Prueba: Subaru Forester ecoHybrid

Prueba: Subaru Forester ecoHybrid

El tacto y el agrado de conducción son ejemplares, pero el grupo motor-transmisión no


Tiempo de lectura: 11 min.

Los SUV dominan el mercado europeo con más de la mitad de las matriculaciones, un suceso que ya veníamos esperando desde hace tiempo. Y lo hacen desbancando de su posición de liderato a coches como el Volkswagen Golf, uno de “los imbatibles”, que finalmente no puede aguantar la arrolladora popularidad de los Sport Utility Vehicle. También es cierto que los SUV son cada día menos SUV y más turismo convencional, están volviendo a sus orígenes, por así decirlo, pero no deja de ser llamativo, que un coche que no ofrece ventajas reales para la mayoría de la población, tenga tantísima popularidad.

Para poder entender esta popularidad, no tenemos que ir muy lejos, solo nos tenemos que mirarnos a nosotros mismos. ¿Por qué nos gustan los coches? ¿En qué nos fijamos cuando vamos a comprar un coche? Quizá se te pase por alto, pero los aficionados, a pesar de contar con más información que el resto de usuarios, nos guiamos mucho por cosas intangibles como la pasión o el diseño y los usuarios, en una enorme cantidad de casos, se dejan llevar por lo mismo, por las sensaciones y por el diseño. Y en eso, los SUV parecen haber acertado desde el primer momento, ofreciendo esa imagen de “coche grande y caro”; sustentado, además, por una sensación de seguridad al volante muy apreciada entre los usuarios. Sin olvidar la facilidad para entrar y salir del coche, otro argumento bastante común.

Quizá por eso, por temas de diseño sobre todo, me extraña que no se vean más unidades del Subaru Forester por las carreteras. Es un coche imponente, con una enorme calandra frontal, añadida en el restyling que sufrió el modelo a comienzos de año y muy de moda, aunque haya marcas que llevan años poniendo enormes bocas frontales a sus coches. Es cuadradote, con una presencia que desprende fuerza y elegancia a partes iguales, tiene un habitáculo que está a un nivel bastante superior a la media del segmento y además, es una marca japonesa que ha sido campeona en rallyes y es famosa por hacer buenos coches. Y, sin embargo, no se vende igual de bien que el resto de modelos, como el Hyundai Tucson o el Renault Arkana, los coches más vendidos de España en los últimos resultados publicados.

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Es justo reconocer que esos modelos mencionados destacan por una gama mucho más amplia que la del Forester, y además, por ser bastante más baratos. El Forester, la unidad que nos cedió la marca, con el acabado Executive Plus, tiene un precio que parte de los 41.400 euros, mientras que el Tucson híbrido más caro, parte de los 35.225 euros (casi 47.000 euros con tracción total, según web oficial), siendo más potente y con un equipamiento similar. Y esto, obviamente, es un simple ejemplo que sirve para ilustrar un poco la posición del Subaru Forester. El número de concesionarios de la marca también influye.

Por calidad, está entre los mejores del mercado

Vamos a dejar esas cosas de lado y centremos nuestra atención en lo que realmente importa ahora, en el coche, en el Subaru Forester ecoHYBRID que la marca nos prestó durante unos días. Y centremos muy bien esa atención, porque hay cosas que destacan, y mucho, en este coche, tanto para bien como para mal. Es decir, el Forester tiene cosas muy buenas, buenísimas, pero otras que son todo lo contrario. Es un compendio de contrastes que, en conjunto, no le dejan brillar todo lo que podría y ello, podría ser un motivo para pasar bastante desapercibido. Desapercibido en la cuenta final de todo el segmento, porque para la propia marca es un modelo importante. Solo en España, el Forester, junto al “viejo” XV (ahora pasa a denominarse Crosstrek), acaparan más de la mitad de las matriculaciones de la firma japonesa, sobre todo desde que se comenzó a ofrecer con el grupo motor híbrido.

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Si hubiera que destacar algo del Forester, una cosa que predomine sobre el resto, no cabe duda que sería la sensación general de calidad, de coche bien hecho, que se tiene una vez sentado a los mandos. Lo mejor de todo, es que esa sensación se ve ratificada por una calidad real y palpable, que está a un nivel muy alto. Ni el Hyundai Tucson ni el Renault Arakana pueden siquiera acercarse al Forester en cuanto a calidad real y percibida. Es una de las mayores características del Forester y de la propia Subaru, porque tuve la misma sensación de conducir un coche bien hecho a los mandos del Subaru Outback y también, aunque con menos intensidad, con el Subaru Impreza.

Todo en el habitáculo desprende esa sensación, desde los colores hasta el tacto de los mandos, incluso el olor, que a veces es un detalle que pasa desapercibido y, sin embargo, influye mucho más de lo que algunos piensan. Es aquí donde el precio de un coche marca diferencias muy apreciables, en los materiales del habitáculo y en su ejecución. Sentarte en el asiento y cerrar la puerta, ya te ofrece algunas pistas, accionar las ventanillas te dará otras pocas (en este caso, casi como si fuera un Lexus, son muy silenciosas y al llegar al final de su recorrido, ralentizan la velocidad para ofrecer un cierre muy suave) y el tacto te ofrecerá muchas más. Pero la confirmación llega cuando inicias la marcha.

El Subaru Forester es un coche suave, muy refinado, y muy bien aislado del exterior. El motor apenas se nota, no llegan vibraciones salvo en determinadas circunstancias y la forma que tiene la suspensión de gestionar los baches es realmente ejemplar. En ciudad es comodísimo, tanto por el silencio de marcha como por suspensiones y la mencionada calidad general, hace que sea un coche agradable de conducir en todo momento. Además, la posición de conducción es fácil de encontrar y la visibilidad es bastante buena en todos los ángulos, mientras que la amplitud general, permite que los pasajeros de las plazas traseras vayas a sus anchas, sobre todo si van dos personas (tres, como en todos los coches, van algo justas en anchura).

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Lleva etiqueta ECO, pero no es ECO

Sin embargo, las cosas cambien en otros escenarios. Salir a carretera no es un problema, el aplomo es elevado y la sensación de seguridad es nota predominante, pero el grupo motor-transmisión es, posiblemente, lo peor del coche. Es cierto que casa bastante con la puesta a punto general y con la personalidad del coche, pero no termina de ser todo lo bueno que debería. El Forester se ofrece, únicamente, con un grupo motor híbrido formado por un bloque de gasolina, cuatro cilindros boxer, que tiene 2,4 litros de cubicaje y está asistido por un pequeño motor eléctrico de 12,3 kW (17 CV) alimentado por una batería con muy poca capacidad: 0,6 kWh. La potencia total es de 150 CV a 6.500 revoluciones y el par asciende a 194 Nm a 4.000 revoluciones, que resultan escasos para la cilindrada del motor y para el peso total del conjunto. Además, están acoplados al cambio de tipo variador continuo que la marca denomina Lineartronic y que, en parte, es culpable de las sensaciones que ofrece el motor y de la perezosa respuesta que presenta en todas las circunstancias.

Circulando por ciudad, el grupo motor, en general, responde como cabría esperar, con suavidad y con una forma de entregar la potencia de forma muy lineal y sin brusquedades, pero es en aceleraciones y en carretera cuando echas en falta una mayor contundencia y una respuesta más rápida. Puedes pisar a fondo, sin miedo, porque el conjunto motor-transmisión no ofrece una entrega de potencia fulgurante, sube despacio de revoluciones y el funcionamiento del cambio, con el típico comportamiento de un variador continuo, matiza todavía más la forma en la que el motor responde. Es un poco frustrante pisar a fondo a poca velocidad y que el coche no corra lo que debería, obligando, en ocasiones, a adelantar las maniobras. Los adelantamientos, por ejemplo, es mejor hacerlos con el cambio en manual y forzar a la transmisión a trabajar en marchas cortas, para así tener potencia y soltura al realizar la maniobra. De todas formas, hay poca potencia y además, de respuesta lenta, así que es mejor tener las cosas claras cuando vayamos a adelantar. Si no hay sitio suficiente y llevas poca velocidad, mejor abortar que arriesgarse.

Es un coche perezoso, lo suyo no es la velocidad ni las reacciones fulgurantes, el Subaru Forester es un coche para circular con relajación, sin prisa y sin brusquedades. Si aceleras suavemente, el motor ofrece una buena entrega de potencia y te lanza hacia delante con mucha finura, pero sin prisa. No te aplasta contra los asientos, de hecho, apenas se nota sensación de aceleración, pero puedes alcanzar una buena velocidad. Sin embargo, cuando vas rápido, las suspensiones son las que empiezan a quejarse. El esquema de las mismas es bueno, con columnas McPherson delante y paralelogramo detrás, pero su tarado es blando, buscando el confort y el refinamiento por encima del comportamiento dinámico. Eso hace que circular por carretera, siempre que no tenga curvas muy cerradas, sea un gustazo, el confort es total y la sensación de conducir un coche de alto nivel muy elevada. Pero cuando hay curvas, el Forester no acepta de buen grado la velocidad. La carrocería inclina, la dirección es lenta y el eje delantero arrastra muy pronto. Lo notas claramente fuera de lugar, torpe, aparatoso, totalmente inadecuado para ir rápido. Lo suyo, como se ha dicho antes, es circular con relajación, manejando el volante y los pedales con suavidad.

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No obstante, aunque te adaptes a las características del Forester, hay algo que no cambiará: los consumos. El grupo motor híbrido no logra reducir el gasto de combustible, como si lo hace, por ejemplo, Toyota o Renault. Cuesta bastante circular únicamente con el motor eléctrico, y cuando lo logras, la poca capacidad de la batería te corta las alas rápidamente. Eso provoca que circules mucho tiempo con el motor de combustión en solitario, porque además, la asistencia del motor eléctrico es bastante pobre y por tanto, los consumos son elevados, sobre todo para tratarse de un híbrido. En ciudad es complicado bajar de los 10 litros, cifra que si no fuera híbrido aceptaría tanto por tamaño como por motor, pero con hibridación, desde mi punto de vista, es un mal dato. En carretera y ciclo combinado tampoco mejoran las cosas, porque bajar de los ocho litros es una odisea. Subaru homologa 8,1 litros cada 100 kilómetros y eso ya da una pista de como serán los consumos reales.

Con el Forester sí puedes salir del asfalto con garantías

Aunque pueda parecer que el Forester no es buen coche, en realidad, no lo es. Tiene algunas pegas, al menos desde mi punto de vista, pero es muy bueno en otras y eso compensa. Pocos coches de su categoría hay con su calidad, con su suavidad y con un confort tan elevado. Pero además, hay todavía menos rivales que sean capaces de circular fuera del asfalto con las garantías que ofrece el Subaru Forester. Es ahí donde destaca por encima de sus rivales directos y donde realmente empiezan a ofrecer su mejor cara algunas cosas, como el tarado de las suspensiones. No obstante, dejar claro que no hablamos de un todoterreno, no nos engañemos, es un buen todocamino, muy bueno, de hecho.

El comportamiento por camino de tierra es el mejor del segmento, o al menos, uno de los mejores. Hay altura libre al suelo suficiente para afrontar grandes agujeros, roderas profundas e incluso alguna piedra que no sea muy grande. En este terreno, la suspensión se presenta mucho más adecuada que a velocidad elevada por carretera, con movimientos fluidos y sin que se agite demasiado al pasaje. No es seca, algo que se agradece en algunas circunstancias y permite circular por caminos de tierra más rápido de lo que se puede pensar en un principio. Sigue notándose falta de potencia y respuesta perezosa, pero no es tan incordio como en asfalto. Incluso puedes llegar a descolgar la trasera si fuerzas las cosas, acelerando a fondo en marchas cortas y sobre terreno suelto.

No cabe duda que se ha buscado un compromiso entre asfalto y caminos. De hecho, con el Forester he hecho cosas que con otros no me atreví nunca, por miedo a dejarlo encallado o a rozar los bajos. Es divertido y no importa si hay barro o tierra suelta y profunda, el Forester sale del atolladero sin problemas aparentes.

Datos técnicos

FICHA TÉCNICASubaru Forester
MODELOecoHYBRID
MOTOR DE COMBUSTIÓNDelantero longitudinal, cuatro cilindros, 1.995 centímetros cúbicos, gasolina. 110 kW (150 CV) y 194 Nm de par
MOTOR ELÉCTRICODelantero longitudinal (en la caja de cambios) con 12,3 kW (17 CV) y 66 Nm de par
BATERÍASIones de Litio en posición trasera. 0,57 kWh de capacidad
AUTONOMÍA ELÉCTRICA (WLTP)1,5 kilómetros
RENDIMIENTOPotencia máxima110 kW (150 CV) entre 5.600 y 6.000 rpm
Par máximo194 Nm a 4.000 rpm
TRANSMISIÓNTracción a las cuatro ruedas, cambio automático tipo CVT con convertidor de par
SUSPENSIÓNDelanteraTipo McPherson con muelle helicoidal
TraseraParalelogramo deformable con muelle helicoidal
DIMENSIONES Y PESOSLargo por ancho por alto (mm)4.640 x 1.815 x 1.730
Batalla2.670 milímetros
Vías del./tras.1.565 milímetros / 1.570 milímetros
Peso declarado1.733 kilos
MALETERO509/1.779 litros
Neumáticos225/60 R17
DATOS PRESTACIONALESAceleración de 0 a 100 km/h11,8 segundos
Velocidad punta188 km/h
Relación peso potencia11,5 kg/CV
CONSUMOSConsumo medio homologado (WLTP), en litros cada 100 kilómetros8,1
Consumo medio durante la prueba, en litros cada 100 kilómetros9,5
PRECIO 41.400 euros

Galería de fotos

Subaru Forester ecoHYBRID

41.400 euros
Subaru Forester ecoHYBRID
6.3

Comportamiento en carretera

6.5/10

Comportamiento en ciudad

7.5/10

Confort

8.5/10

Consumo

5.0/10

Habitabilidad

7.0/10

Infoentretenimiento

7.0/10

Prestaciones

6.5/10

Relación valor/precio

7.0/10

Seguridad

8.0/10

espíritu RACER

0.0/10

A favor

  • Calidad y tacto de todos los mandos
  • Comodidad
  • Capacidades para salir fuera de carretera

En contra

  • Grupo motor-transmisión
  • Perezoso en curvas
  • Consumos elevados para ser un híbrido
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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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En la época en la que pasaba el día dibujando coches, alguien me preguntó: ¿pero a ti te gusta más la mecánica o la carrocería de los coches? Esa misma semana leí el Manual del Automóvil de Arias Paz. Tenía 14 años, esa simple pregunta es la razón por la que estoy aquí, desde entonces no he parado de aprender sobre lo que se convirtió en mi pasión.

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