o los criticados SEAT León de la segunda generación. Es el culpable de las últimas generaciones del Volkswagen Golf y de modelos como el Audi A7. Él fue quien marcó las pautas para su desarrollo y apostó por la historia de Alfa Romeo, que no es precisamente desconocida para nadie. Hablamos lógicamente de Walter da Silva.
La presentación oficial del Alfa Romeo 156 fue en el Salón de Frankfurt dos días después de Lisboa, el 11 de octubre de 1997, y supuso un serio golpe sobre la mesa dejando a todos los competidores con sudores fríos con una estética que volvió anticuados a todos los modelos con los que compartía exposición.
Todavía hoy, más de 20 años después, sigue siendo un coche tremendamente atractivo y podría volver a venderse sin cambios en su línea sin que nadie llegara a pensar que se diseñó hace dos décadas. Incluso algunos motores como los famosos 1.9 JTD podrían, no sin unas cuantas modificaciones, hacer frente a muchos turbodiésel actuales sin ponerse en entredicho en términos de rendimiento. El Alfa 156 fue mucho más que el sustituto del 155.
El desarrollo fue bastante lejos, llegando incluso a crear una plataforma específica
Y no solo era estética, aunque todas las formas de su carrocería responden a criterios estéticos, también había técnica y soluciones muy cuidadas. Por ejemplo, el chasis, que partía de la plataforma Tipo II, se modificó tanto que terminó siendo un chasis propio y único sin que ningún otro modelo del Grupo Fiat lo usara.
“Tuvimos la suerte de disponer de un chasis propio. Sólo la sección central del suelo es compartida con el Fiat Marea, pero incluso esa parte está modificada” – Antonio Rossi, director de diseño para el Proyecto 932
Se quería una plataforma ligera y por ello la estructura de la carrocería era de magnesio, usando aceros de alta resistencia en algunos puntos estratégicos y unas suspensiones que no tienen réplica en otros modelos de Fiat. El eje delantero emplea pseudo McPherson, con un triángulo inferior con un anclaje especial que evitaba efectos indeseados del par, mientras que atrás era tipo McPherson con brazos asimétricos y un efecto autodireccional “en fase” de cuidado diseño. Además, la carrocería sedán tenía un valor Cx de 0,31. Realmente bueno para entonces y bastante respetable ahora.
Todo esto logró un comportamiento muy preciso y ágil, puramente Alfa a pesar de la tracción delantera, con mucha estabilidad y además, algo que hoy en día cuesta encontrar en un sedán medio como este: sensaciones y un chasis muy comunicativo. Los motores también acompañaron con versiones de entrada con 120 CV gasolina y motores diésel JTD que hicieron del Alfa 156 un éxito, habiéndose vendido con estos propulsores el 51 % de todos los 156. Estreno un cambio que pocos ofrecían entonces (por no decir nadie), el Selespeed robotizado y controlado por la palanca o unos botones situados en los radios del volante. Todo un adelantado a su tiempo.
Restyling y 156 GTA
Recibió un restyling en 2003, el típico de mitad de vida, entreno mejoras en los motores JTD, que gracias a una culata multiválvula alcanzaba los 150 CV en el 1.9 y 170 CV en el 2.4, se pulieron algunos defectos y todos los acabados y versiones, pero ese mismo año llegó el Alfa Romeo 156 GTA. Alfa llevaba dominando durante cuatro años seguidos en varios campeonatos de turismos, pero la gama de producción no tenía una variante deportiva, algo que no terminaba de cuadrar del todo en un modelo que buscaba recuperar el espíritu de una marca como Alfa.
Así que, definitivamente, necesitaban una versión potente y con aspiraciones deportivas para “celebrar” esas victorias en la calle y para devolver la firma italiana, definitivamente, a lo más alto entre las marcas deportivas. Los ingenieros del departamento de competición elogiaron muchas cosas del 156 como las suspensiones, particularmente adecuadas para la conducción deportiva (según sus palabras) y su aerodinámica. Así que en noviembre de 2001 aparece, por fin, la variante deportiva del Alfa 156.
Como el resto de la gama, el GTA entraba por los ojos, con un nuevo kit creado por da Silva que vestía convenientemente un coche que disponía de un V6 de 3,2 litros con 250 CV a 6.200 RPM y 300 Nm a 4.800 RPM. Hacia el 0 a 100 km/h en 6,3 segundos, alcanzaba los 250 km/h, pero arrojaba sobre la báscula 1.410 kg, lejos de su denominación “Alleggerita” (aligerado). El diseño del motor se remontaba al bloque del Alfa 6 de 1979 diseñado por Giuseppe Busso y su rendimiento era muy bueno. Se podría escoger con el cambio Selespeed o con carrocería familiar y toda la puesta a punto estaba acorde con lo que se esperaba.
En el Salón de Ginebra de 2005 se presentaba el Alfa Romeo 159, un modelo de transición lanzado precipitadamente y que no cumplió con lo que se esperaba tras el éxito y lo logrado con el Alfa 156, pero esto es ya otra historia.
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Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".El cariño y admiración que tengo por el 156 es enorme. Me compré en junio de 2001 un 147 nada mas salir la versión 5 puertas, pues me cautivó aún mas esa calandra enorme y super estilizada, aunque ambos son hijos del mágico lapiz de Walter. A ese diseño que no envejece le acompaña un comportamiento digno de Alfa Romeo. Todo un referente en varios aspectos, y que no se irá de la memoria de los que nos gustan los coches y no los electrodomésticos. PD: dejo un enlace en el que se explica muy detalladamente los por qué de… Leer más »
Tengo muy gratos recuerdos de Alfa desde mis inicios de conductor. Mi segundo coche de prensa fue un 147 1.6 Twin Spark de 120 CV, con la “L” recién horneada, verano de 2004. Antes de eso, cuando iba a la autoescuela, mi abuelo me llevó en un 147 JTD, el más potente de su época, con el cambio de seis marchas. Con ese mismo coche me tocó pelearme con unos conos y un slalom para coger pericia en las manos. Hacia delante no es algo especialmente difícil, pero es que me hizo aprender marcha atrás, y cuando tiras conos con… Leer más »